Cultura

Jordi Bernal: "El cine ya no es un gran referente de cultura popular"

El escritor publica 'Amores cinéfagos', un amplio fresco de la realidad de las relaciones sentimentales sometidas al filtro de la mitología cinematográfica

Ya en su madurez, Jordi Bernal (Badalona, 1976) ha sobrevivido a ocasos como el diario “Factual” o el partido Ciudadanos con una escritura valiente, no siempre ortodoxa, y que busca escudriñar lo que hay detrás de los lugares comunes. Ese espíritu recorre, incluso, este recopilatorio de artículos sobre parejas de cine de nombre Amores cinéfagos (Jot Down Books, 2023) donde busca saber si aquellos ídolos dorados eran algo más que una lámina áurea de propaganda y mentiras.

Pregunta: ¿De dónde viene la idea de este libro? ¿De ti o de los editores?

Respuesta: Esto fue una idea mía y, bueno, se la comenté a Ángel L. Fernández. Era una sección que ya empezó hace años en la que intentaba tratar el tema a partir de relaciones en el cine desde el inicio de lo que fue el “Star System”. Es el comienzo de Hollywood y llego un poco después del final de los grandes estudios. A partir de ahí, pues, quería extrapolarlo a lo que podían ser tipologías de relaciones en la vida. Un poco la idea de partir del retrato de distintas relaciones en el cine a las parejas consuetudinarias.

P: ¿No es revindicar los grandes amores del cine clásico y moderno algo reaccionario?

R: ¿Tú crees? No, yo creo que no, que no tiene nada que ver. Yo creo que son un poco universales. Entonces, pues, hombre actualmente todo tiene su punto de fricción. Tampoco están bonitas las cosas, pero no creo que el libro sea reaccionario. Puede ser un poco conservador, pero no es reaccionario.

P: ¿Cuánto hay de verdad y mentira en estos romances? ¿Los asesores de Hollywood embellecían las historias o las creaban?

R: Bueno, hay de todo. En las que he escogido he intentado que fueran auténticas, es decir, que hubiera el mínimo montaje posible. Ahora bien, sí que es verdad que algunos evidentemente aprovechaban la química y el tirón de lo que eran las parejas y en otros casos las creaban o incluso las tapaban. Y, en este caso, he seleccionado también la de Randolph Scott con Cary Grant. Fue una relación de amistad muy posiblemente con tientes sexuales y tuvieron mucha presión por parte de los departamentos de relaciones públicas de los estudios para que se casaran con féminas y tuvieran así una familia convencional. Incluso se los presentaba como grandes seductores…

P: ¿Sabes la mítica historia de Grant y Larrañaga? Cary Grant se llevó de vacaciones al norte Europa a Carlos Larrañaga. Lo cuenta Jesús Mariñas en sus memorias

R: En esa época esa armarización era muy común, ¿no? Era difícil hacerlo público. Sobre todo, en un contexto tan conservador como era España.

P: De hecho, ¿No habrías metido más romances gay en tu libro? Luego del delirante libro de Scotty Bowers realmente parece que Hollywood fuera una meca heterodoxa

R: Ese libro me lo leí. De hecho, lo hice antes de escribir el artículo sobre Cary Grant y Randolph Scott. La verdad es que me reí mucho con su testimonio, pero bueno, yo creo que ahí hay mucho de fabulación: Bowers hace a todo el mundo gay.

P: Gore Vidal daba verosimilitud al libro, parece

R: Sí, puede ser que algunas de las cosas que cuente sean ciertas, pero yo creo que tiene un poco de manga ancha donde ya cabe todo. Y un poco pues sí que es muy verosímil, incluso en algunos casos cierto, pero en otros creo que lo deja ahí porque resulta divertido.

P: ¿Qué realidad tienen las leyendas urbanas sobre Katharine Hepburn o Spencer Tracy?

R: ¿Dices de la homosexualidad?

