Los sonidos de la Sabana, los depredadores del Pacífico, el desierto de Atacama, la conservación del oso panda... Cada una de estas temáticas forma parte de Grandes documentales, uno de los espacios más emblemáticos y veteranos de La 2 que, desde 1995, permite a los espectadores pasar sus sobremesas en los confines del mundo. Sin embargo, España también cuenta con una biodiversidad digna de divulgación y exhibirla en la gran pantalla es el motivo que mueve desde hace años al naturalista y director Joaquín Gutiérrez Acha (Madrid, 1959), que este fin de semana regresa a 72 salas de cine con Cantábrico, un espectacular documental sobre la flora y la fauna que se esconden a lo largo de los 480 kilómetros de la cordillera que se levanta en el norte de la Península Ibérica.
Considerado como uno de los herederos del burgalés Félix Rodríguez de la Fuente, Gutiérrez Acha ha sido el primer documentalista español en trabajar para las compañías más importantes del sector a nivel internacional como National Geographic o el Departamento de Historia Natural de la BBC (NHU). "Me siento uno de los envenenados por su trabajo, pero ni sucesores ni herederos ni nada: Félix fue un maestro que debe entenderse dentro de su contexto. Ahora hay otras personas, otros métodos y otras formas de hacer películas de animales absolutamente diferentes", considera el madrileño.
Producido por Wanda Visión & Bitis Docu, Cantábrico es el segundo largometraje de naturaleza rodado en el país por el autor después de Guadalquivir en 2013, cuyo rodaje duró dos años y medio y contó con la voz de Estrella Morente para la narración. Mientras que el hilo conductor de su anterior trabajo fue el curso del río, desde Cazorla a Doñana pasando por Sierra Morena, en su última apuesta serán las cuatro estaciones las que marquen el ritmo de la historia sobre esta cordillera paralela al mar repleta de cañones y apretados bosques continentales de hayas, robles y castaños. Entre los protagonistas del filme, esta vez destacan los osos pardos, los lobos, los gatos monteses, los lirones, pero también los urogallos, una especie en peligro de extinción que ha regalado al equipo de Gutiérrez Acha imágenes tan íntimas como impresionantes sobre su cortejo de apareamiento. ¿Será su forma de decir adiós?
El río Guadalquivir fue el hilo conductor en su documental homónimo, ahora lo son las estaciones en el Cantábrico. ¿Por qué ha elegido esta zona de España para volver a rodar un largometraje?
El Cantábrico era un tema obligado para seguir enseñando la naturaleza española en las pantallas de cine. Hemos pasado de las marismas del Guadalquivir o la Sierra Morena de Andújar con las dehesas, las encinas y el matorral mediterráneo a un lugar totalmente distinto, era una asignatura pendiente. Yo he vivido mucho en el Cantábrico, tengo hermanos que han nacido en Galicia, en Asturias… Tengo una afinidad especial por esa tierra. Es un territorio salvaje en estado puro, donde se pueden encontrar osos pardos, manadas de lobos enteras, urogallos cantábricos, gatos monteses cazando... Para alguien a quien le gusta la naturaleza es una referencia casi obligada.
¿Cuánto tiempo han estado rodando? ¿Con qué estación se queda?
Realmente han sido algo más de dos años de duro rodaje con el equipo viviendo allí. El rodaje duró dos años, pero después hemos estado unos meses más mientras se posproducía la película porque queríamos completar algún plano y construir alguna secuencia nueva. Y sobre las estaciones, pues todas tienen su encanto. A mí me gusta especialmente el otoño porque tiene una luz y una temperatura especial, los bosques se visten de dorado, las hojas cayendo son una sinfonía... es mágico para mí. Pero todas son preciosas. Los mantos blancos que hay en los Picos de Europa cuando los sobrevuelas en un helicóptero en pleno invierno son sobrecogedores. Y las primaveras, pues ya sabemos...
¿Persiste en el Cantábrico la esencia del Paleolítico brusco y cazador frente al Guadalquivir neolítico, suave y agrícola?
Yo no soy tan experto para decir esto, pero sí que es verdad que nuestra película comienza con las referencias paleolíticas que tenemos en Cantabria, nos hemos metido en unas cuevas paleolíticas, hemos visitado las cuevas El Pendo y Las Monedas, sitios impresionantes donde los registros humanos paleolíticos siguen ahí. Empezamos diciendo que la historia del Cantábrico ya está escrita bajo el suelo, un comienzo muy sugerente sobre el patrimonio brutal que tienen allí.
A mí me gusta especialmente el otoño porque tiene una luz y una temperatura especial, los bosques se visten de dorado, las hojas cayendo son una sinfonía... es mágico para mí"
Los equipos detrás de un documental de naturaleza cuentan hoy con numerosos recursos para poder conseguir imágenes espectaculares, pero ¿en qué momentos del rodaje los protagonistas se les han resistido?
La gente cree que sales con una cámara al campo y esto no funciona así. Tenemos un guion escrito antes de que lleguen las cámaras y hay un trabajo previo hecho por naturalistas y estudiosos que nos permite trabajar con un poquito más de seguridad. Pero no deja de ser una voluntad de intenciones porque la naturaleza hace lo que quiere. La tecnología nos ayuda a conseguir cosas que, de otra manera, no solamente no podríamos conseguir, sino que no las podríamos ver. Hay cámaras, por ejemplo, que pueden trabajar a 1600 fotogramas por segundo y que recogen momentos imposibles de captar a simple vista.
Como el del mirlo acuático atravesando una cascada...
