Las tempranas memorias Con todo. De los años veloces al futuro (Planeta) son un ajuste de cuentas con el pasado. Encontramos en título la palabra “futuro”, un concepto que se repite en sus intervenciones recientes, pero del futuro se habla poco en esta obra. Estar vivos, estar dentro, ser diputado, es la única clave para Errejón. La enuncia al principio al explicar que “detrás de nosotros, la ventana de oportunidad de la que tanto hablamos ha terminado por cerrarse casi del todo. En ese sentido, cabe pensar que estar vivos es ya una cierta victoria”. También insiste en las reflexiones finales: “Hemos abierto un lugar político propio y ahora toca ver cómo abrirle camino. Estamos vivos” (página 371). Parece como si hablar de “futuro” fuese solo una manera de situarse fuera de la nostalgia, pero que su “futuro” se reduce ya a seguir vivo. Ser diputado.
El objetivo principal de Con Todo es revelar al público de las causas de su enfrentamiento con Pablo Iglesias y certificar la defunción de Podemos. Esto sitúa al libro en un lugar intermedio entre otras dos obras. La primera es Fuego y cenizas: éxito y fracaso en política de Michel Ignatieff, donde el líder del Partido Liberal canadiense, que hundió a esa formación política, explica que su error fue ser demasiado bueno para una política tan cruel y de bajas pasiones. La segunda obra que viene a la cabeza es Multimillonarios por accidente: el nacimiento de Facebook, de Ben Mezrich, en el que se basó la película La red social. Ese libro es una crónica que destapa “las fiestas locas, el sexo con mujeres despampanantes, el talento de sus fundadores, el dinero de los inversores y la traición entre amigos”. En una entrevista en 2015, Errejón declaraba que “en Podemos hay tanto sexo como en Juego de Tronos”. Habría que añadir también que había más juego de tronos que en Juego de Tronos.
Errejón reconoce errores a la manera de una entrevista de trabajo: su único defecto es ser demasiado perfeccionista. Según su relato, Podemos se torció porque dejaron de hacer caso en su hipótesis. Para él, no se jodió cuando Iglesias se compró un chalé. Tampoco cuando la Unión Europea le tuerce el brazo a Tsipras y Syriza para dar un ejemplo al resto de países del sur de Europa. Cree que la política es autónoma y estos procesos importan poco si tienes una buena construcción narrativa de los sujetos. Es la hipótesis nacional-popular. La hipótesis es su biografía y su biografía es la hipótesis. A pesar de todo, el libro merece una extensa reseña en Vozpópuli.
“Nosotros” contra “ellos”
La hipótesis de Errejón requiere trascender de las divisiones ideológicas para crear un sujeto “nosotros” frente a otro “ellos”. En la propuesta nacional-populista de Errejón, el sujeto será el pueblo español y el “ellos” serán las élites, la famosa casta. En otros populismos de derechas, el “nosotros” es el pueblo y el “ellos” son los inmigrantes. Errejón articula un populismo democrático. Podemos funciona como un tiro cuando sigue la hipótesis y empieza a averiarse cuando recupera los clichés de la izquierda. Al menos así lo entiende Errejón, y seguramente tenga razón. Si eres la izquierda de verdad te votarán los que se sienten de izquierdas de verdad. Si amplias el sujeto, ensanchas tu espacio.
El equipo de campaña que montamos es como mi fiesta de cumpleaños, como la canción 'Son mis amigos' de Amaral…
Como nadie escribe un libro para dejarse mal, Errejón habla de la corte de Iglesias. Los comunistas que acompañan a Pablo se dedican al control interno del partido, mientras que a Errejón -según explica él mismo- solo le interesa lo bonito de la política. Estas referencias a los comunistas son constantes y de alguna manera Errejón ya parecía estar predestinado al choque con ellos. Sus padres militan en la izquierda que no es comunista, él mismo milita siempre en el no comunismo. Pero este anticomunismo no parece ideológico, sino inserto en una lógica de grupos de afinidad, o pandillas, para entendernos. Errejón no tiene un problema con los comunistas, porque para las listas electorales de Cataluña recurre a ellos. Del mismo modo, cuenta con algunos destacados cuadros que provienen de Izquierda Unida y el Partido Comunista de España en su partido.
