Cuba corre el riesgo de encaminarse a un híbrido entre el liberalismo chino y el régimen dinástico norcoreano si se ignora a la disidencia, advierte el diplomático y escritor chileno Jorge Edwards, decepcionado por la "indiferencia" de la comunidad internacional ante la "transición" en la isla caribeña.
El cambio en Cuba debe pasar por la "reconciliación" y "no por hacer exclusivamente una apertura económica y diplomática", afirma Edwards (Santiago de Chile, 1931) en una entrevista con Efe con motivo de la nueva edición de su obra Persona non grata.
Esta edición de Cátedra contiene por primera vez un estudio crítico, además de un amplio número de notas a pie de página y un nuevo prólogo, en el que el autor no se arrepiente de haber escrito a principios de la década de los años 70 su memorable crítica feroz contra el comunismo castrista ni de haber publicado Persona non grata a "su debido destiempo". Fue a finales de 1973, en Barcelona, por su amigo Carlos Barral.
Guillermo Cabrera Infante aplaudió el magistral relato que el diplomático chileno hizo en su libro de Fidel Castro
La última edición contiene también cartas inéditas a Edwards escritas por Graham Greene, Arthur Miller, Carlos Prats y Guillermo Cabrera Infante. Este último aplaudía el "magistral" retrato que el diplomático chileno hacía en su libro de Fidel Castro, "con su mezcla de esquizofrénico y gran actor".
Edward, Premio Cervantes 1999 y ciudadano español desde 2000, llegó a La Habana en 1970, como encargado de Negocios de Chile en Cuba, con el fin de restablecer las relaciones diplomáticas entre los dos países nada mas llegar Salvador Allende al poder.
Pero su estancia apenas duró tres meses y medio, ya que fue prácticamente expulsado por el régimen. Edwards fue uno de los primeros eruditos latinoamericanos que se distanció de Castro, y dejó de ser "el típico intelectual de izquierdas".
Nueva era en Cuba
La edición de esta "novela de no ficción" se terminó el 15 de abril de 2015. Ese día Barak Obama y Raúl Castro se daban la mano en un encuentro en el que el presidente estadounidense afirmaba: "La Guerra Fría ha terminado".
Ahora, casi siete meses después, Edwards cree que "lo que hay que hacer, desde el punto de vista del occidente culto, democrático y moderno es ayudar a Cuba a que se reconcilie y se transforme en una democracia moderna con la mayor justicia social posible".
Edwards apuesta por ayudar a Cuba para que se transforme en una democracia moderna
"Hay que ir hacia eso, que es lo civilizado", subraya el autor chileno, convencido de que en ese reto "Estados Unidos y el Vaticano podrían hacer mucho", pero no lo ve en "los planes de Obama ni del papa actual", Francisco, que en su opinión "han rechazado a los disidentes de una manera brutal". Para Edwards es "bastante decepcionante" la "indiferencia y falta de inteligencia de la comunidad internacional de cara a la transición que se empieza a anunciar en Cuba".
Una transición que este autor de numerosas novelas, cuentos y ensayos cree insoslayable: "Transición tiene que haber porque Fidel no es inmortal y Raúl tampoco. En este momento soy -dice- un optimista prudente" sobre un posible cambio político en la isla. En ese sentido, insiste en el riesgo que supondría que los cambios se ciñesen solo a lo económico y lo diplomático.
Eso generaría "una dictadura política con mercado, con capitalismo, a la china, y enseguida una dinastía a la norcoreana porque es la familia Castro la que está gobernando, y cuando se mueran (Fidel y Raúl) aparecerán hijos, parientes y amigos", vaticina el autor de El peso de la noche o El origen del mundo.
Preguntado sobre si alguna vez ha fantaseado con la posibilidad de volver a reunirse con Fidel Castro, Edwards, con una carcajada, comenta que no, y que teme la maestría de ese "encantador de serpientes" con el uso de la imagen. "Le tengo mucho más miedo a la fotografía y al abrazo (que está seguro que le daría) que al palo", argumenta.
Y en un tono más serio, añade: "La influencia de Fidel Castro ha sido desastrosa para América Latina". Como también lo es, según él, el peronismo, la revolución mexicana y el PRI, el chavismo y toda la "manía de pasar página" que existe en América Latina. Es lo que Edwards llama "la obsesión fundacional", "arrasar con el pasado para empezar de nuevo".
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