Cultura

Lisette Oropesa, la Lucia di Lammermoor que hizo enloquecer al Teatro Real

Cuando decidió que se dedicaría a la música, Lisette Oropesa se imaginó en una orquesta, arrancando con su respiración melodías a una flauta. El más potente de todos los instrumentos,

Cuando decidió que se dedicaría a la música, Lisette Oropesa se imaginó en una orquesta, arrancando con su respiración melodías a una flauta. El más potente de todos los instrumentos, sin embargo, lo llevaba dentro de sí. Lo suyo no era un instrumento de viento, su voz era el viento. Lisette Oropesa remueve y empuja el corazón de los teatros donde actúa y el de quienes la escuchan. Eso es lo que ha conseguido esta soprano con su interpretación de la Lucia di Lammermoor que cierra la temporada de ópera del Teatro Real.

Hija de padres cubanos, Lisette Oropesa (1983) nació en Nueva Orleans. Su biografía se reparte entre dos territorios musicales. Cuba, esa isla donde todo frasea y la música parece que cae de los árboles -Alejo Carpentier es la síntesis armoniosa de esa relación entre melodía y lenguaje-. Y Nueva Orleans, ese delta los pies del río Misisipi que ha recibido tantos ritmos, influencias y culturas como barcos llegan a su puerto, el séptimo más importante de los Estados Unidos. La música le venía a Lisette Oropesa de familia: su madre tenía una voz potente y una carrera de cantante lírico que quedó aparcada con la maternidad-. Acaso porque de pequeña la escuchaba practicar, la música se manifestó muy pronto en su vida. Comenzó cantando en el coro de una iglesia y continuó a lo largo de su adolescencia. 

Lisette Oropesa remueve el corazón de los teatros donde actúa y el de quienes la escuchan. Lo hizo con su Lucia di Lammermoor en el Teatro Real

En la biografía de Lisette Oropesa caben muchas vidas: las de las heroínas de Donizetti, Verdi o Bellini a las que interpreta sobre el escenario, pero también las versiones de sí misma que ha sido hasta llegar a ocupar su lugar en el mundo del canto lírico. Rechazada por su aspecto físico para interpretar los papeles a los que aspiraba, esta soprano formada en el Met de la mano de Renata Scotto tuvo que perder cuarenta kilos. Desde entonces, corre a diario y optó por hacerse vegetariana.

Se pregunta quien la escucha cantar de dónde saca esta mujer esa potencia de los hambrientos, si apenas come verduras. Lo importante en Lisette Oropesa atraviesa y al mismo tiempo supera ese tema. Circunscribirla a la batalla contra su físico frivoliza una todavía mayor en la que ella se impone: la que libra su voz. Tras su interpretación de Lucia di Lammermmor en el polémico montaje de Katie Mitchell en el Royal Opera House el otoño pasado, Lisette Oropesa avanza con zancadas de éxito en la propia maratón de su talento.

Quienes no hayan podido escucharla tendrán la oportunidad de hacerlo el próximo siete de julio a las 21:30h. El Teatro Real lleva la ópera Lucia di Lammermoor a la calle con tres pantallas gigantes en la Plaza de Oriente. Habrá ocasión, entonces, de asomarse a la voz de esta mujer de ojos grandes y piel luminosa que lee a John Steinbeck, las hermanas Brontë, Thomas Hardy o William Faulkner y que es capaz de insuflar vida, al mismo tiempo que arrebatársela, a la Lucia de Walter Scott con la que Donizetti compuso una de las óperas clave del belcanto.

Lisette Oropesa en el tercer acto de Lucia di Lammermoor.

Quienes han escuchado -y escucharán- su Lucia podrían pensar que usted canta por tres:  la protagonista de Donizetti, por usted y su madre, de quien heredó el talento.

Me siento muy agradecida de poder cantar este repertorio, que tanto me gusta, aquí́ en Madrid. Mi madre está muy orgullosa de mí, y yo también de ella.

Sus padres son cubanos y usted nació en Nueva Orleans, un territorio mestizo. ¿Cuánto de esa condición conserva usted?

Sí, en Nueva Orleans hay mucha cultura africana, americana, como también lo hay en Cuba. Pues no creo que lo tenga yo por sangre, sino por el amor a la música. Eso es algo que sí viene del Caribe. También hay mucha influencia del ritmo africano sobre la música cubana, que es algo que todos los cubanos sienten en el corazón, es algo profundo.

"Para ser cantante, uno también tiene que ser atleta. Usamos el cuerpo para todo: cantar, respirar, interpretar, moverse..."

La voz, como la emoción, está relacionada con el cuerpo. ¿Qué relación tiene con la emoción, la voz y el cuerpo?

Para ser cantante, uno también tiene que ser atleta. Usamos el cuerpo para todo: cantar, respirar, interpretar, moverse... Para mí la salud es lo más importante. Y no solamente del cuerpo, sino de la mente. Tenemos que ser muy fuertes mentalmente, porque estar frente al público no es nada fácil.  Y los críticos, allí́, los tenemos siempre.

A usted se le exigía el aspecto de un tipo de personaje, de ahí su decisión de perder peso. ¿El público escucha con los ojos? ¿Ignora el esfuerzo técnico que hay en cada nota?

Pues yo digo que sí, muchas veces escuchamos con los ojos. Todos lo hacemos, es algo muy natural. No quiero decir tampoco que ignoremos la técnica vocal, pero creo que si un artista tiene carisma, el público le da mucho mas apoyo. También porque los directores nos piden hacer más y más. Me refiero a la interpretación. Ya no es suficiente pararse uno en el escenario y cantar como un dios. También hay que actuar, y ser convincente. Es algo que tomé en serio cuando me dijeron, hace doce años, que tenía que bajar de peso.