El problema de Errejón es de una pandilla contra la otra y la otra son “Irene (Montero), Rafa (Mayoral), Juanma (del Olmo), Ione (Belarra), Yolanda (Díaz) y ya tristemente Pablo (Iglesias)” (página 162). No aparecen entre estos comunistas otros como Tania Sánchez ni Pedro Palacios, lo que nos da a entender esa lógica de pandilla de ‘los que están conmigo y los que están con los otros’. Tampoco ve Errejón la corte en ojo propio, aunque lo admita en su texto: “El equipo de campaña que montamos es como mi fiesta de cumpleaños; la gente que llevamos junta desde el principio, que nos conocemos de muchos años y que funcionamos con una compenetración perfecta. (…) ¿Sabes la canción esa de Amaral de ‘Son mis amigos’? Pues era eso”, admite en la página172.
El líder de Más País parece convencido de que los comunistas vencieron en Vistalegre 2, pero él hubiera conquistado España. “Nosotros ganamos fuera, que quiere decir que ganamos más cuanto más lejos llega nuestro mensaje, somos más queridos y comprensibles entre las partes quietas que en los militantes” (página 211). Parece convencido de que las bases de Podemos no le quieren, pero los españoles le adoran. No hay ninguna duda: si el país fueran los medios de comunicación liberales y Vistalegre 2 se hubiera votado en las redacciones de los periódicos progresistas, Errejón hubiera arrasado. El entorno errejonista era intelectualmente brillante, pero sus rivales internos no eran mancos.
Echenique y la mediocridad
El autor de Con todo concede pocos méritos a sus rivales. Su escondida soberbia, que sí reconoce en su entorno, le impide aún hoy ver que le ganaron dejendo que el mismo se situara donde querían. Cuanto más intelectual se presentaba, menos líder político parecía. Cuanto mejor hablaban de él en la prensa, menos populista era. El entorno de Errejón era intelectualmente brillante, pero sus rivales internos no eran mancos. A esa corte de Iglesias se le puede acusar de “estalinismo cuqui” o de implantar una relación psicopática con las personas a través del poder y tendría razón. Pero le ganaron también el afuera, dejándole que él mismo se situara donde ellos querían.
¿Otro problema grave de Podemos? Personas a las que se podía leer, porque tenían algo que decir, como el sociólogo Jorge Moruno y muchos otros, fueron sustituidas con un criterio de selección inverso. Para brillar te puedes rodear de gente brillante, pero también puedes destacar rodeándote de gente más mediocre que tú. Imagínense que cada escalafón hacia abajo es voluntariamente más mediocre que el superior, e imagínense que encima de todo el aparato del partido está Echenique. Si el segundo nivel del aparato ya tiene que ser más mediocre que Echenique, echen cuentas del tercero o del cuarto.
Tendremos que esperar al próximo libro para enterarnos de quienes le impiden en Más País sacar la bandera de España
Los cronistas políticos Enric Juliana y Esther Palomera narraron en la primavera de 2017 la operación Jaque Pastor que costó la continuidad en el cargo al entonces secretario de organización de Podemos, Sergio Pascual. El suceso es tal que así: un ordenador que queda abierto en la sede de Podemos y la pantalla muestra un chat donde Pascual, Errejón, Maestre y otros afines a Íñigo conspiraban, según los cronistas Juliana y Palomera, para hacer caer a Iglesias. En Con Todo Errejón quita bastante hierro al asunto (“es uno de esos grupos, que se llama ‘Dinamización’, estamos varios compañeros, entre ellos yo. Claro que tenemos grupos en los que compartimos línea y elaboramos nuestras posiciones, ¿pero quién no?”, página 196). Nos quedamos sin saber ni quién encuentra el ordenador encendido y se lo enseña a Iglesias, ni el contenido que hizo que el periodismo bautizara la operación como ‘Jaque Pastor’. El lector solo puede quedar decepcionado por este técnica del libro de ‘mencionar sin explicar’.
Gerona mola, Cornellá no tanto
El 31 de enero de 2015 Podemos colapsa Madrid con la Marcha del Cambio, donde cien mil personas se manifiestan convocadas por un partido y una idea. Es una demostración de fuerza impresionante. Íñigo se queda ronco los días previos pidiendo que “en esa marcha lleváramos la bandera de España, que nos reivindicáramos de esa bandera y, sobre todo, nos hiciéramos cargo de ella” (página 136) porque “no hay izquierda hegemónica sin país ni país sin bandera”. Errejón incluso recalca que hoy, después de la España de los balcones, “sigo pensando exactamente lo mismo; es más, si cabe, lo siento más” (página 138). Tendremos que esperar al siguiente libro para saber quiénes son los que le impiden sacar hoy la bandera española en Más País, si tan convencido está.
