El historiador Christopher Clark, autor de Sonámbulos (Galaxia Gutenberg), uno de los libros más esperados para este centenario de la Gran Guerra, insiste en que la cultura occidental ve en el pasado “los ecos de sus propias preocupaciones”. De ahí que este aniversario retumbe, no sólo por la redonda y añeja cifra que evoca sino por la desazón que ese siglo ha dejado tras de sí.
Catedrático de Historia Moderna Europea y "fellow" del St. Catharine's College de la Universidad de Cambridge, Christopher Clark visitó Madrid hace unos días para dictar la conferencia 1914. Europa en guerra. 100 aniversario, donde defendió algunas de las tesis de Los sonámbulos, elegido uno de los diez mejores libros de 2013 por The New York Times y recomendación para la 73 Edición de la Feria del Libro de Madrid, que comenzará este viernes 30 de mayo.
¿La humanidad realmente ha entendido sus sucesivas demoliciones?, se preguntaba Clark durante su intervención. A juzgar por la profusión de literatura revisionista –que no divulgativa- sobre el conflicto de 1914 todo apunta hacia un asunto: hay que dotar de nuevo sentido el conocimiento que ya se posee; acaso actualizarlo, convertirlo en una vacuna efectiva.
Con el subtítulo Cómo Europa fue a la guerra en 1914, el ensayo escrito por Clark coloca el acento en los acontecimientos, decisiones y actores que desencadenaron la contienda, a saber: diplomáticos, políticos y militares que no supieron dar una lectura de conjunto a la Europa de aquellos años. Eran, insiste, vigilantes ciegos; sonámbulos; los responsables de una guerra que podría haberse evitado.
Una diplomacia envejecida y un panorama político dominado por líderes demasiado distintos entre sí, generó, según Clark el caldo propicio del conflicto que estalló en los Balcanes, el escenario que sirvió de detonante al conflicto y que ya había conocido dos guerras, en 1912 y 1913. En su libro, Clark confecciona una perspectiva nueva y distinta sobre las causas de la guerra, la cual es narrada con énfasis dramático y un ojo puesto en la realidad de una Europa que mantiene abierto su concierto ideológico a la vez que intenta imponer el orden en una agenda militar que tiene en Ucrania su ejemplo más urgente.
Consciente de que el mapa político de la Europa actual proviene de los conflictos abiertos durante la Gran Guerra, Clark se afana en afirmar que la Unión Europea (UE) es "un instrumento de paz” que debe asegurarse, a diferencia de lo que ocurrió en 1914, una política común de seguridad que garantice su estabilidad. Obviamente, destaca Clark, "es difícil" que una cultura política como la europea, "organizada sobre la base de la justicia social, la paz y la calidad de vida, desarrolle un concepto coherente de seguridad".
Con respecto a la situación política global en Europa, en particular en el terreno de los derechos y libertades, Clark se mostró preocupado por el auge que están experimentando los movimientos y grupos populistas, vinculados a ideas euroescépticas, cuando no abiertamente de ultraderecha, tal y como quedó demostrado en las recientes elecciones europeas con resultados como el del Frente Nacional, en Francia. Clark calificó de "muy preocupante" el auge de fuerzas como el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) y se refirió también a la formación del populista Geert Wilders. "Estoy preocupado por el estado en que se encuentra la esfera pública europea”.
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