Como el Cándido de Voltaire, el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, evoca el mejor de los mundos posibles; uno donde las cosas habrían sido distintas. Pero éste es el que tocó; y punto. "Gestionar con dinero es fácil, gestionar sin dinero y conseguir que no colapse el modelo es algo en lo que me gustaría ver a alguno de los listos que opinan por ahí", dice Lassalle al momento de hacer un balance de estos cuatro años en lo que a la política cultural del Partido Popular respecta.
"No existe tal cosa como un IVA Cultural, ¿de acuerdo? Hay un IVA sobre los espectáculos culturales", asegura Lassalle
La que está a punto de concluir ha sido una de las legislaturas más duras para el sector. Comenzó con la eliminación del Ministerio y su conversión en una secretaría, continuó con la ejecución de severos recortes en los presupuestos así como el aumento de once puntos del IVA Cultural, un término que a su juicio no sólo es inexacto sino reduccionista. "No existe tal cosa como un IVA Cultural, ¿de acuerdo? Hay un IVA sobre los espectáculos culturales; un IVA del 21% aplicado al cine y al teatro”, puntualiza el secretario de Estado al referirse a un debate que incendió a gestores y creadores y sobre el que todavía no existe acuerdo alguno.
A eso se suma un tema tan importante como los anteriores. Dos de las principales propuestas electorales del Partido Popular, la reforma de Ley de Propiedad Intelectual y la Ley de Mecenazgo, han llegado a puerto en una versión precarizada y polémica de lo que se había propuesto. La primera, porque muchos consideran -entre ellas las entidades de gestión de derechos de autor- que fue elaborada sin consenso; la segunda, porque pasó de tener aspiraciones de Ley para terminar embutida en la reforma fiscal anunciada por el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro en 2014.
En el año 2011 las cosas lucían muy distintas. Todos daban por hecho que José María Lassalle, entonces diputado popular por Cantabria y portavoz de Cultura, ocuparía el ministerio que la socialista Ángeles González-Sinde dejaba con varios temas por resolver. Pero llegó el momento de formar gobierno y todo cambió. El ministerio se transformó en una secretaría dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes para el que fue elegido José Ignacio Wert, alguien cuyo estilo directo alimentó una fuerte tensión con el sector. No fueron pocos los desencuentros que tuvieron algunas instituciones –la Academia de Cine, por ejemplo- con el predecesor de Íñigo Méndez de Vigo. “Eso es anecdotario y yo no me voy a quedar en el anecdotario. Esa relación no fue tan tremenda como algunos lo pintan”, asegura Lassalle para despachar el tema.
“Eso es anecdotario y yo no me voy a quedar en el anecdotario. Esa relación no fue tan tremenda como algunos lo pintan”, asegura sobre las polémicas de José Ignacio Wert con el sector
La verdad es que todos esperaban que José María Lassalle (Santander, 1966) fuese el ministro. Sin embargo, el político popular, al que muchos llamaban el hombre cultura de Rajoy, permaneció al frente de una Secretaría en la que tuvo que entenderse con no pocos reveses. Después de cuatro años son muchas las preguntas y a ellas accede a contestar José María Lassalle en una larga entrevista: ¿Fue Hacienda la gran piedra en el camino? ¿Por qué pinchó en sus principales proyectos? ¿Es cierta la tensión con Exteriores por el Cervantes?
Hombre culto y discreto, José María Lassalle tiene un habla pausada, casi pretenciosa, pero siempre educada y correcta. Electo como diputado por Cantabria en 2004, Lassalle se volcó en el tema de Propiedad Intelectual en la Comisión de Cultura. Fue entonces cuando su perfil político se hizo más claro: era uno de los pocos políticos capaces de dotar al PP de discurso teórico y sustancia reflexiva. Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Cantabria (1996-2001) y en la Universidad Carlos III de Madrid (2001-03), José María Lassalle intenta quitar hierro ante la pregunta sobre si se ve cuatro años más al frente del cargo. “Mi nombramiento no dependió de mí en diciembre de 2011, sino de la persona que me eligió, que es el presidente de Gobierno, y no dependerá de mí cuando se produzca la renovación del gobierno tras la victoria del Partido Popular”, responde esta vez sin añadir ni evocar el mejor de los mundos posibles…
- ¿Quién ha ejercido realmente como ministro de Cultura en esta legislatura: José Ignacio Wert o Cristóbal Montoro?
