Al igual que ocurre con algunos de los productos atractivos y con mejor pinta del supermercado, La pareja perfecta está hecha para que el espectador se pegue el gran atracón, invierta una cantidad considerable de su tiempo y, al poco de haber terminado los seis capítulos, haya olvidado por completo lo que acaba de ver. La miniserie de Netflix que protagoniza Nicole Kidman consigue exactamente lo mismo que cualquier otro producto de consumo rápido que, para sorpresa de nadie, se ha colado entre las diez producciones más vistas de la plataforma desde su estreno el pasado 5 de septiembre.
En un perfecto control de los tiempos, esta miniserie se estrenó apenas dos días antes de que Nicole Kidman fuese galardonada con la Copa Volpi a la mejor actriz en el Festival de Venecia por su trabajo en Babygirl, un galardón que no pudo recoger por el fallecimiento de su madre. Ella es, también, una de las mejores cartas de este thriller basado en la novela homónima de Elin Hilderbrand, en el que los planes de boda en el seno de una familia adinerada se ven interrumpidos cuando se descubre el asesinato de la dama de honor de la novia.
Con La pareja perfecta, parece que Netflix formula su peculiar contribución al "eat the rich", esa tendencia a satirizar a la clase pudiente y disfrutar con sus penurias, al tiempo que se asiste a sus excentricidades como quien mira por la rendija de una puerta mal cerrada. Entre los ejemplos más recientes, las películas Saltburn, de Emerald Fennell, o El triángulo de la tristeza, de Ruben Östlund, o la serie de HBO The White Lotus. Con esta premisa, y teniendo en cuenta el gusto del público por disfrutar con la caída de los poderosos, el éxito podía estar asegurado también en esta ocasión, pero el resultado es otro.
Lo que el espectador encontrará en esta serie es, para esta redactora de Vozpópuli, una trama entretenida, que solo sacia el interés a través de un artefacto de vías posibles por las que el argumento puede caminar, y las transita todas. La de la madre de familia intocable y estirada; la del marido mujeriego; la del hijo pequeño e inestable, el hermano mayor y alocado o el novio en apariencia enamorada, por no hablar del servicio o las amistades familiares que entran con demasiada libertad en la mansión donde todo tiene lugar.
Eve Hewson, hija de Bono
El adjetivo más repetido entre quienes han sucumbido a los encantos de La pareja perfecta es "adictiva", lo que significa simplemente que el espectador recibe exactamente lo que quiere y desea, pero no necesariamente una historia bien narrada y con personajes bien trazados. En esta adaptación al mas puro estilo Agatha Christie, durante sus cinco primeros capítulos tan solo se abren todas las vías posibles de investigación para la pareja de policías encargada de investigar el caso: un inspector local demasiado preocupado por no molestar a esta familia tan influyente en el lugar y una investigadora forastera un tanto perdida.
"Es una pena que Netflix no se haya tomado más en serio lo que se asemeja demasiado pronto a un telefilme"
Lo mejor que se puede decir de La pareja perfecta es que solo dura seis capítulos y la broma termina pronto, porque cuando uno nota que lleva varios capítulos mojando las patatas fritas en todos los tipos de salsas que proponen los creadores, todo termina de la manera más abrupta y atropellada, y lo poco bueno que parecía buscar se diluye en las aguas que bañan la idílica Isla de Nantucket.
Es este paraje de ensueño, entre largas playas y faros del estado de Massachusetts, donde se desarrolla esta historia de detectives que, lejos de aburrir, a pesar de todo, entretiene. Junto a la interpretación de Kidman, también destaca Eve Hewson, hija del celebérrimo Bono, líder de la banda irlandesa U2, o Dakota Fanning, uno de los únicos puntos fuertes de esta serie. Es una pena que Netflix no se haya tomado más en serio lo que se asemeja demasiado pronto a un telefilme.
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