Hay muchos momentos, pero conseguir esa imagen ha sido un verdadero estudio sobre el papel. ¿Cómo un manojo de plumas de apenas unos gramos es capaz de superar la fuerza de un agua que a nosotros nos tiraría al suelo? En Cantábrico lo van a ver, porque la cámara de alta velocidad es capaz de congelar ese movimiento. Pero hay muchísimas imágenes que son difíciles de captar, hemos volado drones dentro de los bosques, por encima de los ríos, helicópteros y con time-lapse (la técnica de cámara rápida) hemos reducido a segundos acciones que duran un día como el nacimiento de las plantas.
Naturalistas icónicos como Félix Rodríguez de la Fuente o Jacques Cousteau no contaban con tantas tecnologías, ¿cómo han evolucionado los documentales de naturaleza desde entonces?
Antes quizá la palabra era más elocuente que las propias imágenes, aunque los locutores dijeran lo contrario. Me acuerdo que Félix afirmaba en muchas introducciones que las imágenes hablaban por sí solas, pero sin su voz eso no era tan cierto. Hoy sí es verdad que las imágenes hablan por sí mismas mucho más que lo hacían los locutores o los conductores de programas de antes. Pero los programas de Félix sin Félix no tenían el mismo gancho, su palabra era fundamental. Ahora hablan los animales, cuentan sus cosas y aprovechamos las tecnologías para poder retratar sus momentos íntimos de una manera muy espectacular, pero sin interferir.
Félix afirmaba en muchas introducciones que las imágenes hablaban por sí solas, pero sin su voz eso no era tan cierto"
¿Se considera el heredero de Félix Rodríguez de la Fuente?
Me siento uno de los envenenados por su trabajo, pertenezco a una generación a la que le gustaba la naturaleza y sus programas. Hemos estado influenciados por su trabajo, pero ni sucesores, ni herederos ni nada. Félix fue un maestro que debe entenderse dentro del contexto de su tiempo. Ahora hay otras personas, otros métodos y otras formas de hacer películas de animales absolutamente diferentes. Si viviera nuestro amigo Félix, seguramente habría evolucionado y estaría dando más importancia a las imágenes gracias a estas tecnologías. Fue un maestro de su época y sacarlo de su contexto es un error.
¿Detrás de esas imágenes tan impresionantes se esconden realidades algo más perversas?
Muchas veces esconden el sufrimiento de un equipo que tiene que estar con lo que está pasando en ese momento. Hemos soportado nevadas terribles, no podían pasar los coches, hemos estado con nieve hasta la cintura... Es complicado trabajar en un lugar donde los animales salvajes, que están adaptados al medio, se morían. Siempre hay un poco de riesgo, pero no el riesgo que la gente suele pensar como el ataque de un oso. Que un oso cargue contra un humano es una excepción, es algo fortuito que puede pasar cuando, por ejemplo, una persona se encuentra cerca de una osa que interpreta su presencia como un ataque a sus cachorros, pero no corremos esos riesgos. Hemos trabajado con manadas de lobos y no hemos tenido ningún ataque ni lo va a haber jamás. En definitiva, hay un momento donde se está disfrutando mucho con la cámara y hay momentos en los que se está pasando mucho frío y mucha desesperación porque no llega a pasar lo que necesitamos que pase.
Usurpan la intimidad de los animales y las plantas para ofrecérsela 'empaquetada' a espectadores sentados en las butacas. ¿Cree que los españoles deberían tener mayor contacto real con la naturaleza?
Yo creo que sí, pero siempre con respeto. El problema de esto está en masificar los santuarios donde viven determinados animales, pero pienso que el hombre puede estar próximo a todo esto sin interferir, de una forma regulada. Creo que es necesario que el hombre esté cómodo y pueda acercarse a la naturaleza, disfrutar de ella y, así, poder protegerla y conservarla mucho mejor. Pero existen espacios naturales que son verdaderos santuarios donde los animales no podrían soportar la presión humana. Tiene que haber equipos como el nuestro que llegan puntualmente a sitios y recogen con mucha discreción esas imágenes para transportarlas al cine o la televisión. Ese privilegio no es exclusivo nuestro, por supuesto, pero sí en determinados puntos que tienen que estar conservados y preservados de una manera concreta para que no se destruyan.
El primer año no conseguimos ninguna imagen del urogallo cantábrico. Los cantaderos están vacíos, están en un momento muy crítico"
¿Cuál de los "actores" con los que ha contado en su película está viviendo una situación más crítica?
El urogallo cantábrico. El primer año no conseguimos ninguna imagen de este animal, los cantaderos están vacíos, están en un momento muy crítico, de desaparición. Muchos expertos dicen que ha entrado en esa espiral de no retorno en la que, por mucho que hagamos, ya va a ser muy difícil devolverlo al monte. De manera que, el haber filmado una secuencia muy completa, incluso con apareamientos, fue un momento álgido que no sabemos cómo surgió. Fue un regalo, parecía que nos lo brindaban de despedida... Esperemos que esto no sea así y que se acabe recuperando, pero es muy difícil.
Los documentales tienen un valor educativo difícil de alcanzar por otro tipo de películas. ¿Reciben apoyos por parte del Estado?
En Cantábrico hemos contado con el apoyo de RTVE, Canal+, Telefónica, y la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, además de las ayudas clásicas que se le dan al cine: ahora que está terminada, estamos pendientes de recibirlas. Hemos hecho una guía para los colegios y pretendemos que, más allá del cine comercial de los fines de semana, los niños puedan disfrutar con sesiones especiales y conocer cuál es su naturaleza y dónde está para que empiecen a tener conciencia de lo que tienen y cómo conservarlo.
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