Cultura

El Jardín de las Delicias cierra su mejor edición y se consolida como uno de los festivales más importantes de España

El cartel ha estado al nivel de otros años y la organización ha mejorado de manera notable, lo que permite al evento dar un salto a una división superior

El Jardín de las Delicías 2024 cierra sus puertas con un magnífico combo musical. Al fin y al cabo, el festival ha sabido mezclar la nostalgia, bandas emergentes y artistas de primer nivel para confeccionar un fin de semana que ya se está convirtiendo en una de las mejores tradiciones del septiembre madrileño. Este año, por primera vez, el evento tuvo que enfrentarse a la lluvia, aunque contó con la suerte de que esta fue puntual y no impidió el normal desarrollo de las actuaciones.

El viernes, el Jardín optó por fichar a una banda veterana y la colocó como cabeza de cartel. Los Hombres G, para sorpresa de nadie, firmaron una noche espectacular ante un público que mezclaba gente de mayor edad que en otras ediciones y jóvenes disfrutando de clásicos como 'Venezia' o 'Sufre Mamón'. Después llegó otra banda con un himno generacional: La La Love You se encargaron de demostrar que son mucho más que 'El fin del mundo' gracias a un repertorio muy trabajado tras la publicación de su último álbum, 'Blockbuster'.

Antes, se encargaron de calentar al público del escenario principal artistas como Marlon, cada día más asentado en la industria festivalera o Coti, un clásico de los 2000. Un cartel muy bien complementado por el escenario bosque, donde la selección de artistas fue sublime: los emergentes Ultraligera fueron el contrapeso perfecto para cantautores de peso como Alex Wall o Luis Fercán. De cerrar la primera jornada se encargó Juan Magan desde el espacio Endesa y una buena retahíla de djs en el escenario bosque.

Ya el sábado, con una mejor meteorología, llegó un cartel más potente. El artista emergente Inazio se encargó de iniciar una fiesta que sirvió para continuar presentando en sociedad su nuevo y sobresaliente álbum, 'Música para bailar sobre el agua'.

Después llegó Malmö 040 para calentar al público antes de la llegada de Andy y Lucas, convertidos en la gran decepción del festival. Los gaditanos, que se encuentran de gira de despedida, era uno de los grandes atractivos del Jardín por ser una oportunidad única para verles por última vez en Madrid, pero ni la actuación ni la elección de canciones terminó de funcionar.

Las lágrimas, aunque esta vez por las letras, continuaron con Beret, que firmó una actuación a la altura con sus principales éxitos. Fue la antesala de uno de los platos fuertes del festival: La Oreja de Van Gogh. Pese al enorme tirón que tiene Viva Suecia en la escena festivalera -y con razón-, los temas de los donostiarras fueron los más coreados por el público.

Con una Leire colosal y varios invitados como el vocalista de Veintiuno, Diego Arroyo, La Oreja de Van Gogh brilló en la noche madrileña con luz propia. Con un setlist bien estudiado y formado por sus temas más icónicos, la banda pop fue una de las grandes sensaciones del Jardín de las Delicias.

El otro plato fuerte de la noche era Viva Suecia. Los murcianos arrancaron con fuerza -No hemos aprendido nada- y no dejaron de pisar el acelerador -Rafa Val aseguró "tener poco tiempo"- hasta cerrar con uno de los himnos indie más recientes, 'El bien'. La noche terminó con un taburetazo. La banda liderada por Willy Bárcenas es ya una habitual del Jardín, ya que es la única que ha visitado su escenario principal en las tres ediciones del festival. Y, para no variar, armaron una 'joda' a la altura del grupo.

En el Escenario Bosque, la misma fórmula del viernes. Los grupos emergentes como Merino, Noan o DePol fueron una alternativa ideal para los conciertos del escenario principal.

Un festival que cada año es mejor

El Jardín de las Delicias mejora cada año su organización y su equipamiento para convertirse en un festival de primera línea a nivel nacional. Con una personalidad propia -su decoración habla del mundo interior que ha desarrollado el evento- y un cartel variado pero repleto de atractivos, el Jardín ha mejorado el gran 'pero' que sufrió en sus dos primeras ediciones: el sonido.

En otras ediciones, la gente se 'pegaba' por estar en las primeras filas. No por vicio, sino por escuchar la música a un volumen digno de un festival. En esta ocasión eso ha sido subsanado y el sonido ha estado a la altura, lo que ha permitido que la gente que estuviera delante disfrutase más cómoda del festival y los de atrás no se perdiesen ni una nota. La mejora es evidente tanto por calidad como por nitidez, lo que termina de redondear un evento único.

Además, la fuerte apuesta por la sostenibilidad se ha convertido en uno de los puntos clave del Jardín de las Delicias. Por ejemplo, se ha evitado que los vasos acaben en el suelo y se genere basura incentivando su reciclaje en puntos específicos para ello. A ello se suma que las colas para ir al baño se han reducido gracias a la instalación de más cabinas y urinarios, lo que hace mucho más grata la experiencia de ir al baño.

El resultado de todas estas mejoras es un nuevo sold out -tanto en entradas de día como en abono- que consolida al Jardín de las Delicias como uno de los festivales de referencia pese a llevar tanto solo tres ediciones celebradas. ¿Qué sorpresas traerá en 2025?

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