Keith Richards (Kent, 1943) siempre está de actualidad. Ahora vuelve con un motivo musical, la reedición de ‘Talk Is Cheap’ (1988), su primer álbum en solitario. Como el buen vino, el disco ha mejorado con los años, pero también es verdad que hace tres décadas interesa mucho más el estilo de vida de los Stones que cualquiera de sus grabaciones. Todo loimportante en el plano cultural que tenían que decir los Rolling Stones,lo dijeron en los años sesenta y setenta, aunque todavía sean capaces de firmar canciones elegantes, seductoras y llenas de oficio. Aquí resunimos algunas pinceladas que ayudan a completar el retrato de uno de los personajes del siglo XX que más han fascinado al gran público. Y que lo sigue haciendo a los 76 años.
1. Su precocidad musical es asombrosa
A los tres años, gracias a los discos de su madre, ya era fan de músicos de la talla de Sara Vaughan, Big Bill Bronzy, Louis Armstrong, Billy Eckstine y Ella Fitzgerald, entre muchos otros. Durante años tiempo pensó que Jerry Lee Lewis era afroamericano, por su manera de tocar y cantar. ¿El motivo? Los primeros singles de “The Killer” que llegaron al Reino Unido no incluían fotos del músico.
2. Algunos de sus éxitos más atronadores no tienen guitarra eléctrica
Las versiones de estudio de clásicos 'stonianos' universales como “Street Fighting Man” y “Jumpin Jack Flash” no contienen guitarras eléctricas. Richards creó ese sonido tan especial y adictivo superponiendo capas y capas de guitarras acústicas y filtrándolas a través de un casete barato. Aunque tenga aspecto de troglodita, estamos ante un sofisticado alquimista del estudio de grabación.
3. Fue expulsado de los 'boy scouts'
Pasó dos años en los 'boy scouts', pero fue expulsado por meter botellas de whisky en una reunión de exploradores. “Poco después peleamos con unos tipos de Yorkshire, así que el sospechoso era yo. Descubrieron la pelea cuando quise pegar a un tipo pero en su lugar le pegué al feriante de una carpa, ¡y me rompí un hueso de la mano!" Un par de semanas después, le pegó a un "recluta imbécil" -sus palabras- y lo echaron. Lo cuenta en 'Keith Richards: la biografía', de Victor Bockris.
4. El blues le hizo darse cuenta de que necesitaba sexo
Descubrió el blues, su gran amor musical, investigando las raíces del rock and roll. “Los años en la escuela de arte para mí fueron tocar música sentado en el inodoro. Tenía mucho tiempo para investigar. La BBC no ponía blues, por eso buscabas gente que te pudiera proporcionar información”. Poco a poco, descubrió que la mayoría de canciones del género hablaban de sexo, un territorio que para él era desconocido. “Entonces te das cuenta de que hay que atender al jugo de limón que te baja por la pierna”, explica, en una clara referencia a “The Lemon Song”, de Led Zeppelin.
"Los cotizados músicos de la banda de 'Talk Is Cheap' eran famosos por beber más que el guitarra de los Stones, hasta el punto de que Keith llegó a prohibir el Jack Daniel's en las sesiones".
5. No es precisamente pacifista
Él mismo confesó en una entrevista de 2010 con el diario The Times. Por ejemplo, apoyó con entusiasmo la segunda Guerra del Golfo, la de la foto de las Azores en 2003 . “Escribí una nota personal a Tony Blair diciendo que era demasiado tarde para volverse atrás, que debía mantenerse firme en su alianza Estados Unidos. Me devolvió otro mensaje dándome las gracias”, recuerda. El exprimer ministro británico atesora esa nota entre sus posesiones más preciadas.
6. Prohibió el Jack Daniel's en una de sus grabaciones
Decidió llamar a la banda que le acompaña en solitario The Xpensive Winos, nombre que seguramente nace de una anécdota que sucedió en el estadio durante la grabación de ‘Talk Is Cheap’. Los músicos colaron una botella del exclusivo Château Lafite, cuyo precio habitual oscila entre los 780 y 1.200 euros. El periodista Héctor G. Barnés, en el último numero de Ruta 66, añade que quizá el nombre tenga que ver también con que el caché de los cotizados músicos que le acompañan, un lujo caro que se podía permitir. Entre ellos, destaca su estrecha relación con el batería Steve Jordan, una de las dos únicas personas del planeta con quien está dispuesto a compartir créditos de composición. “Solo hay dos posibilidades: o Jagger/Richards o Jordan Richards”. Los músicos de aquella banda eran famosos por beber más que el 'stone', hasta el punto de que Keith llegó a prohibir el Jack Daniel's en las sesiones.
