El escritor sevillano Isaac Rosa ha ganado este lunes el 64 Premio Biblioteca Breve, dotado con 30.000 euros, con su obra "Lugar seguro", una novela picaresca del siglo XXI, que, según ha dicho, pretende ser "una mirada al futuro próximo, pero huyendo del habitual acercamiento distópico".
El jurado del premio, formado por Juan Manuel Gil, Pere Gimferrer, Benjamín Prado, Andrea Stefanoni y la editora Elena Ramírez, ha decidido conceder el galardón a la novela de Rosa por haber hecho "un retrato genial de tres generaciones de granujas de una misma familia que se aprovechan de las grietas del sistema en su propio beneficio".
"Lugar seguro", que se ha impuesto entre los 858 manuscritos presentados, cuenta la historia de Segismundo García, un comercial venido a menos que cree haber encontrado el negocio de su vida, la venta y construcción de búnkeres de bajo coste dirigidos a las clases más humildes.
Estafadores
El padre del protagonista, de igual nombre, fue condenado hace años por una estafa en una red de clínicas dentales de bajo coste y el último de la estirpe, su hijo Segis, aprovecha las oportunidades de las nuevas tecnologías para idear todo tipo de negocios que se mueven por el vacío legal.
Ambientado en un futuro muy próximo, el libro se desarrolla en tan solo 24 horas, en las cuales el lector acompaña al protagonista en la búsqueda de un tesoro escondido, susurrado por el iniciador de la saga al narrador.
Tras el fallo del premio, el autor ha comentado que quería escribir "la versión pop de esa mirada al futuro como un contenedor de amenazas, que con la pandemia no ha hecho más que agudizarse". En un mundo, señala, en el que "vivimos rodeados de ficciones distópicas, futurófobas, que nos invitan a replegarnos en el presente y que miremos al pasado con nostalgia, idealizándolo, y buscando formas de salvarnos, el principal reto era ser capaz de imaginar un futuro cercano en el que se abriera una posibilidad de mejora".
Confiesa Rosa que siempre le han gustado las novelas "circadianas", esas que concentran la acción en un solo día, que a la vez funciona como panorama de una vida entera y como un viaje interior" y los "guiños" más claros, ha dicho, son "Mrs. Dalloway" de Virginia Woolf y, especialmente, el nadador de John Cheever que intenta volver a casa de piscina en piscina, evocado en la primera línea de "Lugar seguro".
Distopía
Para el autor sevillano, no se trataba de hacer "una enmienda a la totalidad de la cultura distópica, pero tampoco el resultado es una utopía" y prefiere hablar de su novela como "una antidistopía, que cuenta un futuro en el que, sin haber desaparecido los actuales problemas, incluso agudizándose algunos, sí se abre paso una posible alternativa que no conduce al abismo, que hasta podría mejorarnos la vida". Si el libro no es distópico, agrega Rosa, su narrador sí lo es: "Quería contar esa posibilidad de transformación de la sociedad y lo tenía que hacer desde los ojos de un narrador cínico y descreído".
El punto de partida de la historia, ideada en los primeros meses de pandemia y del confinamiento, era ese "¿podemos imaginar un futuro que no sea distópico?, no ya utópico, simplemente que no sea peor que el presente". Y añade: "No quería escribir de la pandemia, sino sobre qué venía después, cómo sería ese tiempo futuro cercano".
Haciendo gala de su optimismo, Rosa subraya que "deberíamos aprender de la pandemia que la mayoría de la gente se comportó de manera responsable y no ha sido un sálvese quien pueda, intentando obtener el último litro de gasolina, huyendo de las ciudades y con coches abandonados en las autopistas, como muchas veces se ve en las películas apocalípticas".
La editora de Seix Barral, Elena Ramírez, cree que "Lugar seguro", que estará en las librerías a partir del 9 de marzo, utiliza una "fina ironía" para mostrar cómo el miedo va calando en nuestra vida cotidiana, mientras parte de la población se resiste a esconderse bajo tierra, en una militancia colectiva que no pasa necesariamente por las instituciones.
El también jurado Pere Gimferrer percibe que la novela ganadora "es veraz y hasta verdadera, y al mismo tiempo es una alegoría, un cuento filosófico que trata tanto o más que del dinero, del miedo, de la mentira y de la violencia". Asume Rosa que su novela entronca con esa tradición de literatura picaresca castellana: "Hablamos de pícaros porque no son triunfadores, si no se les llamaría emprendedores, y en el caso de Segismundo García el motor descansa sobre el concepto de ascensor social".
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