En España podríamos empezar citando a Benito Pérez Galdós y Mariano José de Larra hasta llegar a Francisco Umbral o Arturo Pérez-Reverte, para después cruzar el charco y poner la vista en Truman Capote o Ernest Hemingway y seguir en América Latina con Gabriel García Márquez, entre muchos otros. Innumerables son los ejemplos, pero, ¿dónde está la frontera entre el periodismo y la literatura, entre la realidad y la ficción?
Con el objetivo de responder a esta pregunta, los periodistas y escritores Karina Sainz Borgo y David Gistau reflexionaron este jueves en la librería Alberti de Madrid sobre periodismo y literatura, de cómo conviven de forma casi indisoluble sus facetas de cronistas y reporteros, su pasión por la actualidad y la información, en sus dos últimas novelas: 'La hija de la española' (Lumen) y 'Gente que se fue' (Círculo de tiza).
"El periodismo comparte con la literatura una misma musculatura", señalaba Sainz Borgo al inicio del coloquio. Para la periodista de Vozpópuli, los libros y novelas despiertan el interés por la escritura y son la primera puerta de entrada al periodismo. A su vez, esta profesión es la que dota de las herramientas, el "entrenamiento necesario" para después dar el salto a la literatura.
"Sin el periodismo la literatura está completamente famélica... y viceversa", indicó la autora venezolana antes de delimitar claramente la que para ella es la más clara frontera que separa ambas facetas: En las dos llegas a un acuerdo tácito con el lector que nunca puedes traicionar. En la literatura ese pacto es la ficción, mientras en el periodismo ese pacto es la verdad".
'La hija de la española'
Por su parte, Gistau ponía 'La hija de la española' como ejemplo claro de cómo a partir de una situación actual y de unos personajes basados en hechos completamente reales, pero a través del saber hacer y la experiencia del reportero, se puede colocar al lector ante uno de los grandes temas de la época que vivimos.
"La descripción de la gigantesca ruina en la que cae un país, la Venezuela de Karina. Una situación épica y apocalíptica, donde los protagonistas --una familia venezolana de clase media-- ni siquiera quieren ser héroes. Solo piden el derecho a poder tener una vida normal", añadía el autor de 'Gente que se fue'.
Los chavales tienen que soñar con ser reporteros, no columnistas"
Entre anécdotas y experiencias vividas como reporteros, referencias y citas a los grandes maestros del género, Sainz Borgo y Gistau también hicieron un repaso a la situación actual del periodismo y cómo la profesión ha marcado posteriormente su labor como escritores.
En ese sentido, la periodista de Vozpópuli mostró su admiración por la forma en que desde el siglo XIX el periodismo español ha cultivado el talento en sus secciones de opinión, con grandes narradores de la vida cotidiana. "El columnista convertido en cuentista, la opinión contada en forma de relato breve".
Algo insólito en el periodismo anglosajón y latinoamericano, que Gistau prefiere analizar con mayor distancia. "Ese género ha distorsionado mucho lo que es el periodismo. Los chavales tienen que soñar con ser reporteros, no columnistas", dijo por su parte el periodista, novelista y guionista, crítico con la utilización del periodismo como "alimento" de los escritores.
"Cuando tienes afinada la actitud del reportero, cuando eres capaz de bajar al barrio o al mercado para escuchar al personaje, luego es mucho más fácil poder contar esos personajes de forma honesta. Así empezó Hemingway, escuchando la sirena de una ambulancia y siguiéndola a ver adónde le llevaba la historia. Ese estilo como periodista es el que te acaba dando el estilo como escritor", apostilló Gistau.
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