Con apenas tres libros Velasco Molpeceres es ya un nombre consolidado en la historiografía femenina gracias a su estudio del vestir. En su última publicación, Ropa vieja: Historia de las prendas que vestimos (Los Libros de la Catarata, 2023) nos ofrece una reconstrucción de cada ropaje que llevamos, incidiendo en anécdotas divertidas e incorporando historias curiosas. ¿Quién podría conocer que el tacón era de origen masculino? ¿Y que las mujeres fueron las últimas en utilizar bragas? Todas esas preguntas se responden en esta excelente pieza divulgativa.
Pregunta. ¿Cómo surge este libro tan curioso? ¿Pretendías este tono divulgativo tan británico desde el inicio?
Respuesta. El libro surge de la sección de ropa de El Gallo que no Cesa, que dirige Chema García Langa, y allí investigamos un poco sobre la historia de las prendas. Cuando lo iba preparando me di cuenta de que había muchas cosas que no sabía: conocía la historia de la moda desde el siglo XVIII hasta el siglo XX. No sabía, así, que la bufanda se había creado para el calor o que en Roma, por ejemplo, todo el mundo llevaba zapatos. Luego el tono, creo que a nivel académico se escribe bastante mal y es verdad que el modelo británico siempre está ahí, la idea de estos divulgadores que tiene la BBC en cultura.
P. ¿Podemos decir que muchas prendas, quizá la mayoría, surgen de la necesidad?
R. Es que muchas están vinculadas a los hombres y a la guerra: este es un gran punto de desarrollo de la indumentaria. También es un drama, obviamente, pero ya sabes esta frase tan famosa de El Tercer Hombre sobre el reloj de cuco…
P. Es curiosísima, de hecho, la historia del tacón: método de asegurar la montura por los caballeros partos, que eran arqueros a caballo. Vencieron a las legiones romanas, además…
R. Y utilizaban ya pantalones, que era una prenda que no era propia de ese tiempo clásico, y los llevaban también las mujeres.
P. Háblame de la historia del tanga, que yo veía vinculado a las tribus precolombinas y que tú analizas como respuesta de los shows de “burlesque” a la censura
R. Sí, a ver, el tanga es como un taparrabos; simplemente es una prenda que se pone alrededor de los genitales y que los tapa. Si te fijas, los luchadores de sumo japoneses llevan también uno. El tanga también está asociado a esos taparrabos de civilizaciones muy antiguas en América, en África y en el Pacífico. Ahora, el tanga moderno surge en los shows de variedades de finales del siglo XIX a inicios del XX en Estados Unidos. Y a partir de ahí se extiende en los espectáculos del teatro cuando deciden que puede ser erótico: se permite mostrar el pecho, pero el sexo no.
P. ¿Cuáles son las diferencias entre calzoncillos y bragas? ¿No es curioso que las últimas tuvieran un origen masculino?
R. Es que a mí una cosa que me parece siempre muy extraña es que las mujeres no han llevado bragas hasta el siglo XX. Se llevaban camisas. Pensaba que esto no era posible que pasara ya que las mujeres menstrúan, necesitan algo para que no se les manche la ropa. Juzgo que es realmente difícil que no llevasen algo parecido a un calzoncillo o unas bragas. Ya se han encontrado algunas cosas del siglo XV en Austria, en Innsbruck, aunque todavía hay muchísimos testimonios de que las chicas debajo de los pololos no solían llevar nada. Quizá la propia camisa se utilizaba como un “body”. Y, claro, el origen de la braga es masculino, pero es que las prendas bifurcadas son un gran tabú para mujeres. La mínima desnudez de las piernas en el siglo XIX volvía loca a la gente: el tobillo femenino, por ejemplo. Los calzoncillos, en principio, eran protectores: para soldados y de cuero, no eran de algodón o de tela fina.
P. ¿Cuándo se deja de utilizar la falda entre los hombres? ¿Motivos culturales o funcionales?
R. Motivos culturales fundamentalmente, porque la falda es mucho más cómoda que los pantalones. Es larga, no se ajusta al cuerpo y no hay mucha más tela. Incluso, los curas han seguido llevándola como prenda de respeto: las sotanas.
P. ¿Tanto tardó el pantalón en ser masivo en occidente? Es curioso que hasta bien entrado el siglo XIX las calzas, medias y faldas fueran habituales, dado el funcionalismo del primero
R. El pantalón realmente se extiende a partir de 1810 para los hombres. Respecto a las mujeres, se dice que en 1905 ya hay faldas pantalones, pero solo eran cuatro: una elite urbana.