-El ministro de Cultura, evidentemente, ha sido su titular: José Ignacio Wert. Y ahora Íñigo Méndez de Vigo.
-Pero Hacienda bloqueó y obstruyó la Ley de Mecenazgo, uno de los dos proyectos esenciales del PP junto con la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual.
-No comparto la idea de que la Ley de Mecenazgo se haya quedado en el tintero.
-Quedó como parte de la Reforma Fiscal impulsada por el ministro Montoro en 2014.
-Una ley de mecenazgo tiene tres artículos. Un primer artículo define qué es un mecenas. El segundo artículo crea el consejo de Mecenazgo y el tercer artículo aborda la reforma fiscal que modifica la ley del impuesto de sociedades y la ley del impuesto sobre la renta a las personas físicas. Esas son las tres partes de la Ley de Mecenazgo, así es la ley francesa. Lo verdaderamente importante de ésta es el tercer aspecto. Si hubiésemos aprobado una ley de mecenazgo tan sólo recogiendo los dos primeros artículos se hubiera hablado de tomadura de pelo, en cambio la reforma fiscal, que es una reforma profunda y la más importante en mecenazgo que he tenido este país desde la transición, supone un cambio radical.
"No comparto la idea de que la Ley de Mecenazgo se haya quedado en el tintero. Es una reforma profunda y la más importante en mecenazgo que ha tenido este país desde la transición"
-¿Cuál es, según usted, la radicalidad de esos cambios?
-Implica una subida de diez puntos en el impuesto sobre la renta, diez puntos en el impuesto de sociedades y la creación de una figura hasta ahora inédita como es el micro mecenazgo, que significa una desgravación del 75% en el IRPF en los 150 primeros euros aportados. Eso es un cambio de concepto. La reforma fiscal de fomento de mecenazgo es una ley a la que le falta la etiqueta para identificarse como tal, pero contiene una reforma profunda. Si alguien no quiere verlo, es responsabilidad suya. La mía es decirlo, como vengo diciéndolo desde el primer momento en que salió adelante.
-Con respecto a esa misma reforma fiscal los hay no tan entusiastas. El cine, que esperaba exenciones del 30%, quedó con 20% para el primer año y de resto quedó con el 18% actual. Es decir igual que antes. ¿Qué es lo radical allí?
-Los incentivos fiscales que se han introducido en el ámbito del cine suponen otra cosa muy distinta y no tienen que ver con el mecenazgo. Jamás se pensó que el mecenazgo fuera a financiar el ámbito del cine. Para eso se han introducido incentivos fiscales propios. La ley del Cine preveía un incentivo fiscal del 18% en el impuesto de sociedades, un modelo que cada año tenía que ser aprobado por ley de Presupuestos. Nosotros lo que hicimos fue extenderla permanentemente, es decir, ya no hace falta que la ley de Presupuestos revalidara ese incentivo fiscal. Otra cosa: la exención ha subido a un 20% y ese 20% actúa sobre un descenso del impuesto de sociedades del 30 al 35% y por tanto aumenta el impacto de desgravación. Eso se ha extendido a toda la cadena de producción, no solamente a los inversores. Y por si fuera poco, se ha creado otra figura para fomentar los rodajes en nuestro país. De manera que creo que hay una fiscalidad relativamente aceptable. Además, se introducen esos mismos incentivos para el ámbito de las artes escénicas, sobre lo que nadie dice nada aunque se trate de una novedad. No es el mejor de los mundos posibles, pero sí me parece un ámbito razonable del modelo de las deducciones y los incentivos fiscales que el Partido Popular propuso cuando llegó al Gobierno.
"Gestionar con dinero es fácil, gestionar sin dinero y conseguir que no colapse el modelo es algo en lo que me gustaría ver a alguno de los listos que opinan por ahí"
-¿Cuál es el balance que hace usted de los cuatro años al frente de la Secretaría de Cultura? ¿Cuál cree que era el sector con mayores carencias? ¿En cuál consiguió avanzar más?
