Cultura

La cruda batalla del aborto en las elecciones de Estados Unidos

Tim Walz, candidato a vicepresidente por los Demócratas, es el paradigma de abortista sin límites

Hagan el experimento con su círculo más cercano. Se trata de algo tan sencillo como lanzar una pregunta: “¿Qué plazo crees que hay en Minnesota para practicar un aborto?” La mayoría responderá rezongando que doce, catorce o dieciséis semanas, lo que se considera razonable en Europa. Entonces usted ya puede explicarles que, en realidad, en Minnesota no existe límite legal para las interrupciones del embarazo, se pueden realizar en cualquier día de los nueve meses de gestación. Lo siguiente que escucharán es que “eso no puede ser verdad, te has tragado un fake, voy a mirarlo en Google”, pausa de tres minutos y recogida de cable incrédula, al comprobar que es cierto.

Lo inquietante no radica solamente en la ausencia de plazo, sino también el resto de las leyes adyacentes, por ejemplo si la mujer es menor no está obligada a informar a sus padres. O el hecho de que ni siquiera haya que alegar una razón para abortar. O que si es alguien que viene de otro estado donde el aborto está prohibido (sobre todo desde la reciente derogación de la sentencia ‘Roe versus Wade’) el proceso tiene que hacerse sin dejar huella en los registros para evitarle problemas legales (de hecho, Walz eliminó cualquier obligación de redactar informes sobre lo que ocurre en las salas de parto). Como es lógico, muchos proabortistas convencidos encuentran aberrante el sistema defendido por Tim Walz, candidato a vicepresidente de Kamala Harris.

Una de las radiografías más completas de la batalla la encontramos en un artículo reciente de la prestigiosa intelectual Ayaan Irsi Ali, titulado “La elección del aborto” y disponible en su canal digital Restoration (Restauración). Allí podemos leer lo siguiente: “Verán, los abortos tardíos son procesos arriesgados porque el bebé suele ser viable. Los abortistas suelen lograr cortar las extremidades del niño y aplastarle el cráneo antes de que salga del útero, pero no siempre. Antes de la intervención de Walz, cada vez que un bebé nacía vivo, el médico debía cambiar el objetivo de matar al bebé a ayudarlo a vivir. (…) Seguramente el nacimiento no convirtió de alguna manera a ‘una masa de células’ en una persona. Si estamos obligados a cuidar y proteger a un recién nacido, seguramente se requiere lo mismo para un bebé en un lugar diferente. Los extremistas al estilo Walz han comprendido la lógica de esto, pero han hecho la inferencia en la otra dirección. Si tienes derecho a matar a un bebé a los nueve meses de embarazo, seguramente unos segundos después todavía tienes derecho a matar a un bebé”, denuncia.

Cambio perverso de una palabra

El cambio introducido por Walz en enero de 2023 es así de perverso: la anterior legislación obligaba a “preservar” la vida del bebé nacido accidentalmente, habitual en los procesos de aborto tardío. Walz sustituyó el verbo “preservar” por “cuidar”, eliminando de facto la obligación original (“cuidar” puede referirse a darle cuidados paliativos sin preservar su vida). En todo caso, al haberse eliminado cualquier obligación de informar sobre lo que ocurre en la sala de parto, los médicos abortistas (prácticamente todos los de las clínicas) pueden hacer lo que consideren sin que nadie les fiscalice.  Cuando hablamos de derecho penal, un cambio de verbo tan sutil, aparentemente sutil, puede tener consecuencias devastadoras para un ser humano indefenso.

El Partido Demócrata ha pasado de la moderación al extremismo abortista

Los grupos provida siempre han advertido del riesgo de la “pendiente resbaladiza”: si se aceptan doce semanas, ¿por qué no trece? ¿y por qué no veintiséis? En el Reino Unidos se permite abortar en el noveno mes a fetos con síndrome de Down, algo que entra ya en el campo de la eugenesia. En Finlandia apenas tienen niños con Down por lo extendido de esta práctica, que acerca al país a los tristes historiales de India y China.  El Partido Demócrata de Estados Unidos solía vender moderación en la causa del aborto, dando a entender que esta práctica debería ser “segura, legal y poco frecuente”, pero líderes como Tim Walz han hecho bandera de llevarla al extremo.

Hasta la llegada de Walz, Minnesota era un estado que buscaba el equilibrio entre los argumentos proaborto y provida. Permitía los abortos atendiendo a los primeros, pero el aparato legislativo y asistencial del estado intentaba convencer a las mujeres de que dieran a luz, acercándose al enfoque de los segundos. Poco a poco fueron desapareciendo la exigencia de informes sobre mujeres que mueren o sufren complicaciones en la sala de parto, la financiación para alternativas al aborto y la prohibición del uso de fondos estatales para fomentar el aborto. Por último, despareció la obligación de “preservar” al bebé si, en el proceso del aborto, nacía de manera accidental.

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