7. Es un machista impenitente, en especial con las mujeres negras
Ojo a esta frase de su biografía 'Vida' (2011): “Si querías aprender algo de verdad bastaba con atravesar las vías del tren: los músicos negros nos cuidaban muy bien cuando tocábamos con ellos. '¿Quieres echar un polvo esta noche? Ésa estaría encantada. Seguro que no ha visto en su vida un tipo como tú'. Te ofrecían su hospitalidad, su comida y su jodienda”. No fue un desliz ailsado. Los Rolling Stones tienen otras canciones racistas y misóginas como ‘Brown Sugar’ (1971), que habla en tono celebratorio de la costumbre de los dueños de plantaciones de violar a las esclavas negras. O ‘Some girls’ (1978), donde cantan que “las chicas negras solo quieren follar toda la noche”.
8. En 1970, casi incendia la mansión Playboy
Ocurrió mientras se metía drogas en el baño con el saxofonista Bobby Keys. Cuando el personal tiró abajo la puerta para apagar las llamas, que no asustaban a los músicos por efecto de los estupefacientes, les echó la bronca con la frase “¿Cómo se atreven a invadir mi privacidad?”. Richards disfruta imitando las respuestas cortas e ingeniosas de James Bond. Una vez Brian Jones, malogrado guitarra de los Rolling, tuvo que ir al hospital cuando intentó pegar un puñetazo a su novia Anita Pallenberg, pero falló y golpeó el marco de metal de una ventana. La respuesta de Richards fue “Brian nunca fue bueno conectando con Anita”.
9. Está dejando de considerarse alguien molón
Para la mayoría del planeta, Richards es un epítome del 'cool', pero la percepción está empezando a ser contestada en los últimos años. Ahora en la prensa británica se pueden retratos tan desalentadores como este de la escritora y periodista Caitlin Moran en 2013: “Piensa en sus días esnifando, fumando, pinchándose, bebiendo y follando cualquier cosa que se moviera. ¡Todo el mundo le ama! ¿A Keef? ¿Tan pasado que no se enteró de que dos groupies, follando delante de él, se prendían accidentalmente fuego al pelo? ¡Rock and roll! Para muchos esto es lo mejor de los Stones. A pesar de que, se mire por donde se mire, debió de ser una verdadera pesadilla estar cerca de él: paranóico, débil, poco fiable, propenso al malhumor, obsesivo y casi siempre en un estado tal de inconsciencia que la única forma de llevarle de un sitio a otro era agarrado por los tobillos. Aún sentimos un ligero estremecimiento cultural -¡Guau, genial!- cuando la gente recuerda esta mierda”, denunciaba.
10. En Argentina le prefieren antes que a Jagger
Keith Richards tiene claro cuál es el país donde más le quieren. "Los argentinos son el público más grandioso, energético y entusiasta que cualquiera pudiera desear”, ha dicho. No solo eso, sino que allí le quiero a él muy por encima de a Jagger. Basta echar un ojo a esta crónica de La Nación: “Los guardias de seguridad movían vallas y marcaban la ansiedad de los presentes, a solo cuatro cuadras estaba el otro hotel, el Hyatt. Según los datos que circulaban, Mick Jagger iba a hospedarse ahí. Más allá de algunos policías, no había público esperando al vocalista. Tampoco lo había en el Faena donde se sabía que iba a parar Charlie Watts. Por alguna razón todos esperaban a Keith Richards y Ron Wood, aunque en realidad esperaban a Keith. ¿Por qué no van a ver si llega Jagger? ‘Richards fue el primero en venir a la Argentina en 1992 y eso hizo que haya un relación muy especial con él’, explicó Marcelo Silato, de 45 años, quien hace 30 que colecciona material de la agrupación”.
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