"Ya no es suficiente pararse uno en el escenario y cantar como un dios. También hay que actuar, y ser convincente"

Las heroínas del XIX experimentan transformaciones dolorosas: la Cio Cio San de Puccini, la Violetta de Verdi, la Lucia de Donizetti... ¿Qué supone cantar ese proceso? ¿Cómo se llega a la angustia de esas mujeres?

El dolor de una mujer es algo muy profundo. Ignoro la razón por la cual ese tema está presente en tantas operas, así́ tan fuerte. Hoy las cosas han cambiado y aunque hay sexismo, las mujeres tienen mucho más control sobre sus vidas, a diferencia de aquella época. Y hay que mostrar esto en el escenario, porque es importante no olvidar cuánto han cambiado las cosas. 

Lisette Oropesa.

Las ha interpretado a ambas. Entre la locura de Lucia y el sueño Amina, ¿qué las emparenta: la ausencia de razón? ¿de amor? ¿de cobijo?

No sé, creo que ha de ser algo relacionado con la música tan preciosa escrita para estas escenas tan famosas. Necesitamos salir de la realidad, para abandonarnos totalmente en el momento. Las emociones se oyen de una manera más pura, creo, si uno escucha nada más que eso.

Hablemos de la Lucia. ¿Qué es para usted?

Es una joven que tiene una familia muy tiránica, no sólo su hermano, sino también el resto de los personajes que vemos en la ópera: el entorno, los sirvientes y los que trabajan para la familia. Ella tiene muchas ganas de escaparse, y tiene una imaginación que le permite conseguirlo. Vive en un mundo de fantasía, y eso es lo que al final la atrapa... o la libera. Depende de como lo veas.

"Las mujeres tienen mucho más control sobre sus vidas, a diferencia de aquella época. Y hay que poner esto en el escenario"

¿Qué diferencias existen entre este montaje y el de Katie Mitchell? Se lo pregunto desde el punto de vista anímico y su relación con ambos montajes

Lo mas grande fue que Katie Mitchell no quería nada de “locura.” Quería que la famosa escena fuera de delirio: sí, por el dolor que ha pasado después del aborto. En su montaje, Lucia estaba en estado, y mata a Arturo completamente adrede, pero pierde a su bebé, y eso es lo que la vuelve “loca.” La sangre también, era del aborto. Esa fue para mí la escena más difícil interpretar, pero creo que en un sentido ha llegado mucho más fuerte al público.

Cantan, con el alma y el cuerpo, Lucia, Violetta, Aída, Norma, Ofelia ¿Qué piden en realidad estas mujeres? ¿Lucidez? ¿Auxilio? ¿Templanza?

Creo que cada una tiene su propia historia, pero todas quieren ser libres. Quieren ser independientes, o quieren estar para siempre con sus amantes, y no forzadas a separarse por una sociedad injusta.

La soprano Lisette Oropesa.

Usted corre todos los días. ¿En qué se parecen el acto de cantar y el de correr? ¿Qué relaciona el acto de interpretar a otro y al mismo tiempo dejar atrás cosas?

Lo que hacemos en el escenario es casi un deporte. Pero también es arte. Correr es algo que uno tiene que entrenar para hacer bien, al menos si no se es un atleta natural. Pues yo no soy atleta natural. Tengo que trabajar muy duro para llegar a esas distancias. Pero he aprendido que corriendo uno empieza a conocerse mejor, de una manera muy íntima. Uno aprende a vencer las dudas y empujar el cuerpo hasta el límite. Y entonces llegar al final y ver que el cuerpo es más fuerte de lo que uno se imagina. Que si no tienes miedo, si confías, y si respiras -¡no olvidar eso!, asegura entre signos de exclamación- llegarás. Cantar se parece a correr, la única diferencia es que no hay que “vencer,” sólo hay que interpretar y ser honesto. Es algo que creo que nos da miedo porque nos ponemos en frente de un público que espera ver algo excepcional, y el artista tiene que estar seguro de sí mismo. Muchas veces nos dejamos en las dudas, y nos perdemos. Pero si practicamos la mentalidad de un atleta, creo que nos ayuda muchísimo. 

"Cantar se parece a correr, la única diferencia es que no hay que vencer, sólo hay que interpretar y ser honesto"

¿Cuál es el recuerdo musical más temprano que conserva?

Tenía 3 añitos y mi abuelo me grabó cantando La Via Dolorosa con un micrófono y con música de acompañamiento. ¡Ja, ja! Todavía lo tienen por allí

He visto en su Instagram que lee muchísimo

Me encanta leer y quisiera tener más tiempo para hacerlo. Mi autor preferido es John Steinbeck, pero tambien me gustan las hermanas Brontë, Thomas Hardy, William Faulkner, y muchos más! 

En una entrevista, dijo usted sobre María Callas : "Canta siempre con un motivo que podríamos denominar activo. Siempre da la impresión de que te quiere decir algo importante en cada momento, en cada nota". Scotto ha sido una figura importante para usted... ¿Qué le ensenó una y otra?

Scotto siente mucho respeto por la Callas y me exigió́ escucharla varias veces.Pero las dos tremendas artistas son parecidas en ese sentido: que cada nota tiene su importancia y no se canta nada por gusto. Cada frase tiene su propósito, y nosotros como artistas tenemos que interpretar cuál es.

 

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