José Ángel Mañas (Madrid, 1971) vive un gran momento de forma literaria. Lo demostró ya con La última juerga (2019), una afilada secuela de su presentación en sociedad, Historias del Kronen, novela con la que ganó el premio Nadal en 1994. Su habilidad narradora también brilla en Extraños en el paraíso (2020), un serial de audio que describe de manera dialogada el pulso del Madrid de la Movida. Ahora confirma su sólida madurez con Una vida de bar en bar (Algaida), donde pasa revista a la vida de Domingo Espinar, un chico que sale de las chabolas para alcanzar el éxito corporativo en los ochenta, previo paso por la militancia trotskista. Por decirlo en una frase: Mañas podría se guionista de una versión más cruda de Cuéntame cómo pasó, done explica lo que la serie se deja fuera y además lo hace con estilo literario.
La trama de la historia está basada en hechos cotidianos, que todos hemos vivido o escuchado. Dicho esto, Mañas tiene una atracción fatal por la polémica, por ejemplo no se conforma con contar de manera neutra el paso de Espinar por la editorial marxista Akal, sino que se zambulle en datos verosímiles -quién sabe si verdaderos- construyendo un personaje con el nombre real del editor (que sigue vivo y con mando en plaza). En los vibrantes diálogos, se acusa a Ramón Akal de “ir solo por la pasta”, “fusilar libros de Moscú” y de no pagar apenas derechos de autor. En ocasiones, con datos muy concretos, como la historia de Julio Caro Baroja y su libro Las formas complejas de la vida religiosa, que Akal publicó en 1978. Esta intriga de hasta dónde está diciendo la verdad, un recurso perverso que le gusta practicar, es otro de los alicientes de su literatura (juego que sufren sus víctimas y da morbo a sus lectores).
La seducción del dinero
En teoría, suena poco seductor dedicar un capítulo a la excursión a Cuba de unos empresarios madrileños que acaban enganchados a las mulatas y el ron añejo. La prueba del alto nivel de un novelista es hacerlo interesante y Mañas lo consigue con observaciones agudas sobre el complejo de inferioridad nacional. “Tú crees que porque has ido a Londres, París y Nueva York eres un tío viajado, que conoces otras culturas. Mentira. Conoces la misma. Con una amplitud mayor, menor. Con más lujo, menos”, destaca. “Vas por Europa y estás acostumbrado ser ciudadano de segunda. Ahí (en Cuba) te conviertes en un ciudadano de primera”. Son este tipo de destellos las que otorgan vuelo literario.
Un obrero era algo que sabían que existía, por la lucha de clases que habla Lenin, pero que no habían visto a nadie con mono en su vida", escribe Mañas
El protagonista de Mañas destripa el mito de la meritocracia (“el mérito es de tus padres”), aplica lecciones militantes a sus negocios capitalistas (“hay que agradecer a Marx algunos análisis”) y retrata la burbuja del izquierdismo revolucionario. “Cuando yo entré en la academia para hacer el graduado escolar, aquella academia era de Juventudes Socialistas. Se llamaba Paulo Freire en honor a un educador brasileño con unos métodos formativos especiales. (…) Y como para ellos un obrero era algo que sabían que existía, por la lucha de clases que habla Lenin, pero que no habían visto a nadie con mono en su vida, conmigo alucinaban. Eran estudiantes, canalla universitaria. Yo iba a las asambleas juveniles y de ochenta personas el único que trabajaba en una fábrica era yo”, explica Espinar, dando la clave del interés sociológico de la novela, según entiende Vozpópuli.
Otro hilo central, con mucha sustancia, es la relación del protagonista con las mujeres. Su ascenso social va salpicado de una vida sexual intensa, con carrusel sucesivo de parejas, que termina por estrellarse en una denuncia por violencia de género (ya zambullidos en las lógicas de cierto feminismo, dominante en la actualidad, punitivo y contrario a la presunción de inocencia). ¿Qué cuenta realmente esta novela? Desde mi punto de vista, describe de manera contundente, y no dogmática ni pedagógica, el enorme poder de seducción del sexo, el dinero y el estatus en la España de la burbuja inmobiliaria. Hay que ser un atleta moral para mantener la militancia cuando aparece la pasta, y nuestro héroe es atleta, pero más bien de los placeres de la sociedad de consumo, como la inmensa mayoría de nosotros (por eso termina cayendo tan bien, supongo). Otra disfrutable y sustanciosa novela de Mañas, que está en una buena racha.
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