Sandra Mozarowsky fue una de las actrices del denominado cine de destape con el que, a partir de la muerte de Franco, en 1975, las películas empezaron a mostrar cuerpos femeninos desnudos. Su rostro dulce, sus ojos claros y su melena larga aparecieron en más de una veintena de películas, que rodó durante cuatro años. Cuando le faltaba un mes para cumplir los 19 años, la joven se precipitó desde el balcón de la casa de sus padres y tras permanecer varios días en coma falleció. Lo que ocurrió en las 24 horas previas a una muerte que se produjo en extrañas circunstancias centra ahora la trama de la película La última noche de Sandra M, que se presentó en la pasada edición del Festival de Sitges.
Borja de la Vega es el director de esta película, el segundo largometraje de su carrera después de su debut con Mia y Moi, aunque trabaja desde hace años como representante de actores en una agencia internacional. Quizás por ello puso su atención en la historia de una actriz que siempre se ha contado desde las páginas de las revistas del corazón, y sobre quien siempre se ha escrito "titulares escabrosos", con el fin de "reivindicarla como artista", tal y como él mismo ha señalado en una entrevista a Vozpópuli.
"Lo que me hizo conectar con la historia no era tanto lo escabroso de su muerte, sino la idea de que era una chica que en el año 1975 decía en las entrevistas que era una actriz seria y que quería tener una carrera seria, a pesar de hacer películas de destape. Me generó ternura porque yo mismo tenía una visión de esas actrices alejadas de una ambición mayor a nivel creativo, un prejuicio. Ella, en cambio, tenía las ideas muy claras", ha señalado De la Vega.
En La última noche de Sandra M, el espectador acompaña a la actriz -a quien da vida Claudia Traisac- en su último día de vida, y es testigo también de la pesadilla y la agonía en la que se convierte un encierro voluntario en la casa de sus padres en una calurosa noche de agosto. Allí recibe varias visitas. Primero, la de un joven y atractivo cartero que le recuerda las oportunidades que puede tener aún en la vida. Después, la de una amiga íntima - Inma de Santís- que le da seguridad. Entretanto, varias llamadas con un silencio amenazante al otro lado del teléfono, y varias personas que golpean a su puerta y a quienes decide no abrir.
Cuando Mozarowsky murió estaba embarazada de cinco meses. En aquella época, los rumores la relacionaban con el rey Juan Carlos, que entonces tenía 39 años. Aquellas circunstancias dieron lugar a infinidad de teorías y, verdad o no -nadie ha demostrado nada a día de hoy-, el director de esta película aprovecha la figura omnipresente y poderosa de un hombre que llega a ella a través de emisarios con recados inquietantes que llevan a esta protagonista de la luz a la oscuridad.
"No tengo una certeza absoluta de lo que ocurrió y no puedo apuntar con el dedeo a nadie. Puedes contar la historia y que por contexto haya gente que lo entienda. La historia funciona con una persona adulta y poderosa, pero que podrían ser muchas"Borja de la Vega, director
"Es una decisión muy consciente por mi parte. Cualquiera que entre en Google y busque el nombre de Sandra Mozarowsky va a poder saber sobre quién se ha especulado, pero tenía claro dos motivos por los que no quería citar a la persona: no tengo una certeza absoluta de lo que ocurrió y no puedo apuntar con el dedeo a nadie. Puedes contar la historia y que por contexto haya gente que lo entienda. La historia funciona con una persona adulta y poderosa, pero que podrían ser muchas", señala el director.
Del mismo modo, agrega que, por otro lado, si lo que trataba era hacer una película que pusiera el foco en el personaje de Sandra, "eso le quitaría el protagonismo" y la dejaría en un lugar que no era el que le interesaba, en referencia al anonimato de este personaje invisible.
La última noche de Sandra M.: hacia la oscuridad
Al igual que en su primera película, Borja de la Vega recurre también a ambientaciones oscuras cercanas al thriller. En este caso, la protagonista viaja de un lugar luminoso y seguro a otro en el que las amenazas, el miedo y la incertidumbre convierten sus últimas horas en una pesadilla, unas escenas oníricas en las que la protagonista "no distingue la realidad y el sueño" para mostrar el viaje de la actriz a la "oscuridad".
Para esta película, el director ha hablado con algunos actores que la conocieron y que trabajaron con ella en las 20 películas que rodó en cuatro años, en una época en la que "se rodaba muy rápido y mucho", y en muchas ocasiones "películas precarias". Todos coincidieron en los recuerdos sobre ella, un carácter que ha tratado de plasmar en esta película.
Más allá de las fabulaciones y del "cuento" en el que se convierte esta película, en palabras del director, lo que sí es real es la entrevista que realizan en su casa, "una transcripción literal de sus palabras, tanto del periodista como de ella". El resto del metraje está basado en todo lo que se ha escrito sobre ella, pero en todo momento "es un ejercicio de imaginación". "No he pretendido -y lo digo al principio de la película- contar la verdad, porque para empezar no las sé, sino construir una historia basada en las cosas que se intuyen", recalca.
"Me retiro porque estoy cansada de ser solo un cuerpo", dijo en una entrevista Sandra Mozarowsky
Al dejar rienda suelta a su imaginación, y a tenor de sus declaraciones a los medios, De la Vega presenta a Sandra Mozarowsky como una mujer que sufre la condena de tener una cara y un cuerpo bonitos y que busca una vida mejor más allá de su físico. "Me retiro porque estoy cansada de ser solo un cuerpo", dijo en una entrevista. Del mismo modo, evoca a través de los recuerdos de la protagonista los abusos y el "desequilibrio de poder" que pudieron producirse en una época en la que "no había conciencia y se dejaba pasar de todo", y la presenta como una avanzada a su tiempo.
Así, en su función de reivindicar a una actriz que murió pronto y no tuvo la oportunidad de demostrar la intérprete en la que se podría haber convertido, La última noche de Sandra M. es más importante por lo que sugiere que por lo que muestra y, queriéndolo o no, reaviva las dudas sobre la implicación del rey Juan Carlos en su muerte.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación