El nuevo libro de Juan Abreu (La Habana, 1952) es una guía sexual que puede enganchar, descolocar o resituar a quien se anime a leerla. “Escribir de sexo es algo muy difícil porque la literatura ha cubierto el tema de una gruesa capa de metáforas ridículas, moralina, e hipocresía. Hay que escribir de sexo limpia, directa y divertidamente”, promete en la hoja promocional, cumpliendo luego en los textos. Una educación sexual (Debajo de la mesa) reúne reflexiones, intuiciones y vivencias con las que resulta casi imposible aburrirse, todo un triunfo en esta época de escritores previsibles y domesticados.
Pregunta. El libro arranca muy fuerte, con un prólogo de Arcadi Espada que anuncia que se habla solo sobre sexo y que incluso el texto es sexo. ¿Qué papel juega la excitación sexual en su literatura?
Respuesta. Poca. Ta vez ninguna. Es sexo es uno de los temas de mi escritura, porque es un asunto fundamental para la vida humana. Y no me refiero a la procreación. Tan fundamental como comer o beber, actividades con las que está íntimamente emparentada. Hay espacios de libertad y conocimiento personal que sólo son alcanzables a través del sexo. He alcanzado alguno de esos espacios y escribo para darlos a conocer a mis lectores, en la medida de mi modesta capacidad, se entiende. Es casi imposible escribir de sexo. He incursionado en diferentes géneros literarios y estoy convencido de que el más difícil es el de la llamada literatura erótica. No hace falta excitación sexual para escribir un libro erótico, ahora bien, si una vez escrito no provoca excitación sexual en el lector, lo considero un fracaso.
P. Espada califica de "muermos" a escritores como Sade y Bataille. ¿Está de acuerdo?
R. Sólo en parte, en lo que respeta a Bataille sí, pero Sade es algo mucho más complejo. Bataille era un literato aspirante a “filósofo maldito”. Pero sólo aspirante. “Vivienda pulcra, cierta elegancia en el vestir, un cómodo empleo en la Biblioteca Nacional, algunas noches de prostitutas y alcohol, en suma, una vida de pequeño burgués” (Sebreli). Hablaba de cosas que no había vivido. “Pirómano en pantuflas, inmoralista dominguero”, lo llamaba su contemporáneo Melquior. Pero. Hay un momento en la vida de un hombre en que la única manera de saber es hacer. Todo lo demás es cháchara y estilo, que suele ser una forma de vacío expresivo. Sade es todo lo contrario, se atrevió a incursionar en territorios peligrosos e inexplorados, y pagó un alto precio por ello. Entre todos los escritores que se ocupan del sexo, mi preferido es Pierre Louÿs. Su Manual de urbanidad para jovencitas es una obra maestra absoluta.
P. En el libro hace una defensa de las fantasías sexuales, de la zoofilia incluso. ¿Pone usted algún límite al sexo o defiende el "prohibido prohibir"?
R. Hay que diferenciar el mundo de las fantasías sexuales del mundo orgánico, digamos. En el mundo de las fantasías, que es el de la imaginación, no hay límites. “La imaginación puede superar a la intención moral”, como bien dice Camille Paglia. Ahora bien, en el mundo llamado real o físico sí que los hay. El sexo con niños, por ejemplo, me parece un crimen que debe ser castigado (Foucault era, a ese respecto, un tipejo abominable). El mundo adulto es otra cosa. Mientras todos estén de acuerdo, y no se obligue a nadie a hacer nada que no desee, entre adultos puede pasar sexualmente cualquier cosa.
P. ¿Vivimos una época puritana o excesivamente sexual?
R. Puritana. Se usa mucho el sexo para vender cosas. Pero el puritanismo sigue siendo la regla de oro del pulso social. Las palabras decencia y moral continúan teniendo un bagaje sexual semejante al que tenían en el siglo XX. Se habla mucho de sexo pero lo cierto es que en España se folla poco y mal.
P. Usted es un hombre viajado, en muchos sentidos. ¿La represión sexual tiene más que ver con la clase social o con el territorio? ¿Hay más represión en Cuba o en España? ¿En Madrid o en Barcelona?
R. La represión sexual es un fenómeno universal, no creo que esté determinada, al menos en una medida a considerar, por la clase social o el territorio. En Cuba hubo una época en que la promiscuidad se ejercía como una forma de protesta contra la dictadura, no hay que olvidar que todas las dictaduras son puritanas. Ahora no sé lo que pasa allá, hace muchos años que vivo ¡aleluya!, lejos de la isla.
Ver a otros follar es mucho más importante de lo que se piensa o admite
P. "El sexo es alegría. Toda gravedad adjunta al sexo es triste y contraproducente"? ¿Cómo se dio cuenta de esa verdad universal?
R. Follando. Y mirando a otros follar. Ver a otros follar es mucho más importante de lo que se piensa o admite.
P. Defiende que la monogamia es antinatural pero...¿no puede ser una opción libre y deseable? ¿Todos los monógamos son seres frustrados?
R. Creo que es antinatural porque va contra nuestro instinto, todos deseamos a la mujer del prójimo. Las opciones libres son las más deseables. Pero eso no quiere decir que la monogamia no pueda ser una alternativa. De hecho, tal vez seamos, al menos algunos de nosotros, grandes monógamos. En el sentido de que podemos follar por divertimento, por entretenimiento, o por piedad, porque, como solía decir yo en mis buenos tiempos: Si hay que hacerlo se hace. Pero. En verdad sólo deseamos sexualmente a la mujer que amamos. ¿Y no es eso, tal vez, una forma suprema de monogamia?
P. Explica en algún texto que mantiene intercambios con los lectores y lectoras. ¿Cuáles fueron los más interesantes?
R. Los más interesantes, aunque esa no es la palabra adecuada, son los más honestos. Aquellos en los que un lector que, naturalmente, sólo te conoce por lo que escribes, te cuenta avatares de su vida que sólo se confían a alguien con quien tienes una gran confianza. Es enormemente gratificante.
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