Los ojos de Garci flotan por el espacio como las naves de Blade Runner mientras va a la caza de la palabra exacta, del momento certero, de recuerdos guardados en los botes de formol de un almacén con cierta niebla. Garci es un superviviente que ha hecho del cine una vida de repuesto, mientras a su alrededor van desapareciendo los rostros que le acompañaron toda una vida. Se ha despedido de su "hermano mayor", Manuel Alcántara, de su amiguísimo Alfredo Landa, del gran David Gistau y hasta de un nieto que abandonó esta existencia con solo 15 años por un cáncer de huesos.
Mi abuelo Manuel siempre dice que el tiempo no hace prisioneros, que al igual que con las personas, la belleza de los campos y de las grandes construcciones se marchita con el avance del asesino silencioso. Es ley de vida. Jose Luis Garci, de 78 años, ha conocido el amor en varias ocasiones, ha visitado más de 50 veces Nueva York y ha pisado ese lugar "que no existe" llamado Hollywood antes que ningún compatriota para recoger el Oscar a Mejor película extranjera.
Afirma ser un vago pese a que lleva cuatro libros publicados en un año (Deborah, El toque Lubitsch, Lo que el viento se llevó, Telegramas cinéfilos), colabora en tres programas de radio, en medios escritos como el ABC y va de un lado para otro a dar conferencias de temas tan diversos como Benito Pérez Galdós o el cine de Steven Spielberg. De todas formas, también insiste en que no hace películas de autor pese a que sus imágenes y guiones son siempre reconocibles y llevan el sello de la nostalgia.
Atiende a Vozpópuli después de una participación radiofónica y antes de acudir al Hotel Wellington, en Madrid, donde hasta el 9 de junio ha tenido lugar un ciclo en el que se proyectaron sus principales películas. Pese a su afán cinéfilo insaciable, no ha sucumbido a la enfermedad de Alonso Quijano y distingue a la perfección cine y realidad. Sabe, como cantaba Luis Eduardo Aute, "que todo en la vida es cine, y los sueños cine son".
Para usted el cine es una vida de repuesto, ¿qué personaje le hubiera gustado ser?
Hombre, cuando eres mayor pierdes mucha mitomanía. Pero si tengo que decir a alguien me quedo con Humphrey Bogart en Casablanca. Ese es un buen personaje, tiene todo lo que ha de tener un antihéroe. También me gusta mucho Cary Grant en sus comedias, es un tipo cercano y divertido. Hasta el propio Cary Grant decía que quería ser Cary Grant. O sea, que le gustaba a todo el mundo.
¿Nos amargamos la vida intentando parecernos a Bogart en Casablanca?
Una cosa es que me guste y otra cosa que quiera ser como él. Para empezar, Bogart es una creación de los hermanos Epstein, de Howard Koch… de todos los que escribieron Casablanca y le dieron unas frases maravillosas. Como aquella en la que un personaje le pregunta; “¿qué hiciste esta noche?” y él responde “no sé, hace tanto tiempo que no me acuerdo”; “¿Y qué vas a hacer hoy?”, “No lo sé, nunca hago planes con tanta anticipación”; “¿Profesión? Borracho”… Esos diálogos han creado una mitología. Pero sí que hay una parte Bogart en todos nosotros, Bogart es el Atlético de Madrid, el fatalismo romántico, el perdedor. Ese es el club al que pertenezco desde niño porque posee ese espíritu romántico pero a la vez consciente de que nunca va a triunfar. Sabes que la chica te quiere, pero la chica se va y te quedas solo. Es un personaje muy moderno que anticipa a los grandes personajes de la segunda mitad del siglo XX. Pero es un buen tipo, te gustaría ser amigo de él.
Bogart es el Atlético de Madrid, el fatalismo romántico, el perdedorJosé Luis Garci
También es cierto que Bogart, en la vida real, tenía un carisma incomparable. Acuérdese de cuando quiso empezar a salir con Lauren Bacall. El actor entró en su camerino, la besó, le dio una caja de cerillas y le dijo: "Apunta tu número". Eso no lo hace cualquiera.