Al mismo tiempo que Íñigo defiende la rojigualda, se enfrenta con Iglesias por Cataluña. Errejón cree que el Procés es “una expresión de voluntad democrática transversal” (página 134) y pone un tuit desmarcándose de un acto de Iglesias en Barcelona donde ha dado candela a los independentistas, incluyendo a la CUP. El líder de Más País apela a su biografía en Cataluña (página 160) y siente “una cuestión meramente biográfica, de piel” (página 133). ¿A qué se está refiriendo? Incluso antes de Bolivia, Errejón admite que su primer acercamiento a lo nacional-popular es conviviendo con una novia en Gerona. Es decir, el primer acercamiento es en los ambientes independentistas de Gerona en lo nacional y en la provincia más rica de España en lo popular.
Como buena parte de la izquierda madrileña flipada por toda la estética indepe catalana y vasca, Errejón reconoce la pluralidad de España, pero desconoce la catalana
Íñigo Errejón acusa a Iglesias de acercarse inicialmente a Cataluña con las gafas de Madrid, y llega a acusarle de introducir la división entre los catalanes (“Pablo protagoniza una agria polémica con el catalanismo cuando reintroduce una división ya superada en la sociedad catalana”, comparte en página 158). Incluso llega a despreciar a los barrios de clase trabajadora de Barcelona: “un área metropolitana congelada e idealizada a lo Marsé que estaría harta de la cuestión nacional”. Errejón desprecia este sentimiento. Curiosamente los que “salen catapultados” (página 160) en las elecciones autonómicas catalanas son Ciudadanos. Algo incomprensible cuando llevas una gafas con una lente de Madrid y otra de Gerona.
Si el Procés no divide a los catalanes y era algo tan transversal, ¿cómo es posible que Ciudadanos fuera el partido más votado? ¿Y posteriormente el PSC? Parece un misterio insondable para el líder de Más País. Como buena parte de la izquierda madrileña flipada por toda la estética indepe catalana y vasca, Errejón reconoce la pluralidad de España, pero desconoce la catalana. Como si la Cataluña de Estopa fuera un barrio de Vallecas y no fuera tan catalana como la Cataluña de Txarango. El desprecio por las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona acabaría siendo letal para esa izquierda, cuando se descubra cómo un factor clave para el sistema electoral español: primero disparó a Ciudadanos y ahora estabilizó a los socialistas. Ganar la Cataluña mestiza es ganar un cuarto de España. El voto que convirtió a Podemos en una fuerza al alza, que le hizo ganar Cataluña en unas generales, hoy seguramente tenga una parte en ERC, pero el grueso de municipios que fueron morados se convirtieron en naranja y ahora vuelven a ser rojo PSOE.
Conclusión
Si Errejón, en lugar de una novia de Gerona, se hubiera echado una de Cornellá podría haber visto como esa bandera rojigualda que a él no le dejaron sacar (presuntamente) en enero de 2015 colgaba en 2017 de casi todos los balcones de los bloques de pisos en muchos barrios de Cataluña. También podría haber conocido una Cataluña que no sintió alegría en octubre, sino miedo y angustia. Quizás porque solo quienes tienen la vida solucionada pueden permitirse que se disuelva su patria: los que no tienen que preocuparse de qué país le va a pagar la pensión o de perder el empleo si su empresa se va de Cataluña.
España superó la división de izquierda y derecha en el momento en que en los consejos de administración de las cajas que desahuciaban había miembros de IU y CCOO mientras que parando desahucios podía haber votantes de Convergencia o PP. El movimiento popular y la movilización definieron que el eje era el de arriba y abajo. ¿Es hoy realizable una propuesta política que no obligue a elegir entre España y subir el SMI? ¿Pueden los españoles ir a las urnas sin tener que optar entre seguridad ciudadana y seguridad laboral? ¿Entre familia y libertades? Esa es la pregunta que queda flotando cuando alguien termina de leer Con Todo y lo archiva en el cajón del pasado.
Óscar Guardingo fue senador de Podemos. Actualmente ha vuelto a trabajar en la inyectora de aluminio de la fundición de SEAT Componentes.
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