Han pasado 25 años desde el estreno en los cines de La Princesa Mononoke y este clásico de la animación japonesa firmado por Hayao Miyazaki mantiene su fuerza visual y la actualidad de su mensaje ecologista y pacifista. Para celebrar su aniversario, la distribuidora Vértigo Films lleva de nuevo a los cines esta película, que podrá verse en algunas salas elegidas a partir de este viernes 22 de julio.
"¿Por qué no podemos convivir los humanos y el bosque?", se pregunta el joven guerrero Ashitaka en este clásico de Studio Ghibli, un cuento que critica con contundencia la codicia humana y que funciona como un alegato antibelicista, al tiempo que lanza una potente reflexión sobre los excesos del ser humano en el medio ambiente, un mensaje que suena con fuerza en el presente y que tiene hoy más vigencia que en su estreno.
Quienes en su día se perdieron la oportunidad de ver esta película de culto de la animación deben saber que Miyazaki, director de otros clásicos como Mi vecino Totoro (1988), Porco Rosso (1992) o El viaje de Chihiro (2001), propone un viaje oscuro y complejo a un universo mágico en el que se narra una guerra eterna: el progreso del hombre y la destrucción frente a la supervivencia de la naturaleza, que recurre a los dioses para defenderse con toda su fuerza de la amenaza.
Tal y como reza la sinopsis, "mientras protege a su pueblo de un furioso dios-verraco, el joven guerrero Ashitaka se aflige con una maldición mortal". Con el fin de encontrar la cura que salvará su vida, viaja a "las profundidades sagradas del reino del Gran Bosque", donde se encuentra con San (la princesa Mononoke), una niña criada por lobos. Pronto se ve atrapado en medio de una batalla entre los humanos que exploran el mineral de hierro y los habitantes del bosque. Su misión será evitar "que el hombre y la naturaleza se destruyan unos a otros".
Si la película funciona como un alegato por la paz, lo cierto es que en la vida real, llevar la película a Estados Unidos no estuvo exenta de luchas, tal y como el propio Miyazaki reconoció en una entrevista a The Guardian en 2005 -la primera que realizó desde 1995-. El encargado de llevar el lanzamiento al país norteamericano fue Harvey Weinstein y, según se ha sabido tiempo después, se empeñó en reducir la duración de la cinta, algo que el cineasta japonés no estaba dispuesto a aceptar. Miyazaki le envío una espada samurai por correo y una nota en la que se leía: "Sin cortes":
La Princesa Mononoke: película visionaria
Casualidad o no, La Princesa Mononoke llega de nuevo a las salas de cine españolas en el momento más oportuno, en el que media España está ardiendo y los principales partidos políticos se han puesto de acuerdo en el papel que juega en estos desastres el cambio climático, fenómeno del que todo el mundo sospecha también cuando tiene que buscar una explicación a los más de 35 grados que se aguanta estos días en el norte del país, hasta ahora refugio climático y no sé sabe por cuánto tiempo más, y también, por ejemplo, en las islas británicas.
Si verla por primera vez es una experiencia inolvidable, hacerlo en una segunda ocasión es aún más fascinante. Porque La Princesa Mononoke no solo no ha envejecido, sino que se ha convertido en una cinta visionaria con un mensaje más actual que entonces, repleto de capas a las que uno puede llegar en función de su edad, de su experiencia y maduración, pero en cualquier caso dirigida a un público familiar, a pesar del concepto de cine de autor en el que siempre se ha encasillado fuera de su país, Japón.
Lo que esta redactora de Vozpópuli intenta destacar es, probablemente, lo que todos saben: que La Princesa Mononoke es una obra maestra. Y como clásico que es no se agota ni con el paso del tiempo ni con los visionados. Lo cierto es que uno puede encontrar esta película en Netflix y no puede haber gesto más sencillo que sentarse y encender la televisión, pero sería un desperdicio perderse fuera de los cines sus más de dos horas y media de duración de batallas, aventuras, imágenes poéticas y mágicas en un bosque tan inmenso y apabullante. Si hay películas que merece la pena ver en las salas, esta es sin duda una de ellas.
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