Es cierto. Sinatra ha seguido un poco sus huellas en todos los aspectos: las mujeres, la mitología, el abandono con que sufría y cantaba… Son personajes como los clásicos de novela pero que han salido del cine. Hay personajes que sin salir en gran pantalla gozan de un aura mítica. Por ejemplo, John Huston, cuya vida es su mejor película.
¿Cuál sería su noche ideal? Imagine que pudiera organizarla desde las 8 de la tarde hasta las 6 de la mañana.
No me quedaría con una noche ideal, tendrían que ser las 1.001 noches ideales. Una noche ideal de deportes sería ver un partido de fútbol estupendo y un combate de boxeo maravilloso en el Garden, tomando unas copas entre medias. Otra noche ideal dedicada al amor también estaría bien: primero cena y luego ir a un hotel de lujo en una ciudad extraordinaria. Otra noche literaria dedicada a leer también sería ideal. Y, por supuesto, que no falte un buen Martini, que últimamente los voy evolucionando. Ya sabes que está el Dry Martini, que es con ginebra, y el Martini Vodka. Bien, pues yo he logrado mezclarlos, hago un 66% de ginebra, un 33% de vodka, le echo el toque de vermut, la cáscara de limón y la aceituna y queda de lujo.
Hay que tener cuidado con la resaca después de eso…
Sí, pero hay resacas peores que las del alcohol.
Umbral empieza un famoso libro suyo diciendo: “La noche en que llegué al Café Gijón...”¿Cómo fue la noche en que Garci llegó a Hollywood para recoger el Oscar?
Yo no llegué de noche, era de día. La primera vez que caí por Los Ángeles debía ser el año 78. También caí en el 81 y en el 83, cuando pasé dos meses para la noche de los Oscar, el domingo 3 de abril, en la que ganó el premio Volver a empezar. De alguna manera, Hollywood es una ciudad que no ha existido nunca, la hemos inventado los soñadores del cine. Es un conglomerado de gasolineras con banderitas triangulares, de descampados, de casas preciosas… Es una ciudad horizontal, de sueños, estás igual de cerca de Madrid estando ahí porque es una urbe que habita en ningún lugar, está en tu cabeza. Eso es el cine. Hubo un tiempo en que estaban los estudios Fox, RKO, la Warner Brothers… Pero no hay una noche en que llegaste a Hollywood, hay una noche que sentiste Hollywood pero en la Calle Ibiza o la Calle Narváez cuando salías de ver una película en los cines de tu barrio.
Hollywood es una ciudad que no ha existido nunca, la hemos inventado los soñadores del cineJosé Luis Garci
¿Qué película se pone cuando está de bajón?
Manhattan es una película que deberían recomendar los psiquiatras. Estás down pero siempre te eleva. El talento de Woody Allen es increíble para todos los tipos de bajones que tengas. Es una maravilla ver Nueva York a través de sus ojos y ver cómo la quiere. Y esa voz en off: “Nueva York, Manhattan. El tipo tenía la fuerza sexual de un tigre...”. Para mí es la obra maestra de Woody Allen, me reconforta siempre que la veo.
Para su amigo Pedro Cuartango es El hombre tranquilo
El hombre tranquilo es más festiva, más para gente del norte como él. Para ciudades capitales es Manhattan. Me gusta mucho Cantinflas también, desde niño. “Esta chica tiene el derecho divino… y el izquierdo también”, es una de sus frases fabulosas.
Viaje a Nueva York con Alfredo Landa, Luis Herrero y Torres Dulce… ¿Qué es lo que más recuerda?
