Al otro lado del teléfono, Elena Blanco es la mujer que hace posible lo imposible. Al otro lado de la cámara, consigue lo que pocos: que una sonrisa de Vila-Matas se parezca más a la placidez que al pánico; algo como un Robert Walser sin nieve y con gafas rojas. Ya lo dice Susan Sontag, la fotografía no es una manera de mirar, es la mirada misma. Y en el caso de Elena Blanco, el secreto está en cómo consigue distinguir un rasgo que nos había pasado desapercibido en personajes que hemos visto muchas, cientos de veces: en las solapas de los libros, las entrevistas de los diarios o las fotos posadas que acompañan las notas de prensa.
Desde hace diez años, esta periodista trabaja como responsable de prensa de la editorial Seix Barral. Una década completa entre escritores, manuscritos y apretadísimas agendas que ella orquesta sin despeinarse. “Aficionada a la fotografía”, dice, fue retratando, uno a uno, a los autores con los que trabajaba a diario.
El resultado final se exhibe ahora en La mirada del escritor, una muestra en la Librería+Bernat de Barcelona (Calle Buenos Aires, 6), en la que se expondrán hasta el 26 de abril una veintena de retratos de escritores: desde la sueca Asa Larsson o el poeta Pere Gimferrer pasando por Juan José Millás, Antonio Muñoz Molina, Miqui Otero, Elena Poniatowska, Enrique Vila-Matas, Isaac Rosa, Guillermo Saccomanno o José Caballero Bonald.
Afanada siempre en los milagros invisibles –la llamada que salva una entrevista o expande una agenda que parecía cerrada- a Elena Blanco le cuesta hablar de sí misma, de su fotografía, de su propia mirada sobre otros. Incuso hay quienes cuentan que fue el propio Enrique Vila-Matas –otro tímido redomado- quien la animó para exhibir imágenes que ella, por pudor o discreción, no había enseñado. Hizo bien Vila-Matas en insistir. Y ella, por supuesto, en mirar.
-Diez años entre escritores, esto es casi un álbum de familia... además de una especie de antología literaria.
-Me parece muy acertado lo de álbum de familia. Yo añadiría “de lujo”, porque me considero muy afortunada de haber podido trabajar con todos estos escritores. En muchos casos, nos conocemos desde hace años y sus retratos están hechos desde la admiración, con mucho cariño y respeto.
-¿Cuándo empezó a hacer retratos conscientemente?
- Empecé a retratar más en serio hace unos 3 o 4 años. Sin embargo, desde el principio he hecho muchas fotos. Otros escriben un diario con sus vivencias; yo, gracias a la fotografía, tengo un diario visual.
"Otros escriben un diario con sus vivencias; yo, gracias a la fotografía, tengo un diario visual".
-¿Desde hace cuánto trabaja la fotografía?
-Hago fotos desde siempre. Con 8 o 9 años mis padres me regalaron la primera cámara. Desde hace 4 o 5 años ha pasado de ser un hobby como tantos otros a convertirse en algo cada vez más importante para mí. Es una actividad que me apasiona cada vez más.
-¿Se queda solo en los escritores o hay algo más que no conozcamos?
-Ahora estoy participando en un proyecto fantástico. Se trata de un curso comisariado por Samuel Aranda, Objetivo Barcelona: retratar la ciudad, para crear un relato visual colectivo de Barcelona, una primera incursión en la fotografía documental con unos profesores y compañeros de lujo.
"Enrique Vila-Matas es el autor que más veces he retratado, desde que nos conocimos en un viaje a Dublín".
-De sus escritores… ¿quién se ha dejado retratar mejor?
-Enrique Vila-Matas es el autor que más veces he retratado, desde que nos conocimos en un viaje a Dublín con la promoción de Dublinesca. En ese viaje acompañaba al autor y a unos periodistas. En el último momento hubo un imprevisto y me pidieron hacer las fotos para el reportaje de Antonio Baños en la revista Qué Leer. Desde entonces no he dejado de hacerle fotos en cada nueva novela o reedición.
-¿Alguna anécdota entrañable en ese largo trasiego de mirar escritores a los ojos?
-La foto de Elena Poniatowska fue muy especial para mí, porque después de una mañana de entrevistas nos dimos un paseo por Sevilla y cada dos por tres me pedía que le hiciera las clásicas fotos de turista de una plaza o la catedral con su cámara. Cuando vi el escaparate con el espejo le pregunté si le parecía bien que nos hiciéramos una foto allí las dos y le pareció muy divertido y artístico. Es una mujer de una lucidez y generosidad excepcional.
"No me considero fotógrafa. ¡Esas son palabras mayores!; digamos que yo hago fotos”.
-¿Cómo se combina la mirada de la jefa de prensa y la de fotógrafa?
-Primero de todo quiero aclarar que no me considero fotógrafa. ¡Esas son palabras mayores! Para mí fotógrafo es alguien que trabaja desde el respeto y dominio de la técnica, al lenguaje fotográfico, a la historia de la fotografía, como un escritor o un pintor. A mí me falta mucho para llegar a ello; digamos que yo “hago fotos”. Y me lo paso muy bien “haciendo fotos”. Siempre me he considerado muy afortunada por trabajar en una editorial y estar en contacto con libros y escritores. La literatura es una de mis pasiones. En los últimos años la fotografía (otra pasión) ha comenzado a formar parte de mi trabajo y eso es fantástico. Me considero una privilegiada. En Seix Barral me han apoyado desde el principio y me han animado mucho a hacer fotos, cosa que agradezco muchísimo porque además soy bastante tímida. De algún modo me he convertido en la fotógrafa oficial de la editorial.
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