Sea como fuere -y por muy inopinada que pudiera parecer su reunión- el caso es que esta se produjo por primera vez allá por 2011, cuando Tony Bennett publicó la segunda parte de su celebérrimo disco Duets: An American Classic, en este caso llamado simplemente Duets II. El mismo se abría con la interpretación a dúo entre Bennett y Lady Gaga del clásico The Lady is a Tramp, que destacaba entre otros duetos realizados junto a nombres como Amy Winehouse, Norah Jones, Aretha Franklin o nuestro castizo “miamizado” Alejandro Sanz.
Lo que no parece albergar ninguna duda es el flechazo que nació entre los dos. Durante estos años, no han hecho otra cosa más que lanzarse flores y alabanzas mutuas, hasta que por fin han dado el paso de grabar un álbum completo entre ambos, que se pone ahora a la venta bajo el nombre, también histórico y clásico, de Cheek to Cheek. Son once canciones con orígenes jazzísticos, cuyos compositores van de Cole Porter a Duke Ellington pasando por Irving Berlin, y que demuestra a las claras que, en ocasiones, debajo de la estulticia pop, también yace la elegancia. Y lo decimos por la Bella. ¿O por la Bestia?
Hombre, aparentemente, si hablamos de una diva pop como Stefani Germanotta, mundialmente conocida como Lady Gaga, aspirante y seguramente usurpadora del trono de gran reina de la provocación ocupado durante muchos años por Madonna, conocida por sus extravagancias visuales así como por el lucimiento público de gran parte de su anatomía, no debería caber la duda de que ella es quien ocupa el papel de la Bella. Claro que tal vez Tony Bennett, cantante de viejos estándares del cancionero americano y del jazz menos comprometido, que lleva desde principios de los años 50 en el negocio y que ha vivido más de una resurrección en una carrera que aún no parece conocer el final, no sea el mejor ejemplo de bestia, a no ser que nos arroguemos la grosería de nombrarlo así en referencia exclusiva a las 88 primaveras que marca su carnet de identidad.
Bennett es una especie de Frank Sinatra aún vivo -a quien ha homenajeado en numerosas ocasiones- que desde su entroncamiento en los 80, como uno de los garantes de la tradición musical americana, surte de bella elegancia a las salas de concierto de media nación y de contenido a la historia del hombre de duros orígenes italianos hecho a sí mismo y triunfador. Lady Gaga, provocación tras provocación, chuleta de carne tras chuleta de carne sobre sus pantorrillas, ocuparía sin demasiados remilgos el papel de bestia. Hasta ahora.
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