Cultura

Inocencio Arias: " Sánchez es el presidente con menos escrúpulos de los últimos 90 años"

El exdiplomático publica 'Con pajarita y sin tapujos' (Plaza & Janes), un libro en el que aborda desde lo que él llama la superioridad moral de la izquierda hasta el problema nacional que hoy atraviesa España

El título del nuevo libro de Inocencio Arias no falta a la verdad, porque el exdiplomático ni se quita la pajarita, porque es ya casi un rehén de ella, ni calla, porque escapa a su naturaleza. Comenzó la carrera diplomática en 1967 como embajador en BoliviaArgelia y Portugal pero no sería hasta 1981, con Adolfo Suárez, cuando se volcó de lleno en la Oficina de Información Diplomática, un lugar que le venía como anillo al dedo a alguien como él, entrador, ocurrente y con arrestos suficientes para moverse por igual en un baile de gala como en las polémicas de la entrada de España en la OTAN

Trabajó con todos los presidentes de la Transición: Suárez, Calvo Sotelo e incluso para un novísimo Felipe González que se estrenaba en la arena política. Pero a este diplomático con madera de periodista nacido en  Almería le han pasado algunas cosas más. Fue embajador en la ONU y director general del Real Madrid, además de actor en una docena de películas de la mano de directores como Luis García Berlanga, Manolo Summers o Antonio del Real. Pero hay más; con este hombre siempre hay más. Y en este libro lo demuestra.

Si José Luis Rodríguez Zapatero le pareció alguna vez un hombre con sentido de Estado, aunque un verdadero manazas, a Pedro Sánchez no le da demasiado cuartelillo. Pero hay bastantes más opiniones en las páginas de Con pajarita y sin tapujos (Plaza & Janes), un libro en el que aborda desde lo que él llama la superioridad moral de la izquierda, pasando por las ocurrencias de Donald Trump hasta el inmenso problema nacional que hoy atraviesa España. Sobre esos temas habla en esta entrevista concedida a Vozpopuli.  

No se quita la pajarita ni se calla, pero es que han pasado muchas cosas, desde el auge de los populismos hasta los pactos que nunca se concretan.

Hay un dato más importante: hablamos de la subida del populismo al Gobierno. Pedro Sánchez es el presidente de Gobierno con menos escrúpulos de los últimos 90 años, no sólo por mantenerse en el poder sino porque se alía con quien sea para conseguirlo, y no solo con los populistas, sino lo que es mucho más grave: se alía con gente que no solo quiere romper España, no solo eso, pacta con quien quiere romperla el mismo día que se sienta en la mesa. Y como Sánchez tiene una idea mesiánica, piensa que los va a convencer a su ambición.

Sánchez parecía que relanzaría la actividad exterior, pero parece que no mejorará la línea de sus predecesores más cercanos.

A Zapatero le gustaba poco la política exterior y Rajoy se volcó más en el rescate financiero. Por eso, la idea de que España cobrase un protagonismo inusitado es una quimera. Teníamos una oportunidad histórica de subir en la política internacional con la retirada de Inglaterra de la Unión Europea. Pedro Sánchez no podrá conseguirlo, porque tendrá que estar concentrado en el tema catalán y, sobre todo, en cómo calmar a su partido con ese tema. La Unión Europea ya no es un actor en la política internacional, porque no hay tema en el que no esté dividida, desde la inmigración o refugiados, al ascenso de China y Putin, que violó el derecho internacional con la invasión a Ucrania e incordia elecciones, y mientras hay partidarios en hacerle frente, otros están pensando echar pelillos a la mar. Macron y Merkel son hoy mucho más importantes en la Unión Europea que Sánchez.

Usted comenzó como diplomático en 1969. Desde entonces, ¿cuánto ha mermado la política exterior española?

