La 69ª edición del Festival de San Sebastián tiene un candidato con mucha fuerza para ganar la Concha de Plata a la mejor interpretación, ese galardón que a partir de este año ya no se divide entre mujeres y hombres y que, como ocurre con los premios a mejor dirección o guion, se basa en criterios interpretativos. Javier Bardem ya está, en pleno ecuador del certamen, en todas las quinielas gracias a su papel protagonista en El buen patrón, la nueva cinta de Fernando León de Aranoa, en la que vuelve a hablar de precariedad pero con grandes dosis de humor.
Dos décadas después de protagonizar Los lunes al sol, Javier Bardem sorprende con un papel que constituye el reverso oscuro y también ácido de aquel personaje: don Julio Blanco, dueño de una fábrica de balanzas de origen familiar, situada a las afueras de una ciudad de provincias. A punto de recibir un importante premio, la reputación de la empresa corre peligro cuando un extrabajador se atrinchera en las proximidades de la planta en protesta por su despido. El empresario, un hombre arrogante y dispuesto a abusar de su poder cuando le conviene, hará lo posible por solucionarlo.
El buen patrón es la cara b de muchas historias y, como buen observador que es, León de Aranoa ha tomado el pulso al paso de los últimos veinte años de manera impecable. Más allá del retrato simple de buenos y malos, un estereotipo del que asegura huir, lo que le interesaba contar al director de Princesas (2005) eran "las relaciones verticales" entre el patrón y los trabajadores, pero también lo que ocurre entre los empleados y esas relaciones "más horizontales" en las que "no prima la solidaridad ni el apoyo, sino mucho individualismo y competencia", tal y como ha explicado el director a los medios -entre ellos, Vozpópuli- en la quinta jornada del festival.
A diferencia de Los lunes al sol -con la que el cineasta ganó la Concha de Oro en San Sebastián hace ya 20 años-, mientras que en aquella historia primaba "el sentido de pertenencia a una clase que dominaba a los personajes protagonistas", trabajadores de la industria naval, y que les permitía tener un "apoyo directo" y conservar la "identidad", en El buen patrón ya no existe la "sensación de pertenencia a algo más grande y cada uno dispara solo".
Tal y como ha señalado, el personaje del trabajador despedido, al que da vida el actor Óscar De la Fuente, encarna un "humor doloroso" cuando grita: "El pueblo unido jamás será vencido". "Está solito, nadie se atreve a cruzar esos 12 metros porque ellos pueden ser los siguientes", cuenta el director, que muestra aquí la otra cara de aquellos "lazos de clase y la resistencia" de Los lunes al sol.
El patrón ejerce el poder, pero quien tiene cierto estatus en la empresa también lo va a ejercer sobre los que están por debajo. No es hablar solo de jerarquía empresarial, que sería muy tonto, sino de las relaciones humanas y cómo eso está en todos nosotros", ha afirmado el director
En cuanto a las relaciones de poder, que en El buen patrón quedan reflejadas entre la relación del empresario y los trabajadores, León de Aranoa ha matizado que son vínculos y tentaciones de abuso que se encuentran en todos, tanto si existe una fábrica como si no. "El patrón ejerce el poder, pero quien tiene cierto estatus en la empresa también lo va a ejercer sobre los que están por debajo. No es hablar solo de jerarquía empresarial, que sería muy tonto, sino de las relaciones humanas y cómo eso está en todos nosotros", ha señalado.
Todo este retrato sobre la precariedad y los abusos llega a la gran pantalla desde el humor y la mirada más ácida y sarcástica de León de Aranoa, que no imagina otra forma de acercarse a las cuestiones que aborda. "Es la mejor manera de contar la historia con estos ángulos, este paisaje de un empleo tan deteriorado y la manera en la que se vinculan las relaciones laborales con las personales. Tiene algo de catárquico, reírse de las cosas es una manera de vencerlas", ha señalado.
No desperdicia el director la oportunidad de rendir un "pequeño ajuste de cuentas personal e íntimo" en un momento de la película con quienes acusan al cine de ser un sector subvencionado, un asunto que dispara con ironía en boca de sus protagonistas. "Muchos llevamos tiempo escuchando este tópico, de los más absurdos y aburridos, y por mucho que se explique en serio no se consigue aclarar. Pensé que con humor igual conseguíamos explicarlo. El humor tiene la capacidad de coger en la ficción eso que no funciona bien, subirlo a un escenario o a una pantalla y de esa manera exorcizarlo", continúa.
La némesis de Javier Bardem
"No sé lo que se piensa de mí, hay para dar y tomar", ha señalado Javier Bardem preguntado acerca de si estas personaje es su "némesis". En cualquier caso, ha asegurado que no se ha basado en ningún empresario español en concreto para abordar este personaje y ha precisado que quizás él mismo tiene algo de don Julio Blanco. "El actor tiene que trabajar con lo que conoce: con los recuerdos, las emociones y la posibilidad de ser otra persona, está obligado a mirarse desde otros puntos de vista", ha señalado.
Hay muchas ocasiones de abuso de poder, pero no sé si eso es éxito, o si es estar bien con uno mismo y estar sano con el prójimo", ha señalado Bardem
Su personaje, un hombre hecho a sí mismo que ha alcanzado el éxito -gracias a la herencia familiar, eso sí- comete "el peor crimen", a juicio de Bardem: "Atropellar los derechos fundamentales, éticos y morales, de los trabajadores". En este sentido, y preguntado acerca del éxito y las acciones nobles para alcanzarlo, el actor cree que "habría que revisar la palabra".
"Hay muchas ocasiones de abuso de poder, pero no sé si eso es éxito, o si es estar bien con uno mismo y estar sano con el prójimo. Me gusta creer que la gente es buena y que se porta bien, le ocurre a la gran mayoría. Pero hay muchísimos escándalos de gente que se porta especialmente mal y hay que señalarlos", ha apuntado.
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