Cultura

El Jincho vs Ayax: ¿La victoria del trash callejero?

La disputa entre raperos y traperos tiene miga porque activa los eternos debates entre lo que se entiende por arte urbano/callejero

JINCHO
El Jincho (derecha) en un fotograma de su videoclip TELEMON.

La escena del rap en España está saltando por los aires. En 2021, fue el beef del Jincho contra Foyone y, en este 2022, ha sido el Jincho contra Ayax y la impostación del beef entre Cecilio G y Foyone en el espacio de un solo mes. Pese a lo que pueda pensar el lector más despistado o ajeno a toda la cultura del rap en España, la batalla entre artistas callejeros tiene mucho más interés de lo que puede parecer a primera vista. No solo por la repercusión de los raperos implicados, auténticas voces generacionales que acumulan millones y millones de visitas en YouTube, sonando en la mayoría de las plazas de nuestros barrios entre litronas y pitis de los adolescentes. La disputa entre raperos y traperos tiene miga porque activa los eternos debates entre lo que se entiende por arte urbano/callejero, lo que entendemos por elites culturales/pueblo y lo que comprendemos por “popular”.

Los artistas callejeros, notablemente los raperos, siempre se reclaman de barrio, del pueblo, de abajo. De alguna manera, el hip hop “nació en los barrios calentones” (El Jincho), pero también podría “nacer de la emergencia” (Ayax). Es decir, hay una voluntad de erigirse como voz del pueblo desde el rap, construyendo lo que es el pueblo, lo que debería ser popular y enunciando sus demandas hacia las elites (impugnándolas).

Rap virtuoso elitista vs trap callejero y sin modales

En este primer mapa, hay una disputa entre el universo del trap y el del rap. En su fantástico ensayo El Trap, filosofía millenial para la crisis en España, Ernesto Castro reconstruye la oposición entre los viejos raperos virtuosos españoles (El Chojín, ZPU, Kase 0, Nach...), centrados en intentar unirse con la alta cultura, cargando las letras de referencias literarias y cinematográficas, haciendo gala de una buena lírica, capacidad de rimar y de pronunciar los versos de manera limpia así como con un compromiso ético-social importante, tanto en las letras como en sus acciones, y el trap como subgénero considerado chatarra por oponerse al virtuosismo elitista del primer rap español. El trap hace bandera de una cultura mucho más trash, mucho más lumpen, marginal, sin ningún tipo de compromiso social. En este sentido, prima la enunciación a lo enunciado. En otras palabras, es más importante ser basura para poder expresar la propia situación de pobreza, exclusión, marginación, que el sistema provoca antes que un anhelo de transformar esa situación o de aspirar a confundirse con las elites culturales para ser aceptados por éstas.

El trap siempre ha rechazado querer gustar a los que mandan, siempre busca provocar, generar rechazo y que las personas sin nada no tengan barreras para poder crear arte.

El trap siempre se ha asociado a una baja cultura, a lo más bajo entre lo más bajo. Por esa razón, generó muchísimo rechazo en sectores del rap más politizado que piensa que la cultura trapera, con sus tatuajes en el rostro, su ausencia de compromiso social, su supuesta apología de la ignorancia, del consumo de drogas, sus letras machistas, violentas y sin ninguna referencia a la alta cultura suponían un retroceso para la escena. De alguna manera, el trapero tipo (Cecilio G o Yung Beef) cumple a la perfección los estereotipos que las clases altas tienen de las clases populares. Si el rap tradicional ha querido ser respetable, imponerse gracias a su virtuosismo como una cultura que nace de los barrios para sonar hasta en los Oscars (Eminem con Lose Yourself), además de concienciar a la gente, el trap siempre ha rechazado querer gustar a los que mandan, siempre busca provocar, generar rechazo y que las personas sin nada no tengan barreras para poder crear arte.

El Jincho vs Foyone, primer round de la batalla generacional

Todas estas diferencias que eran implícitas entre 2015 y 2021, con muchos versos de unos y otros referenciándose en sus temas, se han hecho explícitas a partir de 2021 con el beef entre El Jincho y Foyone. Con 21 millones de visitas en YouTube, El Jincho le suelta “Los raperos nuevos tienen respetar a los viejos y los viejos deberían apoyar más a los nuevos” […] “Lo tuyo es la política, no batalla de rap” […] “Si hablara de España con orgullo dirías que soy fascista” […] “El Hip Hop nació de los barrios calentones y lo están ensuciando cuatro pijos maricones” y […] “Tú haces rimas raras y yo tiro frases criminales”.

