En tiempos exagerados y de total hipérbole: la obscenidad de los fichajes o la necedad del míster. En tiempos plebeyos, cuando importa más vender portadas a escribir crónicas deportivas. En tiempos donde se crean dioses de enanos, los editores de Los libros de K.O han decidido recuperar lo que realmente da sentido al fútbol: la pasión de quienes lo juegan y la de aquellos que lo siguen.
Para eso, justamente, para hablar de fútbol, han dado vida a Hooligans Ilustrados, una colección de seis pequeños libros escritos por cinco conocidos periodistas, ninguno de ellos deportivo, y un músico: Ramón Lobo, Enric González, Manuel Jabois, Marcos Abal, Julio Ruiz y Antonio Luque, el Sr. Chinarro.
Descrita por ellos mismos como "el alimento espiritual de tuercebotas y fajadores", la colección conserva una textura a mitrad de camino entre lo testimonial y lo literario. “Creo que el fútbol ha caído en un exceso de mercantilización y vive en una continua hiperbolización: todo se exagera. Cada vez los aficionados de toda la vida son menos importantes. Como reacción a esta deriva nuestros libros apelan a lo pasional, que es lo que más nos llama la atención del fútbol, aquello que pervive por encima de la venta de la camisetas o de derechos televisivos”, dice Álvaro Llorca, uno de los editores de los responsables de Libros del K.O.
Hooligans…
En su libro El autoestopista de Grozni, el corresponsal de guerra Ramón Lobo, que ha cubierto decenas de conflictos durante más de 20 años en todos los continentes, se aproxima al fútbol casi como si de una lengua o de un sistema de signos se tratara. Habla del balompié como un sistema que acerca a quienes lo siguen. "Saber de fútbol no es de derechas o de izquierdas, embrutecedor o inteligente, es sólo un conocimiento útil, una herramienta de trabajo".
"El fútbol inicia conversaciones y las concluye, crea amistades súbitas y las rompe, agiliza trámites y los empantana”, escribe el reportero, quien refiere de qué forma en plena guerra, ya sea en Grozni o Sarajevo, una alineación de once jugadores puede llegar a tender puentes o crear lazos.
Enric González , corresponsal de El País en Israel y autor del libro Historias del Calcio, traza en Una cuestión de fe un recorrido por la historia del Espanyol y explica el proceso a través del cual se construyó la identidad del club. "Mientras los vencedores inventaban su historia, el Espanyol no inventaba nada. Y se encontró a la sombra de la historia ajena. Si el Barça simbolizaba el antifranquismo y el catalanismo, el Espanyol, su vecino y rival, debía simbolizar lo contrario. Lógico, ¿no?".
Manuel Jabois, periodista y colaborador de El Mundo, en su ibro Grupo salvaje describe un madridismo propio y a la vez histórico. Narra su propia afición a partir de la infancia, a la vez que habla del Madrid de los goles de Hugo Sánchez -esos que a Jabois le gustaría congelar, guardarlos en la nevera para abrirlos años después- y se coloca, a sí mismo, en la grada de un Bernabéu remoto.
En Una insolencia, Marcos Abal se muestra, personal, con un barcelonismo melancólico y de extrarradio; el atlético Julio Ruiz , en Yo me voy al Manzanares, narra la historia colchonera a través de tres generaciones y el bético Antonio Luque se despecha a gusto en Marchito azar verdiblanco con un texto sobre su bien amado y aún más sufrido Betis.
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