-La crisis ha afectado al conjunto de los sectores culturales. En un escenario de crisis, el modelo de financiación de la cultura dependiente del presupuesto sufrió un impacto, pero no colapsó. Los museos, las bibliotecas, los archivos han mantenido su actividad. No ha habido cierres, ni despidos, ni recortes en horarios. Incluso, se han llevado a cabo compras de archivos tan importantes como el de Carmen Balcells o Luis Goytisolo. Los museos siguen programando exposiciones tan importantes como la de Dalí. A pesar de las reducciones presupuestarias, en el ámbito de Patrimonio, en lo que depende de la gestión del Estado, se han mantenido razonablemente las iniciativas de intervención con las que se había comprometido. La gerencia de Infraestructuras ejecutó todas las dotaciones previstas antes de la crisis: la biblioteca de Gerona, la de Segovia, varios archivos, el museo Arqueológico Nacional… En las artes escénicas y en lo que depende del INAEM se ha salvaguardado el código de buenas prácticas y se han respetado los nombramientos de las personas elegidas, que han continuado programando en un clima de absoluta autonomía profesional. Se ha mejorado su situación económica y se han resuelto problemas puntuales con las retribuciones y mejoras salariales. Y finalmente, en lo que tiene que ver con el cine, el sector ha visto cómo sus deudas de amortización se pagaban desde el año 2010, sin merma ninguna. Se ha modificado la Ley del Cine en lo relativo a su modelo, incorporando aquel que el sector pedía y se ha dado cobertura financiera para el tránsito del modelo anterior a éste. Además, se han cosechado los éxitos de taquilla que todo el mundo conoce. No es el mejor de los mundos posibles, pero creo que hemos conseguido salvar en la medida de lo posible, el tremendo impacto que ha tenido la crisis el sector cultural, dentro de un impacto mucho mayor sobre el conjunto de la economía española. Y aprovecho, aunque no me lo ha preguntado, para hablar de la Reforma de la Ley de Propiedad Intelectual contra la piratería.
"El PSOE no aprobó el reglamento de la Ley Sinde, por debates internos dentro del propio gabinete. Fuimos nosotros los que afrontamos decididamente la lucha contra la piratería"
-Una reforma que para muchos ha sido tímida y poco eficaz, además de que se trata de una ley sin consenso. Desde el comienzo le llovieron críticas.
-Afortunadamente vivimos en una sociedad plural donde todos tienen derecho a opinar. Listos para la gestión hay muchísimos, especialmente cuando están fuera del ámbito de esa gestión. Recomendaciones, se pueden dar todas… Gestionar con dinero es fácil, gestionar sin dinero y conseguir que no colapse el modelo es algo en lo que me gustaría ver a alguno de los listos que opinan por ahí. Dicho eso, y volviendo a la piratería… El gobierno anterior no aprobó el reglamento de la Ley Sinde, por debates internos dentro del propio gabinete. Fuimos nosotros los que afrontamos decididamente la lucha contra la piratería. Niego que el Partido Socialista tenga ningún derecho a opinar sobre el asunto. Por tanto, que ahora el PSOE no se ponga medallas como si fueran celosos protectores de la propiedad intelectual. Había que dar un margen a la Ley Sinde para saber si era eficiente o no. Al año vimos que el modelo era más lento de lo que deseábamos, por eso aprovechamos la reforma de la Ley de propiedad Intelectual para modificar la Ley Sinde. Decidimos no tenerla en una ley ajena al ámbito cultural, que era la ley de economía sostenible, sino incorporarla con un articulado propio en la Ley de Propiedad Intelectual y sistematizarla en el conjunto. Los efectos se están produciendo.
-¿Por ejemplo?
-Desde del 1 de enero de 2015 hasta ahora, el consumo de música digital supera a la analógica. Eso tiene que ver con que los negocios digitales están más protegidos. Netflix se establece ahora en España. En el índice Alexa, España tenía 30 páginas dedicadas a la piratería entre las más visitadas, ahora tiene 13 y no son de las más vistas. Si este modelo no llega a ser eficiente en un plazo razonable, yo seré el primero que proponga medidas más fuertes para luchar contra la piratería, al mismo tiempo que se incrementa la pedagogía. La combinación de todos esos elementos hace, y vuelvo a decirlo, que este no sea el mejor de los mundos posibles, pero sí creo que se han producido avances razonables con respecto a la herencia en el ámbito de la lucha contra la piratería este gobierno tuvo. Yo no voy a aceptar lecciones de nadie.
