Cultura

James Ellroy: “Las novelas de Hollywood de mitad del siglo XX están obsesionadas con la Guerra Civil española"

El escritor estadounidense ha publicado 'Pánico' una ácida novela negra ambientada en Los Ángeles, en 1953

Lo que cuentan de James Ellroy (Los Ángeles, 1948) no siempre es cierto. Unos dicen que ladra, otros que se levanta y se va y deja a medias la entrevista, los hay que van a someter al escritor al tercer grado y en realidad sienten que se van a examinar ante un tribunal. “¿Cuántas nos quedan?”, pregunta Ellroy a la encargada de prensa de la editorial, que le responde que ya va a ser la última. No está cansado. Se ha echado una siesta y está estupendo, sentado en un sillón estrechando la mano. Lleva unos cuantos encuentros con los medios para hablar de Pánico (Literatura Random House, 2022), una ácida novela negra ambientada en Los Ángeles, en 1953, y protagonizada por Freddy Otash, un agente de la ley reconvertido en detective de famosos que tiene la extorsión como dilema moral. En el pecado lleva la penitencia. Mientras tanto, James Ellroy da otro trago de agua. Es un púgil en la esquina esperando a que suene la campana. Solo le falta escupir.

Pregunta: El primer cuarteto de Los Ángeles va de 1946 a 1958. Entiendo que Perfidia pertenece al segundo cuarteto. Por lo tanto, ¿qué lugar ocupa Pánico, teniendo en cuenta que está ambientada en Los Ángeles y en 1953?

Respuesta: Es otro grupo de libros. Habrá solo dos: el libro que estoy escribiendo ahora y una secuela muy distinta. Pánico es una comedia, Freddy Otash es un personaje ridículo, un bufón que siempre se enamora de mujeres que no le quieren. Es una sátira, es periodístico... Va mucho más allá de la vida. Es un San Valentín oscuro de Los Ángeles. El siguiente, que se desarrolla varios años después, es un libro totalmente serio y hay un Otash diferente. Estos dos libros, el título general que los engloba es Otash en Hollywood.

P: Con Perfidia, su intención era desarrollar su carrera como novelista histórico. ¿También con Pánico?

R: Sí. Es historia, igual que la trilogía de América.

P: Creo que se considera un poco agorafóbico... ¿Ignora el mundo para ser más optimista?

R: No, no... Yo salgo fuera todo el tiempo, pero sí que tiendo a recluirme.

P: ¿Y le es más sencillo escribir de momentos pasados de la historia por recluirse?

R: Sí. Normalmente estoy recluido. Es mi estado normal. Me gusta estar contenido en un entorno manejable.

Normalmente estoy recluido. Es mi estado normal. Me gusta estar contenido en un entorno manejable.

P: Porque puede controlarlo, entiendo.

R: Sí. No me gusta el ruido, la contaminación, las distracciones... No tengo ordenador ni nunca lo he utilizado. No tengo teléfono móvil ni tampoco televisión.

P: Volviendo a la relación que hay en Perfidia y en Pánico, en su última novela vuelve a aparecer William H. Parker, un personaje con el que se siente identificado.

R: Desde luego. Es un historiador fabuloso y un bebedor increíblemente atemporal, además de un pionero y uno de los grandes policías del siglo veinte estadounidense. Es un gran profesional y un ser humano con muchos defectos.

P: ¿Como cuales?

R: Alcoholismo, es extemporáneo...

P: Por su parte, Freddy Otash se hace creyente cuando ya no le queda más remedio, que es justo con lo que empieza la novela. He leído que usted es un “escritor cristiano”... ¿Hasta qué punto puede sentirse usted identificado con el personaje de Otash?

R: Bueno, en el sentido cristiano, todos somos pecadores en este mundo, que es un lugar caído. Freddy, por debajo de todas esas capas, es perfectamente consciente de sus pecados y que tiene que elegir entre Dios y el demonio.

P: "El Purgatorio es un pedazo de mierda. Has de cargar con el cuerpo que tenías en la Tierra al morir. Te sirven solo comida de avión de clase turista. No hay prive, ni sabrosas intrigas, ni mujeres magnéticas”, dice Otash.

R: Imagínate que tú, el resto de toda tu vida, lo único que comieras es el horror de comida que te dan en los aviones, pero la que te dan en la clase de atrás. ¡Comida de la mala! ¡Y café malo!

P: Por lo tanto, ¿el purgatorio es peor que el infierno?

R: Bueno... Pero uno, en el purgatorio, tiene la posibilidad de llegar al cielo antes o después, mientras que en el infierno no. Por eso Freddy está en el purgatorio, tratando de confesarlo todo para poder ir al cielo.

P: ¿Es obligatorio sentirse culpable para tener que redimirse?

R: Sí.

P: Se lo pregunto porque Otash tiene la extorsión como un dilema moral.

R: Así es. Está extorsionándose a si mismo, tratando de demostrar que tiene conciencia, que en el fondo es una persona decente... Siempre busca una mujer que sea moralmente mejor que él, que cree -estúpidamente- que va a poder cambiarlo y que le va a poder permitir vivir en paz en el mundo de forma equitativa. La mayor parte de los hombres varones somos así.

P: ¿Qué equilibrio puede proporcionarle Elizabeth Tylor a Freddy Otash?

Liz Tylor está ahí para proporcionarle su iniciación en el proceso de su divorcio. En California, en 1970, lo que mató a los detectives no fue el divorcio falso. ¿Qué quiero decir con esto? Tú puedes acostarte con quien te dé la gana, pero tu mujer no te puede atrapar por eso; el divorcio es el divorcio. Si te quieres ir, vete.

P: Freddy Otash tiene pesadillas con Ralph Mitchell Horvath. De hecho, indemniza a su esposa y a sus hijos.

R: Eso es culpa, culpa, culpa, culpa... y culpabilidad.

P: Pero Otash no siente culpabilidad por acostarse con muchas mujeres. Cuando está observando las pruebas nucleares abrazado a Liz Tylor desde el tejado del bungalow, también mira a Ingrid Bergman, que está en la azotea de otro bungalow.

R: A mí me gusta más Ingrid Bergman que Elizabeth Tylor. Por eso escribí esto que cuentas.

P: Sin embargo, hay culpabilidad en Otash cuando descubre que otra de las mujeres con las que se había acostado era en realidad un hombre.

R: En realidad es un chiste, una broma, porque no sabe que es un hombre. Es una mujer alta y muy fuerte... Era la época de Christine Jorgensen: un hombre alto que se convirtió en una mujer. Se operó. Despiden a Freddy del Departamento de Policía de Los Ángeles y aparece William H. Parker y se emborracha. Esto es una especie de broma que yo pongo en el libro sobre el existencialismo, porque hay un bicho, una cucaracha, que le habla.

P: Freddy Otash acaba trabajando en la revista de rumores y chismes Confidential. ¿Los cotilleos existen porque hay gente cotilla?

R: Sí. Yo, cuando era pequeño, estaba interesado en el sexo, tenía curiosidad. Cuando estas revistas llegaban -yo tenía ocho o nueve años-, tenía sentía mucho interés por todo aquello. El atractivo de Confidential es el siguiente: aparece gente glamurosa, homosexuales, alcohólicos, ninfómanas, pervertidos, sátiros, corruptos... Pero al mismo tiempo se les muestra como vulnerables y por consiguiente humanos, y esto es algo que la gente no puede entender.

P: ¿Es cierto lo del paquete de Pall Mall y James Dean?

R: Esto es algo que yo he oído en una ocasión, cuando me lo contaron. El paquete rojo de cigarrillos Pall Mall tiene un lema en latín: “In hoc signo vinces”. Esto quiere decir “por este signo nos conoceremos”. En aquel entonces era una especie de código gay.

