Se escriben demasiadas columnas sobre Pedro Sánchez. A estas alturas, ya habrán comentado las mejores con su familia y amigos. Por eso me voy a permitir traer aquí una noticia sobre la que no he leído todavía ningún texto en español. Me refiero la prohibición, hace menos de un mes, de colocar una estatua de la artista Vera Omodeo en una plaza de Milán. La pieza se titula De la leche materna venimos y es un tributo a la maternidad. Un comité de expertos designado por la ciudad utilizó el argumento de que la obra "no puede representar valores compartidos". Sí, han leído bien, la maternidad ya no es un valor compartido. Por fortuna el alcalde de la ciudad, Giuseppe Sala, ha pedido a la comisión que reconsidere el veto.
Está claro que la prohibición es un error, un exceso, un fallo en The Matrix. Si damos un paseo por cualquier capital europea descubriremos que la mayoría de estatuas no representan “valores compartidos”. Las dedicadas a militares no pueden ser aceptadas por los pacifistas, las religiosas excluyen valores de otros cultos y las meninas gigantes o las Cow parades madrileñas ofenden a cualquiera con un mínimo sentido de la estética. Los comités técnicos no deberían sentenciar sobre valores sino sobre calidad artística y encaje urbano. Este fallo, en los dos sentidos, revela que el moralismo es un valor en alza y la diversidad algo condenado a desaparecer, curiosamente asesinada por quienes más la invocan.
Un mundo feliz (1932), la célebre distopía de Aldous Huxley, presenta una sociedad donde las relaciones familiares no existen y las palabras más obscenas son "padre", "madre" y "familia". Pronunciarlas en público pone de los nervios a la mayoría de ciudadanos obligados a escucharlas, que no soportan recordar que ese tipo de procesos naturales son inseparables de la condición humana. Cada vez que un documento público actual renuncia al campo semántico de “familia” en favor de una expresión como "progenitores" o "progenitor gestante" nos acercamos un paso más a la pesadilla social de Huxley. También cuando decimos que hay veinte modelos de familia, ya que en realidad solamente hay uno, que lleva siglos funcionando de como base de la cultura occidental para educar seres maduros, estables y presentables.
Maternidad o barbarie
Desde hace medio siglo, como una eficiente carcoma, el progresismo internacional vive entregado a la batalla cultural contra los valores occidentales. Hay vectores de aceleración claros como Mayo del 68, las teorías de la deconstrucción y el movimiento woke, una de cuyas actividades emblemáticas es vandalismo estatuas de personajes relevantes de la cultura clásica. Seguramente va siendo hora de contestar a cada deconstrucción con una reconstrucción. La filosofía griega, el derecho romano y la religión católica no son agentes opresores que buscan machacarnos sino los pilares de la sociedad que permite el crecimiento y desarrollo de millones de personas.
El día que permitamos que la maternidad se considere un causa de derechas, Europa será un territorio mucho más débil, dócil y desquiciado
En la puerta del edificio de La Bolsa de Milán hay una estatua firmada por el artista contemporáneo Mauricio Cattelan. Consiste en una mano con cuatro dedos amputados, donde solo el corazón está intacto, formando claramente el signo internacional que dice “jodeté”. Como el artista se niega a explicar su significado, hay un debate entre si está ciscándose en la economía financiera global, responsable de tantos desastres desde la crisis de 2008, o si más modestamente cuestiona el saludo fascista. La verdad es que da igual porque el arte debe ser ambiguo, inquietante y desafiante, cualidades que cumplen cualquiera de las dos interpretaciones.
En realidad, es valioso que la estatua de Cattelan este ahí, cuestionando a las familias más poderosas de la ciudad. Igual lo que esta diciendo es que las fianzas internacionales han hecho al pueblo tan daño o más que el totalitarismo. Defender que todo arte debe basarse en “valores compartidos” es una forma de fascismo estético, de degradar al arte al nivel de la publicidad o de una campaña gubernamental. El día que permitamos que la maternidad se considere una causa de derechas Europa será un territorio mucho más débil, dócil y desquiciado.

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