P. El pantalón en mujeres se veía hombruno, ¿no? En Luces de Bohemia el librero habla de las sufragistas como “marimachos”.
R. Sí, de hecho, empiezan a ponerse un poco de moda por los pantalones para la playa. Hay chicas que los llevan, pero claro la gente que veraneaba en 1913 no era mucha. Entonces, el pantalón femenino se extiende a partir de los años 50 en Estados Unidos.
P. ¿Qué fechas son claves en los cambios de estilo? Todo parece girar en torno al renacimiento, revolución francesa y los años 60 del siglo XX
R. Los momentos estelares de la historia de la humanidad son tan traumáticos como fundamentales. Las revoluciones liberales, en el siglo XIX, van a suponer un cambio brutal en las prendas de los hombres, no tanto de las mujeres. Entonces, en estas el cambio es la Primera Guerra Mundial. Ya en los años 20 todo es un mundo diferente.
P. Es el tiempo de las mujeres vestidas de hombres en el Berlín de la República de Weimar. El inicio de Cabaret.
R. Me gusta Cabaret, me interesa la historia, pero es también un poco sórdida…
P. De hecho, el nazismo prometía orden en oposición a todo esa “amoralidad” weimariana.
R. Y, volviendo a las fechas claves, el otro momento es a partir de la Segunda Guerra Mundial y finalmente la Guerra Fría.
P. Me sorprende la aparición del sujetador en un mito como “la faja de Atenea” ya en época clásica ¿Era un método de protección o servía para reducir la voluptuosidad femenina?
R. No se sabe. Además, las fuentes clásicas no dicen bien en este caso si es un cinturón o una banda como sujetador. En alguna estatua griega que se ha conservado tiene esa especie de cruce así, como si fuese en diagonal y el pecho queda libre (realmente no se cerraba). En todo caso, no fueron muy comunes los sujetadores en épocas tempranas, entendiendo este con las dos copas y el pecho dividido. Su uso es muy posterior.
P. Cuéntanos un poco sobre los pendientes, sus usos culturales y cómo marcan en tiempos modernos a muchos que los portaban, especialmente varones.
R. Sí, es que los pendientes son muy antiguos: una de las primeras cosas datadas son tatuajes, escarificaciones y con ello los pendientes. Las perforaciones son muy antiguas y es difícil encontrarlas porque la carne desaparece, aunque los huesos se han encontrado. Y se sabe que aparte de ser estético, tiene un componente de marcar: propiedad, vacas, etc. Al final al esclavo le oraban la oreja con un agujero muy grande que no se cerraba. En la Biblia van a liberar a un esclavo y este, por lo que sea, quiere quedarse con el amo: se fundamenta este acuerdo con un pendiente.
P. Nuestros lectores gustarán de conocer la curiosísima historia de la corbata, que está a punto de extinguirse como prenda común
R. Bueno, todavía se usa en entornos profesionales. Esta surge en Croacia como nosotros la conocemos: se dice que es un pañuelo que se pone en el cuello con encajes. Luego hay muchas leyendas sobre esta y si era un regalo que les hacían las mujeres a los mercenarios que luego se devolvía al morir en el conflicto. Existían, también, encajes en Francia o Venecia como objetos de lujo y eran adornos al cuello.
P. Háblame del carácter de clase del calzado y las medias: de los “sans-culotte” de la revolución francesa al desprecio generalizado por el pie desnudo que llega incluso a los libros de Alfonso Ussía
R. Los pies son sucios: de hecho, el zapato es una cosa antigua. Existían calzados muy, muy antiguos como un indicador de clase, ya que no eran precisamente cómodos. Hasta la edad moderna no hay hormas, no hay pie derecho y pie izquierdo. Existía también un concepto de dinero, un concepto de clase.
P. Sí, aparte es interesante porque llega incluso a frases del tardofranquismo como “yo me visto por los pies”.
R. Piensa también en las ceremonias estas de hospitalidad donde se lavan los pies a los más humildes de los mendigos. Tienen estas algo de humillación y también de confianza y, por ejemplo, el pie desnudo nunca se exhibía.
El mantón de Manila se pone de moda porque era el arreo de las carlistas
P. ¿El bikini “mata fascistas”? Muchos autores consideran su autorización por las autoridades franquistas en los años 50 el principio del fin de la cultura nacionalcatólica.
