Es fascinante el poder que otorga a un grupo el poder de seis grandes canciones. O incluso menos. Europe llevan décadas tocando por todo el mundo con menos méritos, lo mismo que Texas y Avril Lavigne, que quizá tenga menos todavía. ¿Cuantos himnos realmente aprovechables compuso Jamiroquai, que va todos los días a tomar el apertivo en un Ferrari? ¿Cuántos le asignamos a Christoper Cross, otro multimillonario del pop? ¿Cuántos de los grupos españoles de los dorados ochenta tienen más de media docena de aciertos?
Tampoco hay necesidad de amargarse. El mejor enfoque es celebrar el poder de esas pocas piezas que mantienen durante tanto tiempo a un grupo en nuestros corazones. En el caso de Keane entraron como un tiro en nuestros gracias a ‘Hopes and Fears’ (2004), con joyas tan evidentes como “Bedshaped”, “This Is The Last Time”, “Bend And Break”, “Everybody Is Changing” y -sobre todo- “Somewhere Only We Know”. Todas ellas sonaron el sábado en el Botánico (Madrid) y justificaron de sobra el lleno. Media docena de fans buscaban una entrada en la puerta, a pesar del intenso calor.
La burbuja VIP fue un tobogán hacia el alcohol y las drogas, que dominaron al grupo por completo
A mitad del concierto, Tom Chaplin dudaba de si su último concierto en la capital había sido hace siete o diez años. Daba exactamente igual, porque el púbico les trató como si acabaran de publicar su mejor trabajo. Pancartas de bienvenida, otras de agradecimiento y un ramo de rosas que repartieron sobre el escenario. Desde su debut, no han hecho tantas grandes canciones, quizá solo una o dos, pero la elegancia de su primera entrega empapa todo lo que componen hasta llevarlo a un nivel disfrutable. Hablemos claro: lo que logró este grupo de Sussex, al sur de Inglaterra, no fue nada original, sino más bien una derivada de la receta de Coldplay, especialmente de “Clocks”, el himno más hipnótico y atmosférico del grupo de Chris Martin. Sus méritos adicionales fueron la contagiosa y vulnerable voz de Chaplin y unas letras que retratan el lado más vulnerable de la vida moderna.
La factura del éxito
El camino de Keane no ha sido sencillo. El éxito les vino tan rápido que provocó los consabidos estragos. Chaplin perdió por completo el sentido de la realidad. Él mismo recordaba que tenía tantos conciertos en la gira “Hopes and Fears” que para ver a su padre tuvo que comprarle un billete de avión a Nueva York, donde actuaba el grupo. Al terminar el recital, su camerino estaba lleno de estrellas que habían venido a saludarle, entre ellas Michael Stipe (REM), uno de sus ídolos de infancia. Se emocionó tanto que se olvidó de que su progenitor estaba esperándole fuera para charlar y darle un abrazo. La burbuja VIP también fue un tobogán hacia el alcohol y las drogas, que le dominaron por completo.
Chaplin terminó ingresado en The Priory, clínica de las estrellas, donde descubrió que los tabloides infiltraban periodistas haciéndoles pasar por enfermos, para obtener información en las terapias de grupo. Tim Rice-Oxley, teclista y compositor del grupo, también ha sufrido problemas de alcoholismo, incluyendo accidentes de coche donde casi pierde la vida y retiradas del permiso de conducir durante dos años.
El novelista Bret Easton Ellis, fan fatal de la banda, sostiene que “Somewhere Only We Know” recuerda al tipo de intimidad enfermiza que se establece entre un torturador y sus víctimas
Por cierto, el novelista Bret Easton Ellis, fan fatal de la banda, sostiene que “Somewhere Only We Know”, le recordó inmediatamente al tipo de intimidad enfermiza que se establece entre un piscópata torturador y sus víctimas. Escúchenla pensando en eso y verán lo bien que aguanta su interpretación. Es un clásico del pop: también "Every Breathe You Take" (The Police) parece una excursión al interior de la mente de un perturbado.
Chaplin no esconde la historia del grupo. “Tim y yo hemos pasado tiempos oscuros recientemente, pero estos han servido de combustible para el disco que sacamos en septiembre”, anuncia entre aplausos del público. El sencillo de adelanto, “The Way I Feel”, no es gran cosa, así que mejor mantener las expectativas bajas. Pase lo que pase, siempre serán bienvenidos, gracias al repóker de canciones del primer disco y a la estimable guarnición que ofrecen “Is It Any Wonder?”, “Crystal Ball”, “Silenced By The Night” y alguna otra. En el momento de tremenda mediocridad del pop actual, eso es un patrimonio que les asegura estar sobre un escenario hasta que ellos decidan que quieran bajarse.
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