"Después de estos cuatro años, reconozco que el mejor de los ministerios de Cultura posible es el Ministerio de Cultura a secas"
-Pasar de un Ministerio a Secretaría de Cultura generó aspereza y aprensión en el sector. Usted, que estuvo al frente, ¿cómo evalúa ese cambio?
-A día de hoy y después de estos cuatro años, reconozco que el mejor de los ministerios de Cultura posible es el Ministerio de Cultura a secas. Yo defiendo que España tenga un Ministerio de Cultura. Ahora, como estamos en el terreno de la reflexión, hay que decir que éste debe ser algo más que un trampantojo conceptual, que es lo que ha sido bajo los gobiernos socialistas. Un Ministerio de Cultura que pintaba casi mil millones de euros de presupuesto pero que ejecutaba a niveles del 60% y el resto se lo llevaba Hacienda o era producto de pactos políticos para sacar adelante pactos con los nacionalistas, para mí no es un Ministerio de Cultura. Un Ministerio de Cultura es aquel que sea capaz de defender realmente la cultura no sólo española sino en español, de poder ejercer un liderazgo que conecte con Iberoamérica. Eso remite a un ámbito esencial: la política cultural exterior. No tienen ningún sentido que quien gestiona domésticamente la política cultural no pueda gestionar la proyección exterior que se hace de esa cultura. Las razones son históricas. Es una herencia de la dictadura. En algún momento tendrá que afrontar con entereza intelectual y con búsqueda de consenso político un diseño de política cultural que establezca una relativa cohesión entre quién diseña la política cultural y quién la proyecta hacia afuera.
"Yo defiendo que España tenga un Ministerio de Cultura, que sea capaz de defender realmente la cultura no sólo española sino en español"
-¿Cuáles son los rasgos de esa herencia irresuelta de la dictadura que usted señala, más allá de las dotaciones o la estructura de lo cultural?
-La creación de las consejerías culturales, que no existen, eran los mecanismos a través de los cuales se controlaba al exilio republicano. Por eso se crean y se hacen depender directamente de Relaciones Exteriores porque es el Ministerio de soberanía. En la transición se pudo modificar el modelo, pero no se hizo por circunstancias que no vienen a cuento y que tendrían que ver por la relación que tenía el Ministerio de Cultura con el Ministerio de Información y Turismo que capitaneó Manuel Fraga. Si aceptamos que España debe tener un Ministerio de Cultura, tenemos que decidir cuál es el peso y el calado que debemos darle. Si estamos permanentemente hablando que la cultura representa el 3% del PIB y si realmente consideramos que el ejemplo más significativo de la marca España es nuestra cultura, entonces tenemos que darle dimensión real de un Ministerio eficiente. Lo que no se puede sostener es una fragmentación de la administración cultural hacia adentro, con tres niveles y en el que el papel de la administración del Estado representa el 20%. Eso sí, en responsabilidades, críticas y culpas ese porcentaje es del 100%. No he visto a buena parte del mundo subvencionado de la cultura en el ámbito municipal y autonómico criticar a esos gobiernos. El 60% depende los ayuntamientos y ya sabemos cómo se administra la cultura en los ayuntamientos, y el 30% está en manos de la Comunidades Autónomas, de las cuales algunas tienen la interpretación de la cultura en clave nacionalista. Por tanto, todo ese escenario requiere una complejidad. Yo lo he planteado teóricamente, estoy escribiendo sobre ello y ofrezco mis ideas como un ámbito de debate en el que los dos grandes partidos con vocación de gobierno, el PP y el PSOE, debemos reflexionar. Es un debate que tendremos que adoptar, yo no he podido. Ha tocado atajar el toro de la crisis, tratar de salvar los muebles y que no colapsara el modelo hacia adentro. Pero esto queda como una asignatura pendiente.
-Retomando lo que planteaba sobre la conexión de España con Iberoamérica a través de la cultura, ¿qué de cierto hay en las disputas entre Cultura y Exteriores por el Instituto Cervantes?
