El asturiano Javier Gutiérrez es uno de los pocos actores españoles que puede presumir de contar con una larga trayectoria en teatro, cine y televisión en la que ha trabajado con algunos de los autores más premiados y reconocidos en su profesión -Andrés Lima en las tablas o Alberto Rodríguez en el audiovisual- y ha participado asimismo en producciones de éxito entre el público.
Así, en pocos años, logró la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián gracias a su papel en La isla mínima, del mencionado director de cine, pero también protagonizó Campeones, de Javier Fesser, una de las películas más taquilleras de los últimos años. A pesar de todo, se niega a considerarse un actor todoterreno y prefiere referirse a él como una hormiga que no tiene reparos en trabajar incluso cuando la crítica no se va a poner de su parte.
Ahora, llega a los cines de la mano del cineasta Pau Durà con Pájaros, presentada en la pasada edición del Festival de Málaga, una suerte de "road movie" por Europa en la que, acompañado de Luis Zahera, da vida a un perdedor cincuentón que se enfrenta a todos los asuntos que afectan a casi cualquier hombre de mediana edad: el amor, el desamor o las responsabilidades de la paternidad. El actor ha hablado con Vozpópuli sobre su carrera, su amor por el landismo y otros actores de la época, la autocensura que reina o la exposición en los medios.
Pregunta: En la película que ahora se estrena, Pájaros, desarrolla un personaje en una situación delicada y se convierte en una cinta en apariencia muy agradecida a nivel interpretativo. ¿Es así?
Respuesta: A mí me encanta encarnar a tipos perdedores y este es un claro ejemplo de un antihéroe, que además tiene su viaje interior, como el personaje de Mario que interpreta Luis Zahera. Pero por otro lado, es un caramelo envenenado, porque lleva el peso de la comedia en la película y también tiene sus momentos de drama. Quizás se requiere un virtuosismo interpretativo. Es una historia que al actor le permite transitar por el drama, al comedia y de alguna manera poder lucirse.
P: Los dos personajes se encuentran en una crisis de los 50 y el panorama no es el mejor.
R: Me reconozco un poco en esa ola de la vida que nos pasa por encima a determinada edad y evidentemente es un tipo que no se quiere responsabilizar de ciertos actos, ni asumir ciertas responsabilidades, y en eso creo que no me parezco, pero sí en cierto desnorte, en haber perdido a veces un poco de pie o encontrarse desubicado. Eso nos ocurre a los hombres ahora mismo, que de alguna manera todo va tan rápido que tenemos que resetear, revisar ciertos comportamientos o actitudes, y pararnos un segundo y dejarnos llevar por esa ola. Esta película es un reflejo también de ese hombre de mediana edad perdido, como muchos que estamos intentando encontrarnos en la sociedad en la que vivimos. Me gusta ese retrato de hombres frágiles y vulnerables que es un claro ejemplo de lo que muchos vivimos ahora mismo.
"Me han ofrecido papeles muy diferentes, algo que vino a raíz de una película como es La isla mínima, con la que mi carrera dio un salto cualitativo"Javier Gutiérrez, actor
P: Hay también un juego de apariencias y de sobrevivir a costa de no mostrar lo que ocurre.
R: Intenta como todos llevar una máscara o tener una fachada que se descompone rápidamente. Es un tipo con una vitalidad y una energía muy particular, pero que esconde todas su miserias, que son muchas. La falta de responsabilidad ante su hijo, no querer asumir esa paternidad o no hacerlo del todo, seguir enamorado de su mujer cuando ella está loca por firmar los papeles del divorcio; no encontrar un asidero laboral; vivir trapicheando… Es una forma de vida un tanto "low cost", que al personaje le va muy bien, aunque va a crecer en el viaje que empieza con Zahera, para enfrentarse a esa vida que lleva.
P: Siempre se dice que es un actor muy prolífico y todoterreno. ¿Se ve así?
R: Me da mucha vergüenza porque no suelo hablar mucho de mí. Sí que soy un actor que toca diversos géneros, tengo la inmensa suerte de que me han ofrecido papeles muy diferentes, algo que vino a raíz de una película como es La isla mínima, con la que mi carrera dio un salto cualitativo. Yo era un actor muy emparentado con la comedia y la televisión y a raíz de esa peli piso otro terreno: me pfrecen roles dramáticos, thrillers, ya hay directores con más enjundia a la hora de abordar determinados proyectos. Trato de ser una hormiguita y seguir aprendiendo. Cuando se habla de actores que trabajan mucho en este país y que están en el foco, me halaga, pero no me siento tan identificado con eso. Somos muchos actores y uno hace lo que puede.
