Cuando el cineasta Michael Haneke presentó en 2014 en el Teatro Real de Madrid su versión de la ópera de Mozart Così fan tutte, afirmó ante la prensa que su impulso creativo respondía a algo que se removía en sus entrañas y que, del mismo modo, definía lo que él entendía que tenía que ser la creación. "A la gente le gusta la calma, pero el arte debe inquietar", dijo entonces en oposición al cine "meloso y cursi".
Ese es el aprendizaje que recoge el cineasta español Pablo Maqueda, que tras haber debutado en el largometraje con el documental Dear Werner, se sumerge en los rincones más inhóspitos del ser humano con su thriller La desconocida, que se estrena este viernes en los cines tras competir en la sección oficial de la pasada edición del Festival de Málaga.
Esta película arranca con una advertencia y una petición: huir de los spoilers o de los destripes, esto es, evitar escucharlos y, si uno ha visto ya la película, abstenerse de hacer cualquier comentario que pueda desactivar el artefacto explosivo que su director ha elaborado con sumo cuidado para mantener al espectador clavado en la butaca durante los 90 minutos de duración e incomodarlo tanto como pueda. Este ruego es importante incluso a pesar de que La desconocida está basada en la obra teatral estrenada en 2012 Grooming, de Paco Bezerra, que firma el guion junto al director y Haizea G. Viana.
El ciberacoso es el contexto en el que se desarrolla esta película, en la que la joven Carolina (Laia Manzanares) conoce a Leo (Manolo Solo) en un chat y, cuando se reúnen en un parque apartado de Madrid, descubre que es un adulto.
"No tuve miedo de meterme en un tema complejo, poco explorado en nuestro cine, porque me parece una realidad que ejemplifica lo que es lo desconocido, lo oculto, y cómo internet es el campo salvaje a día de hoy para todos los depredadores sexuales", señala el director a Vozpópuli sobre "una realidad que forma parte de las noticias a diario". De hecho, señala que cuando la obra de Bezerra empezó a representarse en España aún no estaba regulado el acoso y abuso sexual online.
"Todos tenemos monstruos interiores, lo que pasa es que a veces son más naif y otras, como plantea esta película, pueden destrozar la vida de una persona", señala el director
"Hablamos de los secretos que escondemos, de cómo no conocemos ni siquiera a la persona con la que dormimos, ni siquiera a nuestra pareja, los secretos oscuros que todos nos vamos a llevar a la tumba. Todos tenemos monstruos interiores, lo que pasa es que a veces son más naif y otras, como plantea esta película, pueden destrozar la vida de una persona", cuenta.
La desconocida recurre a los "mecanismos del suspense" para inquietar al espectador, pero juega desde "un punto de vista muy naturalista y luminoso" para el que, de hecho, Maqueda contó con parte del equipo técnico (fotografía y montaje) de la película La virgen de agosto, de Jonás Trueba. "La realidad es muy inquietante y no hace falta trufarla de grandes claroscuros ni arquetipos. Vamos a meternos en esta madriguera del conejo y vamos a inquietar al espectador con las mejores soluciones visuales: el fuera de campo, el plano secuencia, el foco o el valor del corte", explica Maqueda.
La desconocida en tiempos de Tik Tok
Esta es una cinta arriesgada y valiente en tiempos de Tik Tok, que exige cierta paciencia y resistencia ante lo perturbador o tenebroso que puede resultar el arranque. "Es arriesgado, pero sabía que si quería contar esta historia no podía ser de manera descafeinada, tenía que saltar sin red, al vacío. En mi cine quiero tratar al espectador como lo que considero que es, una persona inteligente, capaz de rellenar unos huecos, sentirse interpelado por una trama y hacerse preguntas, y no vengo aquí a dar respuestas ni a hacer una propuesta didáctica", defiende el director de La desconocida.
Al igual que hizo Alfred Hitchcock en su cine, Maqueda pretende agitar y zarandear al espectador. "Siento la película como un homenaje a una tradición expresiva del suspense y a cómo el secreto va a hacerte salir de la sala con más preguntas de las que has entrado", avanza el director madrileño.
"Nos hemos acostumbrado como espectadores a consumir una cultura que nos da la razón y que justifica nuestras propias convicciones morales. Salimos de la sala como hemos entrado. Yo quería hacer justo lo contrario", afirma Maqueda
Además del director de La ventana indiscreta y Vértigo, el cineasta cita entre sus referencias conscientes el thriller coreano en el juego con el espectador, con directores como Park Chan-wook y su Old boy (2003) o de Kyung-chul y I saw the devil, y un concepto de "montaña rusa" para vertebrar toda la trama en la que el espectador "va a dar la mano a unos personajes con los que moralmente quizás no se siente identificado".
"Nos hemos acostumbrado como espectadores a consumir una cultura que nos da la razón y que justifica nuestras propias convicciones morales. Salimos de la sala como hemos entrado. Yo quería hacer justo lo contrario, incluso sin miedo a incomodar, a inquietar y a ser perverso, porque el tipo de cine que veo como espectador y el que quiero hacer son esas historias retorcidas, el cine de David Fincher, de Michael Haneke, de Julia Ducournau o Yorgos Lanthimos", agrega Maqueda.
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