P: ¿De quién se fiaría antes: de un pecador o de un policía corrupto?

R: ¿Un pecador medio?

P: No, un pecador llevado al extremo.

R: Entonces me fiaría del policía corrupto [risas].

P: ¿Por qué?

R: Yo vi que había una posibilidad de hacer una comedia. Durante un tiempo me obsesioné con escribir una novela sobre Hollywood. Las novelas de Hollywood o sobre Hollywood de las que habla más frecuentemente la gente datan de hace generaciones: El día de la langosta, de Nathanael West, se publicó en 1939; ¿Por qué corre Sammy?, de Budd Schulberg, es de 1941; El desencantado, también de Schulberg, es de 1950 y es la historia de Scott Fitzgerald en Hollywood... Todas estas estaban muy obsesionadas con la Guerra Civil Española. Son las grandes novelas sobre Hollywood y hay otro montón de novelas de Harold Robbins también... Pero lo que se trata en una novela vulgar, potente, redentora y policíaca, que también trate de Hollywood, está escrita por mí, el rey de la novela policíaca, y es el próximo libro que estoy escribiendo, también con Freddy Otash.

P: ¿Tiene título?

R: No voy a decir nada [risas]. Pero será una novela fantástica y grande sobre Hollywood. Por eso estoy utilizando ahora a Freddy Otash, respondiendo a tu pregunta.

P: Ha contado que la policía de Los Ángeles le pateó el culo tres veces, pero dice que se alegra porque se lo merecía.

R: Helen Knode es mi segunda ex mujer y mi novia actual. Por eso me mudé a Denver, Colorado. Ella dice que los policías de Los Ángeles son como mi padrastro, porque yo estaba descontrolado en Los Ángeles a mediados de los sesenta y los setenta, y periódicamente me controlaban ellos. Y, como digo, en tres ocasiones me patearon el culo, pero lo necesitaba y me lo merecía.

P: Si hay policías en una novela de James Ellroy, ¿también tiene que haber boxeo?

R: Claro. ¡Me encanta el boxeo!

P: ¿Qué tiene el boxeo que tanto atrae a la literatura?

R: Creo que son esos aspectos masculinos: el espectáculo, el ring, todo el mundo mira, Las Vegas, ese medio corrupto... Llevo sesenta años viendo boxeo.

P: ¿Qué boxeadores le gustan?

R: Me gustan los boxeadores mexicanos, Miky García (que nació en California), los españoles Sandor Martín y Paulino Uzcudun... Uzcudun podría ser un personaje en una de mis novelas, pero los años treinta me quedan muy atrás. Los boxeadores que yo recuerdo pertenecen a los cincuenta y a los sesenta o debutaron años después: Chango Carmona, Little Red López, Bobby Chacón... Pero es otra generación.

La codicia es la causa y la consecuencia de la corrupción

P: De haber sido boxeador, ¿cuál habría sido su mote?

R: ¡El Tigre! Pienso en el tigre de bengala, ese de las rayas negras y naranjas. Creo que es la criatura más hermosa de Dios. ¿Qué hay más bello que un tigre de bengala? Hay un anuncio en Denver en el que utilizan tigres de bengala y el modelo es una tigresa, y lo sé porque no tiene esa barba que llevan los machos. Cada vez que veo a esa tigresa, me digo a mí mismo: “Ese es tu concepto de mujer”. Es el logo de una empresa de seguros de motocicletas.

P: En el boxeo, ¿el dinero es una causa o una consecuencia?

R: Tener algo de dinero lleva a muchos chicos jóvenes a hacerse boxeadores, y luego al mismo tiempo el boxeo produce grandes beneficios. Por ejemplo, el dinero que está ganando Canelo Álvarez. Pero esto sucede rara vez.

P: ¿Y en la corrupción? ¿El dinero es una causa o una consecuencia?

R: La codicia. La codicia es la causa y la consecuencia de la corrupción.

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