P: No sólo de la homosexualidad, sino también de la supuesta promiscuidad de la primera

R: He estado leyendo un libro del lesbianismo y estaba más aceptado en el Hollywood de inicio de los años 30, antes del Código Hays. Más que promiscuidad, yo creo que es una mujer bastante liberada en ese aspecto. En el caso de Spencer Tracy, pues básicamente su problema sobre todo era alcoholismo. Entonces sí se le achaca mucha promiscuidad, pero hasta qué punto podía rematar la pena, ¿no? Porque la verdad es que iba bastante tocado cuando salía y llevaba una vida intensa socialmente ya que iba todo el día borracho. Entonces, era bastante complicado tener una vida sexual más allá de la boquilla.

P: En el libro de Scottie sale Spencer Tracy. Y es muy gracioso porque es de las cosas que sí dudas ya que Tracy estaría totalmente alcoholizado y probablemente Scottie se habría puesto una peluca y le habría confundido.

R: Sí, pero sí que se habla de la bisexualidad de Spencer Tracy. Y supongo que también muy azuzado por el alcohol podría desinhibirse en algunos momentos, pero no creo que fuera mucho más allá. Incluso, se habla de John Ford también: según Maureen O’Hara Ford le había comentado esto en alguna ocasión y así habría tenido pulsiones homosexuales u homoeróticas.

P: Orson Welles juzgaba que todos eran irlandeses y, como consecuencia, eran reaccionarios. Así, no podían permitirse ninguna heterodoxia sexual

R: Y en esa época aún más, debido al poder de las familias, de ese clan de los irlandeses. Aunque, bueno, también esta cosa de John Ford como reaccionario, director conservador, también la pongo muy entre comillas. Dio apoyo a Roosevelt y fue en algunos aspectos muy progresista. Yo creo que escapa a moldes pueriles clasificar a los directores entre izquierdistas o derechistas. Era mucho más complejo y de ahí viene su atractivo.

P: ¿Era la infidelidad la moneda común en Hollywood? Orson Welles confesaba a Henry Jaglom que Hepburn o Grace Kelly se liaban con todos

R: Sí, Grace Kelly así sería una rubia aparentemente inocente, pero muy dada a los escarceos amorosos. También responde un poco a lo que es la doble moral de ofrecer una imagen sobre todo impoluta a nivel cinematográfico y social. A partir de la imposición de la censura antes de la Segunda Guerra Mundial e incluso con la posguerra todo es ya mucho más puritano. Antes, el estilo de vida disoluto estaba bastante extendido, aunque mucha gente hacía una vida más normativa. Ese mundo está muy exagerado en esta película Babylon.

P: Sí, es muy barroca…

R: La verdad, la encontré una cosa bastante vacua, hiperbólica, sin que se analice con profundidad todo lo que era ese ambiente del sexo y drogas aún sin rock and roll, pero sí con jazz.

Hollywood se aprovechaba de la química y el tirón de las parejas
Pregunta: Parece como si se trasplantara el ambiente de la UFA en los años 20 de Berlín, que era muy decadente también…

Respuesta: Bueno, también, claro: hay un mito como Marlene Dietrich que va directa a la costa oeste desde lo que es ese Berlín de la posguerra decadente como dices tú. Ya en Hollywood imponen un modelo también de ambigüedad sexual y, por tanto, de liberación.

P: Pedro Vallín, en su libro Me cago en Godard, comentaba que el análisis del senador McCarthy sobre Hollywood como meca insurgente y heterodoxa es cierto. Aún sin defender, claro, las razones para perseguir políticamente a los autores…

R: En Hollywood hay como una extraña mezcolanza de judíos y católicos, aunque no es una cosa tan formada. Lo que sí existe es un sector de la progresía en el cual están muchos guionistas, directores y actores, pero tampoco son los que tienen más poder. Al fin y al cabo, fueron fácilmente domados. Esto lo decía muy bien el crítico Ángel Fernández-Santos al afirmar que “todos se echaron para atrás cuando vieron que su mansión y piscina corrían peligro” (risas). Fueron muy valientes hasta que vieron en peligro su estatus: uno de los casos claros fue el de Humphrey Bogart, que dio el paso atrás. Incluso escribió un artículo diciendo que nunca había sido comunista…

P: ¿Qué pareja representaría para ti el nuevo Hollywood? ¿Diane Keaton y Woody Allen?