-En el Cervantes estamos Exteriores y Cultura y por tanto, compartimos el proyecto. En el programa electoral del Partido Popular ha estado una vieja reivindicación de que el Cervantes se vinculara al Ministerio de Cultura de una manera más intensa que en la que en estos momentos tiene. Yo he planteado la necesidad de coordinar la política cultural hacia adentro con la política cultural hacia afuera. Fui la persona que puso en circulación la idea de iberoamenicanizar el Cervantes. El Ministerio de Cultura tendría que iberoamericanizarse también. La clave de nuestra cultura no es ya funcionar en una dimensión pequeña, dentro de España, sino tiene que ponerse en coordinación con el conjunto de lo que supone al cultura en España, que es una cultura global, con liderazgos cooperativos. Ese diálogo sólo puede desarrollarse en un ámbito ministerial que no es de soberanía. Los ministerios de Exteriores son ministerios de soberanía y plantean muchas veces conflictos en la gestión de espacios compartido, los ministerio de Cultura no. Porque la cultura es un ‘soft power’ que tiene una capacidad de diálogo que comparte relatos y eso es lo que España tiene que ser capaz de explorar a la hora de gestionar el Ministerio de Cultura, el Instituto cervantes y todo lo que representa la acción cultural de España en América Latina. Deberíamos pensar sobre esto, el futuro de la cultura española está en la cultura en español y eso tiene que gestionarlo un ministerio con capacidad de proyección, sin tensiones. Y eso es un trabajo por hacer. Hay una oportunidad, el año que viene le Cervantes cumple 25. Tiene la oportunidad de reflexionar sobre eso.
"Fui la persona que puso en circulación la idea de iberoamericanizar el Cervantes. El Ministerio de Cultura tendría que iberoamericanizarse también"
-Tiene usted razón: no ha podido hacer usted muchas cosas. Fueron cuatro años duros en los que José Ignacio Wert como ministro creó una tensión innecesaria, y unas asperezas innecesarias. Por ejemplo, con el cine.
-Pero eso forma parte de un anecdotario que no ha entorpecido el hecho de que, en lo que a esta Secretaría respecta, el sector del cine pudiese debatir una reforma de la Ley del Cine que se ha aprobado. En este mismo despacho han estado todos los interlocutores más importantes y menos importantes de los distintos sectores culturales. A todos se les ha escuchado, se les ha respetado, se ha intentado dar soluciones dentro del escaso margen de maniobra que se tiene cuando hay que gestionar una crisis como la que ha vivido España. Por tanto, niego la mayor. Y yo no me voy a quedar en la anécdota y, sobre todo, y lo digo con todo el aprecio a los medios de comunicación: la interpretación de anecdotario que muchas veces hacen los propios periodistas. Esa relación no fue tan tremenda como algunos lo pintan.
-En el tema del IVA Cultural, ¿realmente compensaba lo que se podía recaudar fiscalmente con respecto al golpe que significó una subida de once puntos, del 8% al 21%, sobre una parte del tejido cultural?
-Volvemos, otra vez, a un debate sobre conceptos. No existe tal cosa como un IVA Cultural, ¿de acuerdo? Hay un IVA sobre los espectáculos culturales; un IVA del 21% aplicado al cine y al teatro. Yo ya he expresado mi opinión al respecto. He sido crítico. Porque considero que eran innecesaria la medida, más allá de que el Estado necesitaba recaudar más recursos, pero, como decía Carmen Calvo, la cultura tiene que ser gratis y lo menos cara posible. Podríamos haber buscado otros nichos, en cualquier caso, yo no me voy a meter con los criterios de gran visión que siempre tiene el Ministerio de Hacienda, y lo digo con ironía, al momento de interpretar dónde están los nichos de recaudación. No tengo las cifras pero no voy a entrar a valorarlo. Está ahí, y punto. Ahora, el 60% de la actividad cultural de nuestro país es el libro, que tiene un IVA súper reducido del 4%. ¡Basta ya de hablar del IVA Cultural! La cultura no son las artes escénicas y el cine en exclusiva, es también el libro. Además en el ámbito público no se paga IVA, ni en los museos, ni en los teatros, ni en la filmoteca. Por tanto, seamos un poco menos binarios en el manejo de los conceptos. Conscientes del impacto que tuvo esa modificación sobre las artes escénicas, con los escasos recursos que teníamos creamos el programa Platea, que ha sido aplaudido por el sector y ha permitido en el ámbito municipal. Porque eso hay que decirlo, el modelo cultural de los municipios y las autonomías colapsó, algo sobre lo que muy poca gente ha emitido denuncias. Para tratar de paliar el efecto del IVA en los espectáculos culturales se crea este problema, concretamente en la taquilla. Y ha funcionado razonablemente bien. Hemos hecho cosas en la medida que podíamos. Frente a la subida del 21% en los espectáculos culturales se introdujeron además dos potentes instrumentos de financiación. Los incentivos fiscales a las artes escénicas en el 20% a todo el conjunto de la producción y en el ámbito del cine. Y aunque he sido crítico en unas cosas, hay que reconocer lo que se ha hecho bien. Y ese ha sido un trabajo conjunto con el Ministerio de Hacienda. Lo cortés no quita lo valiente.
