Alfred Hitchcock fue un hombre extrovertido, a quien le gustaba dar fiestas junto a su mujer con multitud de invitados, y a quien le gustaba socializar en los festivales de cine a los que acudía. Y, como cualquier otro mortal, también sentía el deseo de huir de aquello que más detestaba de su vida, un anhelo que sació en sus películas, o al menos así lo cuenta él mismo a través de una voz ficticia en el documental Mi nombre es Alfred Hitchcock, que se estrena este viernes en los cines españoles. En esta película, el divulgador norirlandés Mark Cousins ofrece una perspectiva diferente y más íntima de los secretos y los detalles de su filmografía.
El actor y experto en imitar voces Alistair McGowan, conocido por la comedia británica The Big Impression, es el encargado de emular al famoso cineasta y logra crear el clima perfecto para que el espectador entre en el juego que propone el director de este documental: repasar de manera original y novedosa una trayectoria de 53 películas que ha pasado por la boca y la pluma de tantos críticos y expertos, y conseguir así una mirada distinta de sus cintas mudas, los famosos títulos rodados entre 1950 y 1960 y sus obras posteriores.
Plano a plano, detalle a detalle, Hitchcock desgrana las emociones de sus personajes y los impulsos que los llevan a tomar sus decisiones, pero pone especial énfasis en aspectos como la huida, el deseo y la soledad, verdaderos motores de sus actos. Es el caso, por ejemplo, del personaje de John ("Jimmy", James Stewart) en Vértigo (1958), conduciendo por las calles de San Francisco siguiendo a Madeleine (Kim Novak), y entrando así en una espiral de deseo.
A través de la voz de este imitador, reconoce que en sus películas se dejó llevar por una huida íntima: de uno mismo y, según reconoce, soñaba con librarse del "yugo de la identidad inglesa y el decoro"
Como él mismo señala a través de esta voz ficticia, Hitchcock (Londres, 1899 - Los Ángeles, 1980) fue educado con jesuítas y las limitaciones que le transmitieron le llevaron a reprimirse, por lo que reflejó el placer del deseo y los riesgos que conlleva en sus películas. Además, a través de la voz de este imitador, reconoce que en sus películas se dejó llevar por una huida íntima: de uno mismo. Según reconoce, soñaba con librarse del "yugo de la identidad inglesa y el decoro".
Hitchcock sirve al espectador de este documental un Montrachet -el vino que eligió para su película La ventana indiscreta (1954)- y le cuenta que uno de sus objetivos es hacerle sentir como en unas vacaciones de sus vidas, pero también un estado onírico y una hipnosis que conseguía a través del ritmo. El director siempre estaba en busca de la sorpresa visual, y lo que para unos suponía antemponer la forma de grabar a la acción dramática, para él significaba huir de la manera tradicional de hacer las cosas, tanto en lo formal como en el contenido.
Hitchcock, ¿misógino?
"Aunque una vez hice una película sobre Orson Welles, generalmente evito a las grandes bestias de cine. Están bien cubiertas y prefiero explorar un territorio menos conocido. Pero las películas de Alfred Hitchcock me parecen inagotables para mí", señala en las notas de producción de la película Cousins, quien para este documental decidió ver en orden cronológico toda la filmografía del cineasta y leyó algunos de los muchos libros que analizan sus técnicas y sus obsesiones.
Además, también recurrió así al libro que publicó su hija, Alma Hitchcock, o las memorias en las que Tipi Hedren narró el acoso y la tortura que sufrió por parte del director. Sin embargo, tal y como ha señalado en declaraciones a Efe acerca de la supuesta misoginia y maltrato a sus actrices, ha señalado que "no hay evidencias", más allá del caso concreto de Hedren. "Conocí a Janet Leigh y le adoraba, Teresa Wright le adoraba, Ingrid Bergman también y si nos remontamos a su periodo mudo, Anny Ondra o Carole Lombard eran colegas de copas y colaboradoras", subraya.
Precisamente, Mark Cousins no es sospechoso de machismo. Este prestigioso divulgador cinematográfico cuenta entre sus documentales, además de La mirada de Orson Welles, Jeremy Thomas: una vida de cine, La historia del cine: Una odisea o el libro Historia del Cine, con Women make film, un homenaje a las mujeres cineastas, con más de mil fragmentos de películas rodadas a lo largo de 13 décadas y en los cinco continentes.
"Me considero un feminista apasionado y realmente he buscado evidencias de que Hitchcock fuera una persona horrible o que sus películas fueran misóginas y no las he encontrado. Hay feministas que le critican, pero otras dicen lo contrario, no debemos fiarnos de los rumores, hay que ir a las pruebas", señala en esta entrevista.
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