¿Puede la inteligencia artificial sustituir al humano y conseguir así sistemas de justicia independientes del poder político y del económico? El cineasta Simón Casal trató de responder esta pregunta en un documental de 2022, a partir de testimonios de académicos, filósofos y magistrados, y ahora traslada el mismo dilema a la ficción con su película Justicia artificial, que se estrena este viernes en los cines españoles.
Se trata de un thriller de corrupción protagonizado por Verónica Echegui, Tamar Novas, Alba Galocha y Alberto Amman que, irremediablemente, llevará a los espectadores a pensar en los capítulos de la afamada serie Black Mirror. Lo que aquí ocurre se desarrolla en un futuro no demasiado lejano en el que se abordan dilemas que ya resuenan en nuestro presente y que no parecen estar muy lejos de la agenda.
En Justicia artificial, el gobierno español, presidido por una mujer, anuncia la celebración de un referendum para votar a favor o en contra de la aplicación de un sistema jurídico basado en un software capaz de dirimir con independencia. En este proceso, la creadora del sistema fallece de forma repentina y la magistrada Carmen Costa (Echegui) descubre que este accidente mortal forma parte de una conspiración para controlar el país.
"Empecé a imaginar la película en 2018 y durante todo el proceso empecé a hacer un documental de investigación sobre el tema. Estuve con filósofos y jueces de toda Europa, con diferentes figuras muy interesantes con los que tuve muchas conversaciones", explica a Vozpópuli este director, que aborda en esta película uno de los miedos más presentes en la sociedad: ¿sustituirá el algoritmo al humano en los procesos creativos?
"Intentamos reflejar las características intrínsecas humanas a la hora de hacer justicia, en qué partes del proceso intervienen características que son únicas y especiales del ser humano, como puede ser la capacidad de empatizar, escuchar a un acusado y emocionarte, mostrar esa condición humana, lo que nos hace personas. La película explora cómo influye esa capacidad humana y todo lo que nos define como tal, al imaginar, empatizar y soñar, en la manera en la que hacemos justicia, y si eso es importante o debería eliminarse del proceso, que es lo que parece que prometen los algoritmos, sin ideología ni emociones", cuenta.
"No tendremos que sustituirnos ni quitarnos de en medio, sino que deberíamos hacer mejor justicia, con más medios, más gente, más apoyo"Simón Casal, director
La intención de Justicia artificial no era presentar "un mundo distópico ni futurista", sino "el mundo de hoy en día". "Simplemente damos un pasito hacia adelante en el que los gobiernos proponen sustituir a los jueces por un sistema de inteligencia artificial, aprovechando el debate que existe hoy en día, y esa crítica y deslegitimación hacia la política y la justicia. Es un clima que va a propiciar este tipo de soluciones", vaticina este director.
"Puede ser una ayuda, pero no va a ser una solución. No tendremos que sustituirnos ni quitarnos de en medio, sino que deberíamos hacer mejor justicia, con más medios, más gente, más apoyo de todo tipo, psicológico y policial, más mediación, igual que la política. La solución no es eliminarla de nuestras vidas, ni sustituir el parlamento por máquinas, sino hacer más y mejor política", agrega.
Justicia artificial: corrupción política y conspiración
Justicia artificial es un "thriller político" que se inscribe en el cine negro, con un personaje protagonista "solitario" que vive en una sociedad en crisis y se enfrenta a una conspiración. "Bebe de la tradición del thriller conspiranoico y está inspirado en muchos casos de corrupción política y judicial, que es lo que aprovecha esta empresa de inteligencia artificial para implantarse y ganar este referendum, que al final es una pregunta que se plantea también a los espectadores", cuenta.
En esta película se ve a Verónica Echegui en un papel no tan habitual en su carrera. "Es la primera vez que hace un papel tan contenido, y eso le interesó desde el principio. Empezamos a trabajar juntos con juezas de A Coruña y las vimos trabajar día a día, en un ámbito, el de la justicia, muy particular, en el que parece como si tuvieran que ser más duras, frías o tratar de imponerse más porque la gente con la que tratan las toma menos en serio, como si tuvieran que hacer un esfuerzo mayor que un hombre a la hora de ejercer su papel como juezas, pese a ser mayoría en la carrera judicial", cuenta este director.
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