R: O tal vez Peter Bogdanovich y Cybill Shepherd por lo que tuvieron de ser una pareja en ese momento muy odiada por ser insultantemente guapos, con poder, con riqueza y con talento. Estarían más en la línea de lo que es Hollywood. En el caso de Diane Keaton y Woody Allen, sería más esta vertiente de manera doméstica, neoyorquina, y relacionada con sus películas allí; no los veo tanto como una pareja de Hollywood. Aunque las dos son parejas que escapan un poco del guion establecido por los estudios y su publicidad. Esto tenía antecedentes de gran autenticidad como son el de Ava Gardner con Frank Sinatra o el de Richard Burton con Elizabeth Taylor. Aunque aún todavía forman parte del “Star System” y de su política de estudios, se escapan al ser relaciones muy pasionales, de carácter volcánico

P: El estilo de las biografías tiende a ser cargado, ¿temes que te llamen seguidor de la prosa sonajero? ¿Intentas buscar la frase en tus descripciones?

R: Bueno, no es toda la prosa así. Espero, además, que no ya que no soy nada partidario de la prosa sonajero. Aunque sí que intentas de alguna manera trabajar el texto y, sobre todo, también darle el toque a veces de manera irónica de lo que es la crónica rosa. También he jugado a la escritura pop.

P: Vázquez Montalbán, claro…

R: Sí, eso se dice, pero yo creo que el escritor al que se tiene que reivindicar hablando de cine es a Terenci Moix.

P: Los programas que presentó en los 80 dedicados al Hollywood clásico son un hito

R: Es una pena que se haya perdido este tipo de programa, pero el gran debate es si el espectador puede aguantar este tipo de entrevistas ya que no se le ofrece. Tampoco lo sabremos hasta que no se le ofrezca.

P: ¿Qué parejas de la posmodernidad de Hollywood, de 1980 hasta ahora, incluirías? ¿Tom Cruise y Nicole Kidman? ¿Susan Sarandon y Tim Robbins?

R: Tal vez me parece más interesante el caso de Susan Sarandon y Tim Robbins. Yo no sé hasta qué punto es interesante el caso de Tom Cruise y Nicole Kidman: tenía aún resabios del viejo Hollywood y con ello un punto de montaje. Todo lo que hace Tom Cruise me parece que siempre tiene mucho de montaje, de hecho.

P: ¿Alguna pareja más reciente que pueda ser destacable o ya no hay esos amores hollywoodenses?

R: Yo creo que se ha perdido esa gracia porque por entonces el cine era un referente. Se creaba una mitología que luego los espectadores reflejaban en su cotidianidad. Cuando todos vestían y eran como Clark Gable.

P: Había un mítico chiste de La Codorniz de Azcona en el cual decía lo que Marlon Brando “no ha descubierto nada con su peinado” ya que todos los labriegos de Ávila lo llevaban así “desde hace centurias”

R: (risas) Yo también veo ahí sus problemas de alopecia y así tenía que hacer dos puntajes. Pero sí que había un reflejo social que se retroalimentaba lo que era el cine con la realidad. Ahora todo esto ya se ha perdido porque el cine ya no es un gran referente de cultura popular. Yo creo que tendría que buscarse en otros ámbitos, no sé cómo funciona el tema de los “influencers”. Estos deben ser ahora mismo el referente, ya que la influencia masiva del cine se ha perdido en parte.

P: ¿Enviarás una copia de este libro, conscientemente “cipotudo”, a Íñigo Lomana? ¿Y a Gonzalo Torné? ¿Es ya la heterosexualidad gozosa un pecado para el intelectual catalán?

R: Hombre, yo preferiría no estar ubicado en la “prosa cipotuda”. Y, de hecho, creo que la diversidad sexual está muy bien y cada uno tiene que disfrutar como pueda y como le dejen. En este caso yo creo que la heterosexualidad vive un momento que tampoco juzgaré mal. Lo que pasa es que, parafraseando un título Marco Ferreri, sí que se ha producido eso de Adiós al macho. Esto sí que es algo que ya debemos aceptar…

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