Cultura

Demi Moore protagoniza 'La sustancia', una sátira sobre el culto a la belleza no apta para cualquiera

Carole Fargeat dirige esta película de "body horror", que llega a los cines españoles tras su paso por los festivales de Cannes y de Sitges

Fotograma de 'La sustancia'
Elastica

Compitió por la Palma de Oro en la pasada edición del Festival de Cannes, se presentó en el festival de Toronto y agotó entradas en los pases del reciente Festival de San Sebastián. Para unos, La sustancia es la película más salvaje y más extrema que se ha podido ver en los últimos tiempos; para otros, es la cinta más desagradable y aberrante que se recuerda en el periplo por algunos de los certámenes más relevantes, algo que llama la atención, si se tiene en cuenta el estreno de Titane, la película ganadora en la edición de Cannes de 2021, que llegó a provocar desmayos en los cines.

Lo que sí está claro es que la película que dirige Coralie Fargeat y que protagonizan Demi Moore y Margaret Qualley es una experiencia que nadie olvidará, no solo por la apuesta por el denominado "body horror" -ese subgénero del terror que muestra cuerpos deformados- sino también por una premisa demasiado actual y pertinente: ¿qué ocurre con las mujeres que han vivido en el mundo del espectáculo cuando llegan a la mediana edad y son expulsadas?

"Es un tema que viaja conmigo desde hace mucho, cómo la sociedad te puede hacer sentir bien o mal en función de tu apariencia, y en qué medida uno puede sentir que no encaja en los estándares. Empecé a escribir esta película cuando cumplí los 40 y empecé a tener esos pensamientos negativos, tales como que no iba a interesar a nadie más o que no iba a resultar útil para nadie. Fue un sentimiento muy violento y muy verdadero, así que di un paso atrás y pensé en hacer algo", explica a Vozpópuli la directora de La sustancia.

Las películas de Fargeat funcionan mucho a partir de símbolos y no tanto a través de los diálogos, por lo que las elecciones del cuerpo artístico tienen mucho peso en este filme también, como fue el caso de Demi Moore. "Fue el mejor símbolo para lidiar con la mirada externa y cómo tu estado anímico depende de ella. Cuando escribí el guion pensé en una actriz icónica que nos hubiera hecho soñar, y el mejor lugar para encontrarla era Hollywood. Demi representa al símbolo que se ha valorado por su apariencia, que ha tenido que pasar por momentos complicados, al igual que el personaje. Es el icono perfecto para interpretar esta película", apunta.

"Demi Moore se encontraba en un momento de su vida en el que estaba lista para asumir riesgos" Coralie Farget, directora

El terror es algo nuevo en la carrera de Demi Moore, que ha actuado en películas como Ghost (1990), Algunos hombres buenos (1992) o La teniente O'Neil (1997). "Ella se encontraba en un momento de su vida en el que estaba lista para asumir riesgos. En su vida personal ha pasado por muchos asuntos y estaba preparada. Inmediatamente conectó con el tema de la película y pasamos mucho tiempo discutiendo sobre ella porque quería que entendiese lo lejos que iría, lo extremo que iba a ser y lo difícil que supondría el rodaje, que iba a tener lugar en Francia y sin un presupuesto muy holgado", cuenta la directora.

Fargeat recurre a unos niveles de horror visual poco usuales en los circuitos más populares para manifestar lo que tenía en su interior, lo que no podía expresar en la vida real. "No hay suficiente espacio para discutir y tampoco ha habido una revolución en la que se haya hablado sobre el tema que aborda la película. La sociedad no se mueve con velocidad en esos terrenos, seguimos en el mismo lugar, así que quise hacer algo violento y disruptivo con la herramienta que poseo, que es el cine, para elevarlo al lugar absurdo en el que lo vivo a diario", ha manifestado.

La sustancia: edadismo y condena de la belleza

La cineasta francesa habla de edadismo, de machismo y de una condena de la juventud y la belleza que cobra una dimensión casi extrema en el caso del mundo del espectáculo en el que habita la protagonista de esta película, a quien le ofrecen un producto capaz de crear un alter ego bello, joven y perfecto, no sin algunas condiciones para que la coexistencia tenga éxito.

Fargeat no cree que movimientos como el Me Too hayan cambiado el tipo de mirada masculina que condiciona a algunas mujeres y que afecta a la manera en la que son valoradas. "De manera muy superficial algo ha evolucionado, pero en el fondo, en la manera en la que la sociedad sigue estructurada, tanto en la cultura como en la economía o en la industria farmacéutica, las cosas están muy desequilibradas y dominadas por los hombres. Es duro ser feminista, porque siempre piensas que has ido demasiado lejos, pero cuando conoces el número de mujeres que son violadas o que son víctimas de malos tratos por parte de sus maridos, y escuchas cosas locas y dementes, te dan ganas de explotar", concluye.

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