Durante su visita a Kiev, el ex primer ministro británico Boris Johnson regaló al presidente ucraniano Volodímir Zelensky una biografía de la reina Isabel II. El autor de la obra, Robert Hardman, periodista especializado en la familia real británica, considera el gesto de Johnson como una muestra más del 'soft power' que la reina proporcionaba a Reino Unido. El libro que recibió Zelensky, ahora publicado en castellano como Isabel II, vida de una reina 1926-2022 (Planeta) repasa la biografía de una reina que según su autor pasará a la historia como una de las más grandes personalidades y uno de los emblemas más valiosos de Reino Unido.
El autor critica la imagen distorsionada que trasladan producciones como The Crown y desvela que la reina estaba preocupada porque Juan Carlos I pudiera ser asesinado durante sus primeros años de reinado. Hardman atiende a Vozpópuli unas horas después de que Liz Truzz dimitiera como primera minitra británica.
Pregunta. Reino Unido pasa por una situación de crisis durante los últimos años, hace unas horas acaba de dimitir la primera ministra, usted ha hablado mucho del 'soft power' de la reina ¿en qué se sustanciaba este poder blando?
Respuesta. Yo cuando estaba escribiendo mi libro hablé con el profesor Joseph Nye quien inventó el concepto de 'soft power', como esa capacidad de persuadir, de tener un encanto para conseguir que las cosas se hagan como tú quieres. Él dijo que Reino Unido había perdido mucha influencia, pero señaló a la monarquía como un elemento con el que Reino Unido siempre se mantendría en el top del poder blando. Por ejemplo, el funeral lo vieron millones y millones de personas en todo el mundo y eso es poder blando. Quizás no les podremos ofrecer financiación o armas pero les podemos ofrecer una buena relación con la prensa. En los archivos ves que una y otra vez líderes mundiales querían conocer a la reina.
P. ¿Hasta qué punto estos viajes o discursos son iniciativa de la reina o era ella autónoma en todos estos actos?
R. Ella no se implica en la política, pero ella marca el tono. Por ejemplo durante todo su reinado, Gran Bretaña había tenido su principal alianza con Estados Unidos. Hubo momentos en los que no estaban alineados como en la guerra de Vietnam, o durante la relación de Cameron y Obama. Pero existía una relación paralela entre el Palacio y la Casa Blanca, que era mucho mejor que la del presidente y primer ministro. No quiere decir que esté dirigiendo la política extranjera, pero está estableciendo otra capa. Pude ver en los archivos clasificados que cuando Ronald Reagan vino a Europa a reunirse con la OTAN, con el G-7 y a ver al Papa, él quería venir a montar a caballo con la reina.
P. ¿Cómo vivió eventos como el referéndum de Escocia o el Brexit?
R. Podemos decirlo claramente con el de Escocia, porque ella dijo: ‘Yo no puedo olvidar que soy la reina de Reino Unido’. Para ella la unión era algo crucial por lo tanto no le gustó el referendum. Con el Brexit es más difícil saber porque era la única persona que estuvo antes, durante y después de la UE. Fue muy activa para entrar en la UE, y eso tuvo un costo para ella porque Australia y Nueva Zelanda, aliados de Inglaterra, pensaron que estaban cambiado de amigos y esto causó un movimiento republicano en Australia para que la reina dejara de ser la jefa de Estado del país. Cuando crece el euroescepticismo es más difícil conocer su opinión, aunque ella siempre dijo que su posición sería la que mantuviera el gobierno. Ella era inteligente y vio que era un debate muy tóxico que estaba dividiendo al país y lo que hizo fue no posicionarse.
P. Comenta en el libro que a Isabel II le gustaba su trabajo, aunque hubo momentos en los que estuvo al límite. ¿Cuál fue el momento más complicado del reinado?
R. A nivel personal, en 1992 cuando se despierta y hay un intruso borracho sentado en su cama, intentando cortarse las venas con un vaso. También ha tenido momentos muy difíciles cuando los matrimonios de sus hijos no iban bien, había acusaciones financieras contra la Corona, y al final ardió el castillo de Windsor. Desde este momento y hasta la muerte de Diana fue la parte más dura de su reinado.
P. Se va a estrenar ahora la quinta temporada de The Crown, usted ha criticado algunos aspectos de la serie ¿Qué cree que es lo que que más distorsiona la imagen de la reina?
R. En cosas generales por ejemplo Olivia Colman, la actriz que la interpreta en su edad mediana, parece que siempre está triste y enfadada, y ella no era así, en absoluto. Luego, en un nivel más concreto, que, según la serie, a nivel privado es muy fría, muy dura, y también parece que estaba conspirando contra Margaret Thatcher. Eso nunca pasó.
P. Ahora que menciona a Margaret Thatcher, ¿sabemos si tuvo algún primer ministro favorito?
R. Creo que tuvo dos, el primero Winston Churchill, ella admiraba a su padre y Churchill fue el gran colaborador de su padre. Era al único que llamaba por su nombre de pila. Y después, Alec Douglas-Home que casi no se le recuerda porque gobernó durante poco tiempo. Era un aristócrata escocés y tenían amigos comunes. Y el menos favorito, creo que fue Edward Heath, a principios de los setenta, que fue un primer ministro que intentó deshacer la Commonwealth, y le dio a ella una orden de que no fuera a las reuniones de la Commonwealth. Y si todavía estuviera viva ahora, igual diría Liz Truss, que no sé si sería su menos favorita, pero desde luego la peor.
P. Recoge en el libro que Juan Carlos I, cuando accedió al trono, llamó a Isabel II para consultarle y ella le recomendó que realizara viajes por España. Más allá de estos consejos, ¿cómo fue la relación entre ambos monarcas?
R. Todas las monarquías europeas están muy conectadas, en general, todas tienen buena relación, están conectadas por lazos familiares... Ella estaba encantada con la restauración de la monarquía en España, porque no tiene que ver con tener títulos sino con tener una misión para la democracia. Ella pensaba que la monarquía protegía el proceso democrático y estaba preocupada por Juan Carlos, porque unos informes de inteligencia apuntaban que lo iban a asesinar. Tenía miedo por ello y había un gran deseo de que las cosas salieran bien.
Yo no podría decir hasta que punto le llamaba para pedirle consejo, pero Juan Carlos no podía preguntarle a su padre porque no había reinado, era como empezar una página en blanco, entonces tenía sentido que consultara a Isabel II que llevaba 25 años reinando.
P. ¿Cómo cree que será recordada?
R. Como una de las grandes personalidades, como la monarca que llevó a su país de ser un país devastado por la guerra a convertirse en una de las principales figuras en el mundo. Es el primer monarca del mundo que su misión desde el principio fue devolver territorios, pero haciéndolo de una manera amistosa. Y a partir de ahí surge la Commonwealth que nació con ocho estados y cuando ella murió tenía 56. El lunes de esta semana se dio la bienvenida a Gabón en la Commonwealth, y la semana que viene lo hará Togo, que ninguna de ellas fue colonia británica.
P. ¿Será capaz el nuevo rey Carlos de mantener esta capacidad de generar este carisma y este poder blando?
R. Creo que sí. El pueblo ha comprendido que ha sido príncipe durante muchos años. Por ejemplo, el año pasado, en la COP 26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático) le dieron al entonces príncipe un reconocimiento, porque él había estado en la COP 1, y ahora estaba en la 26. Es como el abuelo de la COP, todos los líderes mundiales querían hablar con él. Cuando Joe Biden llegó le dijo: ‘si no fuera por ti, no estaríamos aquí’, y eso es 'soft power'.
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