Cultura

José C. Vales: “Las guitarras eléctricas han influido en la cultura más que ningún escritor”

Concesiones las justas, por no decir ninguna. Y, ya puestos, hasta se podría decir que, en lugar de responder, José C. Vales atiza. Pero eso sería exagerar. Faltar a la verdad

Concesiones las justas, por no decir ninguna. Y, ya puestos, hasta se podría decir que, en lugar de responder, José C. Vales atiza. Pero eso sería exagerar. Faltar a la verdad en favor de una buena entradilla. Amarillear pues, el asunto. Y de eso nada, mucho menos con alguien de una prosa inteligente y generosa como la de Vales. Ganador del Premio Nadal con Cabaret Biarritz (2015), una novela que cosechó críticas elogiosas y lectores entusiastas, el escritor zamorano vuelve al humor y la sátira con Celeste 65 (Destino), una novela cargada de humor e ironía.  

El escritor zamorano vuelve al humor y la sátira con Celeste 65 (Destino), una novela cargada de humor e ironía

En el año 1965, justo cuando The Beatles están por sacudir Niza con su concierto en el Palacio de Exposiciones, el entomólogo británico Linton Blint, un hombre gris y sin atributos, aterriza en esa ciudad. Se hospeda en el lujoso Negresco, el más refinado hotel de la Côte d’Azur, donde se dan cita intelectuales, estrellas de cine como Mylène Demongeot o Brigitte Bardot, figuras como Grace Kelly, pero también aventureros, oportunistas y hasta más de un espía encubierto en plena Guerra Fría.

Allí conocerá a Celeste, una preciosa joven que baila con The Beach Boys o The Shadows, y que recorre la ciudad supuestamente a la caza de un antiguo mapa astronómico, comisionada por su tío anticuario de Londres. Sin embargo, nada es es lo que parece. En ese escenario, más que bien servido para la comedia de enredos, José C. Vales pone en marcha una novela que transmite el espíritu de una época irrepetible y en cuya descripción él se vuelca en estas páginas.

" ¿Vitalismo?..." Repite José C. Vales como quien retrocede ante una pregunta tonta cuando se le plantea  la joie de vivre que se respira en estas páginas

" ¿Vitalismo?...". Repite José C. Vales como quien retrocede ante una pregunta tonta. O al menos así ha de sonarle a él la fórmula que consigue el periodista para inquirir sobre  la joie de vivre que se respira en estas páginas y de las que ya latía un pulso familiar en Cabaret Biarritz (Destino). No le gustan las lecturas pretenciosas de sus libros a José C. Vales, tampoco -y queda clarísimo- las comparaciones con Dickens -bueno, vale, nada de siglo XIX anglosajón, está bien-. Por no gustarle, podría pensar uno que no le gusta ninguna de las preguntas cortas de miras del reportero. Y está bien que así sea. De lo contrario, sus respuestas  no serían la mitad de espontáneas de lo que ya son las páginas de sus novelas.

De los años 20 de Cabaret Biarritz -locos, arbitrarios, a su manera suicidas- a los sesenta de Celeste 65 . Le interesan las décadas vitalistas, podría decirse. ¿Por qué?

¿Vitalismo? No sé si se puede hacer otra cosa con la vida que no sea vivirla. La apología del dolor y del sufrimiento me resulta acartonada y un anzuelo grotesco para espíritus adolescentes. Son herencias existencialistas y, como he procurado reflejar en la novela, merecen irse al cubo de la basura con las raspas del pescado.

"La apología del dolor y del sufrimiento me resulta acartonada"

Por otra parte, los años veinte y los años sesenta son las únicas etapas del siglo XX en las que la sociedad —y fundamentalmente la juventud— genera cultura desbancando a la academia y la universidad. A los jóvenes que iban a ver a The Beatles a The Cavern les importaba un bledo el poeta incomprensible en su torre de marfil, y seguramente el vate se merecía ese desprecio. Las guitarras eléctricas y el celuloide han influido en la cultura y en la mentalidad de la sociedad del siglo XX más que ningún escritor o filósofo.

Siente gusto por retratar formas de vida. Como el Biarritz de los veinte o la Niza de los 60 funciona como un Atlas. ¿Hay una impronta a lo Dickens en ello? ¿Qué le interesa literariamente en eso? ¿Qué busca?

Creo que las “formas de vida” de las que hablas solo son expresión de las mentalidades. En fin, el estudio de las mentalidades es una disciplina compleja y de larga trayectoria; reconozco también que en las novelas no siempre me atengo a la estricta normativa teórica, porque obviamente escribo para los lectores del siglo XXI. Y si alguien tiene la amabilidad de ver a Dickens en mis novelas, lo agradezco. Pero a los críticos inmanentistas de ocurrencia rápida les recomiendo que busquen en Arnold Bennett y en Trollope. Y en San Isidoro, Pedro Mexía y los hermanos Coen, ya que se ponen.

"A los críticos inmanentistas de ocurrencia rápida les recomiendo que busquen en Arnold Bennett y en Trollope"

Por cierto, cuidado y los entomólogos se enfadan con usted por colocarlos como estampa de aburrimiento. Hablando en serio, ¿qué redención somete un personaje a otro?

El protagonista es entomólogo porque se siente muy unido a los insectos (representación de la insignificancia en nuestra cultura, aunque no en la realidad científica). La ciencia nunca me parece aburrida, al contrario que otras áreas del conocimiento que... bueno, no importa. Y el protagonista se siente un insecto porque eso es lo que le han hecho creer a fuerza de decírselo una y mil veces. Naturalmente, no se puede ofender, insultar y despreciar a las personas durante mucho tiempo sin que estas reaccionen. Las personas que desprecian e insultan a los demás desde posiciones de poder y con tácticas mafiosas deberían acabar, como en la novela, en una piscina de estiércol.

"El protagonista se siente un insecto porque eso es lo que le han hecho creer a fuerza de decírselo una y mil veces"

¿Dónde está la redención aquí? ¿En Celeste? ¿En el viaje? ¿En el tiempo? ¿En el lugar?

Creo que la redención no es una de las características de mis novelas. Mis personajes no necesitan salvarse ni redimirse. Tengo algunas ideas sobre la responsabilidad personal que interfieren e imposibilitan la idea de redención, incluso en la literatura. A veces, como en el caso de Celeste 65, los personajes tienen una revelación o asisten asombrados a descubrimientos increíbles, como la posibilidad de que haya vidas dignas de ser vividas.

"No soy tan pretencioso como para tener un “proyecto” literario"

Hábleme de la vocación de continuidad entre Cabaret y Celeste 65. ¿Existe un proyecto de continuidad literaria. 

No soy tan pretencioso como para tener un “proyecto” literario. De vez en cuando abandono las etimologías, la morfosintaxis, la traducción, el ensayo, la historia y la filosofía y escribo una novela con la que intento despabilar a mis lectores de la murga cotidiana (y del aburrimiento estilístico, también). Y mis lectores, que son muy avispados, saben que tras el humor amable y la ironía hay una buena pelea, con cristales rotos y muebles hechos astillas. Los fanáticos emocionalistas, los psicoanalistas, los existencialistas recalcitrantes o los bloomsburianos no van a considerar Celeste 65 una novela muy divertida... Y, naturalmente, para los críticos y los periodistas siempre guardo el trocito más tierno de mi corazón.

 Un detalle de la portada de la novela 'Celeste 65', de José C. Vales.

 

 

 

 

 

 

 

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