Primero he de decir que yo era tan paleto que contaba los viajes que hacía a Nueva York. Cuando hice mi viaje número 50 a la Gran Manzana me enteré de que también los contaba Julián Marías, un filósofo al que admiro mucho. Luego he dejado de hacerlo, he ido muchas veces. Nueva York es una ciudad mutante, siempre está cambiando. Donde antes había un Barnes and Noble ahora hay una pizzería. Pero, desde siempre, en la Calle 44 y en la Calle 42 me he sentido como en casa. Es una ciudad muy cálida.
Solo viajé una vez con el pack Luis Herrero, Eduardo Torres-Dulce y Alfredo Landa. Fue para hacer unos programas de radio. Recuerdo un frío espantoso, 18 grados bajo cero, como cuando rodamos El Crack. Fuimos a tomar caviar y champán a un sitio llamado Petrasian y justo al entrar nos dijeron que iban a cerrar. Nos quedamos helados, nunca mejor dicho. Alfredo tenía las gafas con lágrimas heladas por el frío.
¿Alfredo ligó en ese viaje, verdad?
No, eso no es verdad. Le gustaba mucho una dependienta pero nada más. Es que Alfredo era muy conocido en Manhattan, todos los españoles sabían quién era.
¿Cada cuánto recuerda a Alfredo Landa?
Ayer mismo. Vi uno de mis artículos para el libro Telegramas cinéfilos donde recuerdo un domingo eterno en el que Alfredo Landa estuvo en mi casa. Eran las Olimpiadas de Barcelona y vimos el partido de fútbol en el que España ganó el oro. Lo pasamos muy bien. Me acuerdo mucho de él y de Maite, su mujer. Fue una amistad de más de 40 años.
Llevamos una mala racha en la que se está yendo mucha gente conocida...
Es lógico. Todos nos vamos a ir. Mi generación está desapareciendo. Yo ahora miro una foto y digo “joder, no queda nadie”. Yo antes entraba a un sitio y era el chaval más joven. Ahora en cualquier sitio al que entro soy el más mayor. Eso es ley de vida. El campo va a estar minado por donde pasas hasta que llegue… No tiene mucho sentido esto de la vida, pasas por aquí, conoces gente, vives y te vas. Tienes la suerte de que dejas familia e hijos, pero no tiene mucho sentido que luego te vayas, es un misterio. Por eso me gusta mucho el cine, que es una vida de repuesto. El cine siempre se conjuga en presente de indicativo, que curiosamente indica muy pocas cosas. Pero el cine es un presente continuo.
Yo apenas tengo 30 años y aunque de vez en cuando pienso en la muerte, sobre todo cuando se va un ser querido, sigue teñida de un cierto tono de irrealidad. Cuando se es mayor, ¿se vive con más intensidad?
Vives como has vivido siempre. Sabiendo que tienes más cerca salirte del cuadro, como decimos en el cine. Eso de que el tiempo se estira yo no lo he vivido todavía. Yo creo que mientras tienes entusiasmo no envejeces. Solo se envejece cuando no amamos las cosas. El sábado tenemos la final de la Champions League –la entrevista se realizó cuatro días antes-, eso es estupendo. Hoy he hablado con los amigos en la radio. Hay una película que quieres ver. Tienes una cena con amigos… Lo malo es cuando esas ganas de vivir se pierden. Fíjate, hubo un momento con Alfredo Landa en que yo le decía “Fredi, vamos a ver tal película o vamos a ver este partido fútbol” y él ya nunca tenía ganas. Lo he notado con muchos amigos. Gil Parrondo me dijo un día: “¿Sabes qué? Ya no me apetece tomar gin-tonics”. El entusiasmo es lo que nos mantiene vivos.
Solo se envejece cuando no amamos las cosasJosé Luis Garci
Umbral decía en Un ser de lejanías que una de las cosas buenas de ser mayor es que se vive como un niño. Ya no te importa lo que piensen los demás.
