Cultura

Leer no da votos, pero ayuda (V): libros para Pablo Iglesias

Comparado con sus contrincantes, el líder de Podemos presume de lector. Sin embargo, nunca es tarde para ampliar la biblioteca. Con esta quinta entrega a su fin la serie de recomendaciones literarias para los políticos en campaña

Cuando Pablo Iglesias se estrenó en la política como diputado del Parlamento Europeo, aprovechó una visita del rey a Bruselas para regalarle una copia de Juego de Tronos, su serie favorita y catecismo político. Felipe VI se la devolvió, recordándole que su cargo no le permite aceptar regalos. Que Pablo Iglesias lee es algo que nadie pone en duda. Los lee -a su manera, claro- y también los regala, a Pedro Sánchez, por ejemplo, le obsequió una Historia del baloncesto. Ocurrió en 2016.

Iglesias es profesor universitario y versátil orador que declama cual rapero vallecano en plena justa poética. Sin embargo, no le vendría mal al candidato de Podemos algunas lecturas que amplíen su espectro y templen su ánimo, a estas alturas algo tocado por la debacle en su partido y una posible castaña de dimensiones ciclópeas en las elecciones. Con esta entrega, Vozpópuli cierra el ciclo de recomendaciones literarias para los cinco candidatos a las generales de abril. 

Un detalle de la edición de Clásicos Castalia de la obra de Calderón.

De tiranos y traidores

Las traiciones y conspiraciones le pueden a Pablo Iglesias. A él, que se le da muy bien aquello de acaparar el poder, le vendría bien leer César, de Shakespeare. Esta tragedia en cuatro actos narra un argumento que le sonará familiar al líder de la formación morada. En ella, el fundador del imperio romano, ciego de despotismo y convertido ya en un dictador, es asesinado por Casio y Brutus, quienes planean el regicidio a través de una larga conspiración que estructura y vertebra toda la obra. Es bastante probable que Íñigo Errejón la haya leído. Incluso, puede que la tenga en su casa, no habría que descartar -por qué no- pedírsela prestada.

Pero si de personajes Shakespeare se trata, el contrahecho y malvado Ricardo III le gustará también. El maligno miembro de la casa de los York y último monarca inglés muerto en un campo de batalla protagoniza la última obra de la tetralogía que el dramaturgo inglés dedicó a la historia de Inglaterra y que retrata, con cierta fidelidad, qué ocurre a los despóticos gobernantes cuando llevan encima demasiadas víctimas sobre sus hombros. Aficionado a ciertos ripios, sabrá Iglesias que los clásicos hablan en verso... ¡y a gritos! Tanto que todavía podemos escucharlos.

También en clave demolición, Enrique VIII y la cisma de Inglaterra, un texto de juventud de Calderón de la Barca escrito en 1627, que le convendría leer no sólo porque Pablo Iglesias comparte con el rey de la casa Tudor aquello de decapitar (políticamente) a las mujeres que amó, sino porque además las corona. Que se lo digan a la reina Catalina y Ana Bolena, o cómo no a Tania Sánchez o Irene Montero. No se engañe, lector, que a Pablo Iglesias le van más los absolutismos que las barricadas y en sus pocos años en política ya ha incurrido en casi todos los excesos de esta obra sobre la separación de la iglesia católica romana y la anglicana, escrita por Calderón de la Barca casi un siglo después de su ruptura.

Detalle de la novela de Simon Leys, publicada por Acantilado.

Ucronías y otras historias 

A lo largo de esta serie, Vozpópuli ha consultado a periodistas, escritores y lectores. Esta no sería la excepción. La ocasión resultaba más que propicia para preguntarle al escritor, crítico y periodista Álvaro Colomer qué libro recomendaría a Iglesias para leer durante la campaña electoral. Colomer ha elegido
La muerte de Napoleón (Acantilado), Simon Leys, que fue el pseudónimo que utilizó el escritor belga 
Pierre Ryckmans. "Es una ucronía. Napoleón huye de la isla de Santa Elena y quiere volver a ser Emperador. Va por ahí diciendo que es Napoleón y nadie le cree", explica Colomer.

Ya puestos, y aprovechando la recomendación que hace de Leys, habría que sugerir también a Pablo Iglesias Los trajes nuevos del presidente Mao. Crónica de la Revolución cultural, un libro publicado en 1971 que El Salmón Ediciones ha recuperado recientemente. En clave histórica, no habría que echar en saco roto un libro que el líder de Podemos debe haber leído, pero al que le vendría bien volver.  Miseria y grandeza del Partido Comunista de España 1939-1985, que el sello Akal acaba de reeditar. 

¿Qué novela podría leer Iglesias en días complicados como los que se le echan encima? El periodista y escritor Jordi Corominas ha elegido una para él: Conversación en Sicilia (Gadir), de Elio Vittorini, una de las novelas más importantes del siglo XX en Italia. Editada en Suiza como libro de resistencia antifascista, contiene alusiones veladas a la Guerra Civil española y está impregnada del humanismo que caracteriza la obra de Vittorini. Tampoco habría que echar en saco roto algunos clásicos de la novela negra, por ejemplo la mítica Diez negritos, de de Agatha Christie, sobre todo para un líder político que tiene cierta afición a hacer desaparecer, uno a uno, a sus compañeros de partido. 

Una edición de ocasión de la novela de Víctor Hugo.

Asaltar los cielos

Si existe un libro fundamental al del que debería echar mano Iglesias en esta campaña, ese sería sin duda El cuaderno Dorado, un relato de las experiencias de Doris Lessing en el África colonial, sus relaciones con otras mujeres, su vida intelectual en los ambientes progresistas y marxistas de Salisbury y Londres, sus dificultades como novelista y su desencanto con el comunismo, una reflexión que ella teje de forma paralela al advenimiento de la madurez y a la angustia ante la soledad. No le vendría mal a alguien que se jacta de feminismo descubrir la historia de Anna Wulff y Molly. 

Para quien aspiró en algún momento asaltar los cielos, aunque ya adocenado en su intención, existe un libro especialmente ilustrativo. Se trata de Noventa y tres, de Victor Hugo. Publicada en 1874, la historia está ambientada en una de las fases más terribles de la Revolución francesa: el Terror en 1793. del triunvirato Robespierre-Danton-Marat. El exceso revolucionario, pues, va servido en bandeja de plata. 

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