R. Bueno, esto es lo que comentábamos de la vinculación de la ideología con la ropa, porque al final es lo que pasa en el siglo XIX: comienza, entonces, a adquirir un tono moral porque no somos aristócratas y no podemos vestir como ellos. Y lo mismo pasa con el bikini, aunque también se convirtió en un objeto sexual clarísimamente. Además, piensa que anteriormente, en el siglo XIX, ¿a quién le preocupaba estar delgada?: ves revistas ilustradas, que son muy graciosas -tú las conoces bien- y aparecen esas señoras inmensas, y el señor es pequeñito. Todas ellas van con las plumas o los sombreros.
P. Quiero seguir con los sombreros, que indicaban clase (“Los rojos no llevaban sombrero”) y hasta los 60 no dejaron de usarse ¿Sabes el caso de los “Sinsombrero”? Es decir, Dalí, Mallo o Lorca se quitaron el sombrero en la puerta del sol y “los apedrearon”.
R. ¿Sabes que es mentira? O sea, es verdad que pasó, pero que lo de los “sinsombrero” es una etiqueta posterior, como la etiqueta de la “Generación del 27”. De hecho, luego casi todos ellos salen sin sombrero en las fotos, aunque las mujeres sí lo llevaban: se veía como algo completamente necesario. Las mujeres han ido llevando tocas hasta los años 60 y las casas de moda tenían departamento de sombreros. Y lo que tú dices de “los rojos no llevan sombrero” era importante ser un caballero o tener el traje de domingo.
P. Es fascinante la identificación ideológica del sombrero: el historiador Claudio Sánchez-Albornoz recordaba a un familiar suyo anciano no se ponía boina “por ser cosa de carlistas”.
R. Es que el tema del carlismo es una cosa que es completamente desconocida y es importantísimo y hay muy poquito hecho. Jordi Canal tiene muchas cosas del carlismo, y es que realmente no se sabe nada, y ha sido fundamental en España. Por ejemplo, en ropa, el mantón de Manila se pone de moda porque era el arreo de las carlistas. Hay, también, muchas otras cosas que vienen por ellos: alpargatas, la citada boina, etc.
P. ¿Qué colores se asocian a una clase social o al poder? Conocemos el púrpura imperial, que se asoció luego a los cardenales…
R. Los tintes eran una cosa muy importante y por aquel tiempo apenas duraba, no mordía dentro del tejido: se iba desvaneciendo. Entonces el negro profundo, que era un negro de carboncillo, era un símbolo de poder porque requería traerlo de América: era el palo Campeche. ¿Quién tenía comercio con el monopolio en América? España y por eso su clase dirigente vestía de ese color. Sobre la púrpura imperial, la palabra viene etimológicamente de un molusco, que era una locura obtenerlo en tiempos clásicos: era escasísimo.
P. La última pregunta. Tu genealogía de esta prenda maldita, el chándal, es muy buena ¿No es divertida la inversión de la cultura del rap que la utiliza como identificación frente al dúo vaqueros y camisa del mundo hippie?
R. Es que a mí el rap me encanta (risas). Como visten, con todo esto de las cadenas, el chándal, las marcas. Los raperos tienen una estética propia: vienen, además, de un contexto popular porque la mayor parte de ellos son muy humildes. Es decir, el rap surge en un contexto totalmente de inmigrantes.
P Es el Nueva York deprimido de finales de los 70 e inicio de los 80
R. Son afroamericanos, latinos también, que son muy pobres y hacen grafitis. Toman el chándal como una prenda reivindicativa.
P. Les Biscuits Salés en los 2000s definían bien ese orgullo chandalero con su rap “Ese pedazo de onda”: “Nada que ver con mis horquillas heredadas y mis bambas que brillan. Ese es mi estilo, ¡lujo deportivo!” También reivindican las hebillas con “escudo suizo”
R. Hubo una exposición en el Museo de Antropología y tenían las hebillas que pintaban y hacían ellos. Y también enseñaban el “boom” de las zapatillas. A mí me parece que los raperos son como la gente que vivía en Versalles: unos pavos reales.
P. Para acabar, quiero que entres en el tema político respecto al chándal y su apropiación de este por ideologías de izquierda populista (Hugo Chávez o Fidel Castro)
R. Tiene todo el sentido que se lo ponga Castro, que se lo pongan Chávez o Maduro, porque es una prenda cómoda, es la prenda del trabajador. Del fascismo al comunismo se considera que el mono azul -el antecedente del chándal- es una prenda cómoda y, de hecho, cuando empiezan a popularizarse las marcas juegan con su carácter obrero. En la publicidad, Le Coq Sportif llega a decir: “el domingo no vistas de domingo, ponte un chándal que es una ropa cómoda porque es el día de descanso”.
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