"Yo no me voy a meter con los criterios de gran visión que siempre tiene el Ministerio de Hacienda, y lo digo con ironía, al momento de interpretar dónde están los nichos de recaudación"
-¿Existe la posibilidad real de crear un IVA homologado del 10%?
-Hay un problema. En la medida en que creamos un impuesto homologable, afectamos a un sector como el editorial, que tiene un IVA súper reducido. El libro ha puesto 2.400 millones de euros de facturación que ha podido aumentar su capacidad de competencia gracias a ese tipo del 4% en el sector de su mercado doméstico. El asunto no es fácil. Tiene que ser objeto de una reflexión en la que me consta que el Ministerio de Hacienda está trabajando y donde nosotros estamos haciendo nuestra aportación de ideas.
-Hay una duda, que tiene que ver con el museo Thyssen. Cada vez que se acerca el mes de febrero, reaparece el debate sobre la cesión que ha hecho Carmen Thyssen de su colección. ¿Cuál es la situación, porque dinero para comprar esa colección no existe?
-El museo Thyssen es un museo del Estado. Y por tanto, la colección permanente, que es la joya de la corona es del Estado. Forma parte del Patrimonio Cultural de España. Lo que hay agregado al museo es la colección Carmen Thyssen. Es una colección que está alojada al amparo del museo Thyssen, que desarrolla una actividad cultural vinculada al museo y tiene una cobertura del Estado en cuanto a pago de seguros, mantenimiento… Es una colección de más de 400 cuadros y complementa a lo que, insisto, es la joya de la corona. Cuando el Estado se encuentre en condiciones de abordar una posible opción de compra, explorará esa oportunidad. Es verdad que no todos tendrían que será adquiridos, porque hay unas piezas que complementan directamente la colección permanente, pero eso tendrá que explorarse a partir del momento en que la administración del estado comience a tener recursos.
-El archivo Balcells se ha convertido en otro debate. Cataluña asegura que la parte que queda por ceder, debe estar en Cataluña. ¿Cuál es la situación?
-Ese es un asunto resuelto en el que se respetará la voluntad de Carmen Balcells. Y la voluntad de Carmen Balcells era que su archivo pasara a integrarse en el conjunto del archivo ya donado al Estado.
-En una eventual reelección, ¿qué posibilidades existen de volver a tener un Ministerio de Cultura?
-Eso dependerá de quien sea el presidente de gobierno, que será Mariano Rajoy, si los españoles revalidan la confianza en el PP como partido de gobierno. Las circunstancias que justificaron la creación de la Secretaría de Estado de Cultura se remiten a diciembre de 2011. Será el presidente de gobierno quien evaluará si es pertinente o no crear el Ministerio de Cultura. Yo ya he explicado mi decisión, pero es una posición teórica que no influenciará al presidente.
"No dependió de mí en diciembre de 2011 mi nombramiento. No dependerá de mí cuando se produzca la renovación del gobierno tras la victoria del Partido Popular"
-¿Repetiría en la Secretaría o en un Ministerio de Cultura?
-No dependió de mí en diciembre de 2011 mi nombramiento, sino de la persona que me eligió, que es el presidente de gobierno. No dependerá de mí cuando se produzca la renovación del gobierno tras la victoria del Partido Popular en las próximas elecciones mediante la voluntad popular. En cualquier caso, entonces estaba en disposición; ahora también. Ya que hemos podido acreditar la capacidad de gestionar a las duras, pues cuando se puede gestionar a las maduras, estaré encantado de seguir con mi labor al frente del desarrollo de una política cultural.
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