P: Ha participado en película que han participado en el Festival de San Sebastián, por ejemplo, pero también en cintas como Campeones, una de las más taquilleras de los últimos años.
R: Tengo la suerte de haber repetido con cineastas como Alberto Rodríguez y Martín Cuenca, que son directores que siempre atraen muchísima atención. Trabajar con determinados directores hace que tu visibilidad sea mucho mayor.
Javier Gutiérrez y el "síndrome del impostor"
P: ¿Tiene la sensación de haber alcanzado un pico en su carrera con La isla mínima? ¿Ha sentido inseguridad?
R: Creo que era Paul Newman quien comentaba en sus memorias que todos buscamos esa película en la que todo esté en su punto de cocción, desde el personaje a la historia, que esté rodeado de todo lo que pueda dar a una película una buena visibilidad, que funcione luego en taquilla y que llegue a la carrera de premios. Eso suele pasar muy pocas veces y él decía que muchos actores persiguen ese proyecto y aparecen en la vida cada cinco o cada diez años, o no aparecen nunca. En mi caso, he tenido dos momentos puntuales, que han sido La isla mínima y El autor, y yo no sé si esa situación se va a volver a dar. Yo he tenido no solo la suerte de haber trabajado con estos dos titanes sino que ha sucedido esto. Hay que seguir trabajando, no me duelen prendas hacer otro tipo de cine más mainstream ni otro tipo de películas que no gocen del favor de la crítica. Es una carrera de fondo en la que hay que hacer muchísimas cosas, y muchas veces cosas que no te gustan tanto, pero hay que llenar la nevera y vivimos de esto. Cuando me preguntan quién es mi actor favorito
P: ¿Tiene referentes o espejos en los que mirarse?
R: Siempre me miro en esa generación de actores que para mí es talentosísima y que siguen siendo fuente de inspiración que son Alfredo Landa, José Luis López Vázquez o Fernando Fernán Gómez, ese tipo de actores que hacían absolutamente de todo: teatro, cine o televisión. Teatro malo, cine malo y brillante. El landismo, por ejemplo, que incluso acuñó una forma de hacer. No hay que olvidar estas cosas y yo las tengo muy presentes cada vez que me subo a un escenario y me coloco frente a una cámara. Yo me canso de decirlo, pero los actores somos muy tímidos. Hay que tener una vergüenza torera para ponerse delante de una cámara o de un equipo de 80 personas, en el que todo el mundo está juzgando tu trabajo, y no le gusta a todo el mundo, y ya no te digo encima de un escenario, en el que no hay escapatoria posible y vives un "tierra trágame" mayúsculo. A día de hoy sigo teniendo el síndrome del impostor, pero es bueno tener esa espada de Damocles para no creerse por encima de nada ni nadie. En mi caso es lo que se salva.
P: Antes se refería a unos actores que en su tiempo no convivían con la sobreexposición en los medios ni con las redes sociales ¿Cómo lidia con eso?
R: Las redes sociales son un mal necesario de las que a veces me olvido y pasan semanas sin entrar en ellas, pero esta profesión te obliga de alguna manera a estar conectado. Se estrena Pájaros y tengo que dar visibilidad al proyecto. Es un medio que puede llegar muy bien a los espectadores.
"Es cierto que uno tiene que andar con más tiento. No digo que antes no hubiera más libertad, pero a día de hoy sí hay más autocensura"Javier Gutiérrez, actor
P: ¿Se siente cómodo?
R: No, soy un ser analógico. Sigo haciendo teatro y todavía soy de esas personas que en cualquier ciudad sigue buscando un kiosco y ya no hay. Prefiero el papel, dar una vuelta y sentarme en una cafetería, pero eso cada vez se ha vuelto más difícil. Uno añora ciertas cosas que hace nada eran posibles.
P: Llevas muchos años en la profesión y has vivido diferentes etapas en el cine y en el teatro. Ahora que todo está tan politizado, ¿puede la cultura desvincularse y estar al margen de cuestiones políticas, sin que eso suponga dejar de tener un compromiso?
R: Más que politizado está polarizado. Hay un ruido ensordecedor alrededor de todo, no ya del cine o de la cultura, sino de la vida. Es cierto que uno tiene que andar con más tiento. No digo que antes no hubiera más libertad, pero a día de hoy sí hay más autocensura, y somos más conscientes de que la carrera de uno puede correr más peligro dependiendo de las opiniones o de el posicionamiento ideológico de cada quien. De eso también tienen responsabilidad los medios de comunicación, que muchas veces se va al titular, de una forma a veces tendenciosa, para llamar más la atención, y eso te puede traer problemas. Yo mido más mis palabras ahora que hace unos años, y estoy seguro de que muchos compañeros también.
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