Cuando yo comencé mi carrera diplomática estaban Estados Unidos y Rusia, pero es que ahora eso ha cambiado. China ha entrado en escena. Además de la Unión Europea surgió también India, que es un nuevo actor, y por supuesto América Latina. Los acontecimientos de Chile tienen más repercusión en España que en Austria y ya ni hablar de Venezuela. El problema es que se ha perdido la profundidad de esos lazos, que siguen siendo muy fuertes, pero que deben reforzarse. Por ejemplo, el viaje del Rey a Cuba no me parece mal. Otra cosa es la fecha, que no me pareció adecuada, porque fue justo al día siguiente de las elecciones. Ahora, sería raro que el rey de España no fuese a Cuba en el aniversario de los 500 años de la fundación de La Habana y cuando se dice que el Rey no debe ver a la oposición es cierto: porque no es él quien tiene que ver a la oposición, sino Sánchez. El Rey no va a hacer política, va a estrechar lazos.

Escribe en su libro sobre la superioridad moral casi en la víspera de la sentencia de los ERE…

Hay muchas cosas en las que hay que cuestionar la superioridad moral de la izquierda. ¿Qué lecciones puede dar si tiene los ERE, el caso de la FAFE. ¡Es una burla, un asunto surrealista! Si a los de Podemos, PP, Ciudadanos o Vox los socialistas le mencionan la palabra corrupción, es como para que cada uno les pregunte si se están cachondeando. ¿Cómo puede tocar el PSOE el tema de la corrupción?

¿El asunto catalán se enquista, descalabra, se replantea?

Se enquista. El PSOE ha conseguido que haya centenares de miles de catalanes que piensan que España los asfixia cultural y económicamente. Entre otras cosas porque los nacionalistas han tenido educación y los medios a su servicio, y eso es difícil de revertir. Los que piensan así son una minoría, pero no una minoría de mil, y ese es el problema. Mientras continúe la educación en manos de los separatistas, esto seguirá así.

¿Qué piensa de la afirmación de Borrell, ahora Alto Comisionado Europeo, acerca del hecho de que Cataluña "es un problema interior de un país miembro”?

Claro que los separatistas intentan que no lo sea, en eso lleva razón el señor Borrell. Es necesario parar todas las artimañas que hacen en el extranjero. La prueba es cómo trata la prensa el tema catalán. Hay varios periódicos que son ambiguos. Yo estaba suscrito a The Financial Times y me he borrado, porque da vergüenza la ambigüedad con la que trata el tema. Nunca ha escrito que Cataluña se merece independencia, pero sólo recoge las opiniones separatistas, o se centra más en la represión policial que en la ilegalidad de las acciones que se reprimen. Eso es equidistancia. Estoy seguro de que si Liverpool quisiera independizarse, The Financial Times los fulminaría.

De estas elecciones ha habido unos resultados particulares. ¿Su visión a día de hoy, cuál es?

Vox ha crecido gracias al problema catalán y porque al PSOE le convenía. Creo que Ciudadanos ha bajado, lamentablemente, no porque el electorado haya visto que Rivera daba bandazos. No es por eso, sino que ante la alarma que crea Pedro Sánchez en el electorado de centro-izquierda, ha producido una reacción de voto útil: el PP y la derecha más recalcitrante se fue a votar a Vox, que le ha favorecido.

Habla de la reforma constitucional con un tono irónico, que recorre todo el libro por cierto.

La Constitución es reformable. No es inmutable pero esta idea de que hay que hacer otra Constitución es una idiotez. Es muy reformable, por ejemplo, el tema de la sucesión a la Corona. Hay que poner, de forma clara y rotunda, que si hay una mujer primero y el hombre después, la mujer es la reina. Ahora eso no está claro. También hay asuntos territoriales. Si queremos crear más divisiones en este momento que tenemos lo de Cataluña, pues sigamos haciendo tonterías. Ese capítulo es totalmente irónico pero es que es la verdad.

Hasta le da tiempo de hablar de fútbol en este libro. ¿Cómo lo ve en España el tema?

Está sobredimensionado económicamente. Es escandaloso lo que ganan los futbolistas pero la culpa es nuestra, porque a todos los que nos gusta el fútbol, sacamos un abono que cuesta más de mil euros, y compramos el marketing de esos equipos. Somos los culpables, si uno consume el producto, incluso aunque los pongan más caros, se convierte en el culpable de que un jugador mediocre como Bale gane 58.000 euros al día. Pero sí que hay algo que ha mejorado y es importante: el fútbol en las mujeres, que ahora son más visibles porque además juegan muy bien. La selección nacional femenina es un equipo de primera.  

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