Eso también. Si tú eres independiente la gente de izquierdas dice que eres de derechas, y los de derechas te llaman frívolo. Yo siempre he sido independiente, me lo decía mi padre. En el colegio, la señorita Angelines, que es quien me llamaba Garci, me lo decía también. He hecho siempre lo que he creído. Es muy difícil ser independiente porque estás solo siempre, pero también duermes mejor por las noches. Más que de izquierdas o de derechas lo que creo que hay que ser es buena persona, ser consecuente con uno mismo.
Más que de izquierdas o de derechas lo que creo que hay que ser es buena personaJosé Luis Garci
¿Cómo no caer en un pozo cuando alrededor ocurren desgracias como las muertes prematuras de David Gistau o su nieto?
Lo de mi nieto es una desgracia sobre todo por mi hija. Al año siguiente, encima, murió su marido de la misma enfermedad. Mi hija es muy valiente. En una desgracia así no puedes ayudar a nadie. Lo de Gistau también fue muy duro o lo de Manuel Alcántara, que era mi hermano mayor. Hay que tratar de seguir tirando adelante porque no queda otra.
Volviendo al tema del cine, ¿cree que hemos caducado los amantes de cine clásico? ¿Estamos pasados de moda?
Creo que no. El cine clásico dentro de unos años serán las películas de Superman o Batman. El clásico va evolucionando, se va a adaptando a cada época. Seguirá habiendo clásicos, por supuesto.
El cine clásico me encanta pero hay una cosa que me repatea… el chico siempre se lleva a la chica. En la vida real no es así.
Las películas son muy bonitas pero tampoco es verdad que el chico se lleve siempre a la chica si lo piensas bien.
En sus películas siempre hay más melancolía que momentos alegres, son como la mirada del detective Areta en El Crack...
Eso viene en el paquete mío. Cuando nací ya era nostálgico de un mundo que no había vivido. Lo que te puedo decir es que la mía es una nostalgia jubilosa. Siempre es mejor estar mejor de buen humor, que de mal humor. Otra cosa es esa melancolía, esa nostalgia de cuando paseabas por el Retiro con aquella chica de la mano pero a la que hoy no tendrías nada que decir. Porque esa persona no eres tú, eras tú con 14 años, has cambiado. En fin, no se sabe por qué uno es nostálgico como no se sabe por qué uno es de un equipo de fútbol.
No se sabe por qué uno es nostálgico como no se sabe por qué uno es de un equipo de fútbol.José Luis Garci
¿No se ve como Clint Eastwood haciendo películas a los 90 años?
Sí me veo. Lo que no veo es que nadie vaya a poner dinero por mí, ni por nadie de mi generación. Se ha muerto hace poco Mario Camus, que estuvo mucho tiempo intentando hacer una película y no pudo.
Pasemos al ámbito deportivo: Ali, Mike Tyson o Tyson Fury, ¿quién hubiera ganado?
Cassius Clay ha sido el mejor peso pesado de la historia. Joe Louis creo que ganaría a Mike Tyson, así que le pondría en segundo lugar. A Tyson Fury todavía le queda boxear con un par de buenos púgiles. Uno es Usyk, que es buenísimo.
¿Entiende que el Atleti no le haya hecho el pasillo al Real Madrid tras ganar la Liga de fútbol?
Me pareció un error. El pasillo es un gesto de generosidad, de buena gente. Nunca entendí que no lo hiciera, me pareció un error capital.
Una revista le ha premiado como influencer del año pese a no tener ni teléfono móvil, ni correo electrónico. ¿Algún consejo sobre cómo llegar a ser un influencer?
Pues muy sencillo porque no soy influencer. No tengo redes. Las únicas redes que conozco son las del campo de fútbol.
Las únicas redes que conozco son las del campo de fútbolJosé Luis Garci
¿Qué lección de vida han dado a Garci todos estos años?
No sé, no creo que la vida te enseñe, más bien tú vas aprendiendo a no tocar el fuego para no quemarte. Creo que uno sabe lo que está bien y lo que está mal desde el principio, no necesitas que nadie te lo diga.
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