Durante la inauguración del pantano del Ebro, en 1952, Franco pronunció un discurso en el que aseguraba: "Nos dolía España por su sequedad, por su miseria, por las necesidades de nuestros pueblos y nuestras aldeas, y todo ese dolor de España se redime con estas obras hidráulicas nacionales". El dictador fue más allá y habló del poder de la tecnología sobre el paisaje para hacer a España libre, independiente, autónoma (Para dolerla mejor, podría pensar cualquiera). Quince años después de aquel discurso, la empresa International Minerals and Chemilchals trataba de persuadir al gobierno español de firmar un contrato para la explotación de los fosfatos del Sáhara Occidental. En plena guerra fría, el campo de los fertilizantes era de primer interés para las grandes potencias. España no podría mantenerse al margen. Y no lo hizo.
¿Quién ideó los pantanos? ¿Hubo una relación entre el Opus Dei y el Csic? Un libro pretende arrojar luz sobre el papel de la investigación científico-técnica durante ese período
¿Qué papel tuvieron los ingenieros y científicos en la construcción del franquismo? ¿Qué relaciones existieron entre investigadores y técnicos con el proyecto ideológico del régimen? ¿Quién ideó los pantanos? ¿Hubo una relación entre el Opus Dei y el Csic? Un libro pretende arrojar luz sobre el papel de la investigación científico-técnica durante ese período. Se trata de Los ingenieros de Franco. Ciencia, catolicismo y guerra fría en el Estado franquista, publicado por Crítica, y escrito por Lino Camprubí, investigador español en el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia, en Berlín. En las páginas de este libro Camprubí asegura que sin tener en cuenta la investigación científico-técnica no se puede llegar a entender la configuración del Estado durante el franquismo, un proceso esencial para "la España del final del siglo pasado y principios del presente".
La tesis principal de las páginas de este libro es que "determinados grupos de ingenieros y científicos fueron participantes activos en las transformaciones políticas y económicas de aquellos años". El nacionalismo tecnológico se convirtió –afirma el autor- en una herramienta legitimadora que aglutinó a grupos de intereses muy diversos y permitió a la dictadura sobrevivir a lo largo de los años a pesar de (o, más bien, gracias a) sus contactos crecientes con las democracias occidentales. "Es más, el desarrollo técnico fue uno de los pilares de esos contactos internacionales y una fuente de intercambios y alianzas por encima de desavenencias políticas", afirma Camprubí.
Muchos y muy variados temas ocupan estas páginas: Opus Dei y el nacional-catolicismo; los sindicatos verticales y de los pantanos de Franco;el Parque Doñana y el WWF...
Para ilustrar esa relación, Camprubí comenta y documenta proyectos como las semillas híbridas de arroz o las viguetas de hormigón pretensado; del carbón y el uranio enriquecido; el interés de Franco por la creación de una bomba atómica; las relaciones del catolicismo y la investigación; la explotación natural como fuente económica. Todos ellos, elementos que componen “un retrato del franquismo apegado a las transformaciones materiales, inevitablemente ensambladas a las estructuras sociales e ideológicas”. Muchos y muy variados temas ocupan estas páginas: Opus Dei y el nacional-catolicismo; los sindicatos verticales y de los pantanos de Franco; los pactos hispano-norteamericanos y Gibraltar; el Parque de Doñana y el WWF o el conflicto del Sáhara Occidental en ocasión de la explotación que hicieron los americanos de los fosfatos de esa zona.
Tanto el CSIC como el Opus Dei crecieron simultánea e interdependientemente, alimentándose mutuamente a través de una densa red de amistades, contactos, ideas y edificios
Según el autor, tanto el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) como el Opus Dei crecieron simultánea e interdependientemente, alimentándose mutuamente a través de una densa red de amistades, contactos, ideas y edificios. "No es que el Opus influenciase al CSIC sino que el CSIC marcó el contenido y desarrollo del Opus. Dicho más rigurosamente para evitar falsas dicotomías: la gestación y desarrollo del CSIC y el Opus Dei puede entenderse como una co-evolución". Esta perspectiva, perseguida a través de la historia arquitectónica de laboratorios, iglesias y poblados de colonización (de Madrid a Badajoz), dice Camprubí, permite indagar en un aspecto del franquismo prácticamente inexplorado:" las conexiones internas de la ideología nacional-católica con la industrialización y la investigación científica", asegura.
"En estos años se construyeron iglesias en edificios destinados previamente a laboratorios, laboratorios pertenecientes a la Iglesia e iglesias que funcionaban como laboratorios"
El razonamiento del Opus Dei "sobre la promesa de perfección cristiana en la vida profesional y el matrimonio" iba de la mano con las aspiraciones nacionalistas para la reforma de España. La asociación del catolicismo a profesiones liberales y a la transformación de España no fue exclusiva del Opus Dei, plantea el autor, sino que pasó a una concepción mucho más amplia, hasta convertirse en una de las piezas centrales del nacionalcatolicismo. Camprubí aporta en estas páginas los planos de muchos proyectos donde religión e investigación se sujetan. "En estos años se construyeron iglesias en edificios destinados previamente a laboratorios, laboratorios pertenecientes a la Iglesia e iglesias que funcionaban como laboratorios”. Eran, explica el autor, dos caras de una misma moneda. La construcción conjunta de laboratorios e iglesias señalaba la ligazón entre nacionalcatolicismo y tecnología como elementos de modernización y progreso.
El relato extendido sobre el franquismo y los llamados “tecnócratas” del Opus Dei indicia que su peso político comienza en 1957. Camprubí niega el dato: asegura que fue mucho antes
El relato extendido sobre el franquismo y los llamados "tecnócratas" del Opus Dei indica que su peso político comienza en 1957. Camprubí niega el dato: asegura que fue mucho antes. Fueron ellos quienes dirigieron la modernización y "el milagro económico" al aplicar las recetas liberales en lo económico, sobre todo al recortar el gasto público y abrir la economía a las instituciones financieras y los mercados internacionales. Un ideal específico que tomó forma en la construcción de los pueblos nuevos, los planos urbanos e incluso el aspecto y ordenamiento público, del que formaron parte, por supuesto, más de 300 pantanos. "En la construcción de este ideal desempeñaron un papel inexcusable ingenieros, científicos y arquitectos que, junto con otras figuras poderosas del régimen, compartían el doble objetivo de preservar la identidad católica española y actualizar su economía política (…)Los ingenieros, científicos y arquitectos del franquismo transformaron no solamente la faz de España, sino los significados mismos de patriotismo y de la religiosidad nacionalcatólica".
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