En estas frases de El Jincho pueden reducirse todas las oposiciones que hemos descrito antes. Está la impugnación al lirismo y al virtuosismo en el rap, del mismo modo se opone rap a política, como si tuvieran que ser cosas diferentes, se dibuja un antagonismo entre los raperos reales y los que serían pijos como Foyone por, justamente, reunir esas características de estar politizado y rimar de forma lírica. Se sitúa a Foyone y ese estilo de raperos como lo antiguo que impide el paso a lo nuevo. Por último, se deja caer la asociación de España con lo popular activando la vieja sospecha de la izquierda que todo lo popular en España tiende al fascismo. De esta manera, se traslada al rap lo que Vox ya hace a nivel discursivo: dibujar unas elites culturales “progres” que tienden a desprestigiar, cancelar o condenar toda expresividad popular

Se traslada al rap lo que Vox ya hace a nivel discursivo: dibujar unas elites culturales “progres” que tienden a desprestigiar, cancelar o condenar toda expresividad popular.

Lo más curioso, es que El Jincho no hace trap propiamente, sino que mezcla el rap con ritmos latinos, reggaetoneros, pese a que su estética es trapera. Foyone respondió con un tema más virtuoso, mezclando estilos, con mejores rimas y ejes más dolorosos en los códigos culturales del rap. Pero obtuvo muchas menos visitas (6,7 millones contra 21 millones), lo que es un marcador importante en este universo de las batallas de gallos. Este primer beef Jincho VS Foyone coloca los ejes principales del enfrentamiento abierto entre lo que se considera nuevos raperos populares (con estética trapera) y los viejos raperos virtuosos españoles.

El Jincho vs Ayax: segundo round de la batalla generacional

Ayax es uno de los raperos con más público en España. Su estilo es noventero, pero suena duro y no es tan lírico ni limpio. Sin embargo, representa bien el virtuosismo en el rap mezclando citas literarias, cinematográficas, con un fuerte compromiso político (es habitual que saque banderas republicanas en sus conciertos). Amigo personal de Foyone, han colaborado en bastantes temas. El beef contra el Jincho se inicia tras unos directos en Instagram, en los que Ayax desprecia a este rapero haciendo ver que no le conoce tras la petición de sus seguidores de una colaboración conjunta.

El Jincho, situando exactamente los mismos ejes que contra Foyone, sacó el tema TELAMON hace poco más de un mes. Recordemos que Telamón es el padre de Ayax en la mitología griega:

El trap y los raperos estilo El Jincho tienen la ventaja de sonar más desacomplejados, callejeros, “auténticos”. Es cierto que mucha gente quiere “saranana y no literatura”, sobre todo cuando busca música para bailar. No creo que el Jincho haya escuchado rock radical vasco, pero hay un viejo tema de Kortatu (La cultura) que, contra toda intuición, transmite la misma idea.  No obstante, hay una cesión de El Jincho en este tema que, titulándolo “Telamón” quiere armarse de legitimidad en el campo de la alta cultura, reclamando de alguna manera que él también puede competir ahí. Ayax, a diferencia de Foyone, no quiso responder a este tema. Su silencio es algo así como una posición de superioridad: no rebajarme a competir contra lo que no considero a mi nivel.

Cecilio G y Foyone: La impostación del beef para cerrar los debates

Cecilio G y Foyone, dentro de estos debates que hemos descrito, se han lanzado estas semanas dos temas que parecían ser el beef definitivo entre las dos culturas urbanas. Con frases muy duras el uno para el otro, Cecilio G en Rap con Corte llegaba a impugnarle a Foyone su condición de rapero por ser “una rosa hermosa”, es decir, por ser algo bonito y rimar bien.

Sin embargo, este beef fue planeado como marketing para ambos artistas. De esta manera, han querido denunciar ante toda la comunidad rapera la falsedad de los beef en España en un intento de desterrar la cultura rap en nuestro país y haciéndole, sin querer, un homenaje a Baudrillard. Impostando el beef han puesto sobre la mesa la idea del simulacro, “Al contrario que la utopía, la simulación parte del principio de equivalencia, de la negación radical del signo como valor, parte del signo como reversión y eliminación de toda referencia”, nos contaba Baudrillard en Cultura y simulacro.

Cecilio G es algo así como nuestro Joker particular, el Joker que ha atravesado la ficción del cómic y se encarna en un artista español. Cecilio G es un perdedor del sistema con desórdenes mentales que busca trolear, escapar a cualquier tipo de captura o apropiación y que parece crear el caos solo por el placer de poder crearlo. En este beef impostado con Foyone, encontramos esta dimensión de no poder ser capturado, de jugar con las emociones del público y volverlas del revés. Tiene cierta gracia que el tema conjunto que sacaron el viernes parezca una impugnación a la polarización política, reivindicando, de esta manera, lo políticamente correcto contra el espectáculo en sí.

Al final, prácticamente todos los raperos vienen de barrios populares y persiguen producir una enunciación de clase. El tema es a quién quieres situar como “elite”, aunque todo el mundo sepa dónde están las elites de verdad. Puede que, por eso, el simulacro del beef entre Cecilio G y Foyone, reivindicando redirigir el odio contra los que mandan y cierta unidad en la escena, se lleve la palma en todas estas batallas.

Más información

Exit mobile version