Esta semana el Premio Nobel Mario Vargas Llosa presentó su nueva novela El héroe discreto (Alfaguara, 2013). En sus páginas, cuenta la historia de dos personajes: el ordenado y entrañable Felícito Yanaqué, un pequeño empresario de Piura, que es extorsionado; y de Ismael Carrera, un exitoso hombre de negocios, dueño de una aseguradora en Lima, quien urde una sorpresiva venganza contra sus dos hijos holgazanes que quisieron verlo muerto.
Esta reaparición en la ficción ocurre tres años después de la publicación de El sueño del celta, editado en 2010, la misma fecha en que se le concedió el Nobel. En esta oportunidad, Mario Vargas Llosa regresa sin olvidar a viejos conocidos de su mundo de ficción, quienes aparecen en estas páginas: el sargento Lituma y los inconquistables, don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito, todos moviéndose ahora en un Perú muy próspero que el peruano retrata con mordacidad, sin perder el humor y una alta dosis de melodrama
Más allá de la novedad, valdría la pena preguntarse ¿qué novelas acompañan y definen la literatura de Vargas Llosa? No nos referimos a cuáles son las mejores, sino a aquellas con las que se podría trazar un perfil de su universo narrativo. Se trata de un recorrido provisional, de esos que se amplían con la experiencia lectora, pero que sirven de partida para cruzar la amplia obra del autor de Cartas a un joven novelista -esa rara autobiografía literaria que debería encabezar esta lista, por cierto-. El intento, temerario, no sigue un orden estético o valorativo sino cronológico y puede servir de brújula para aquellos que no conozcan todavía su novelística o a quienes quieran releerla.
La ciudad y los perros (1962) Fue su primera novela, la escribió en Madrid, en el bar El Jute, en la esquina de Menéndez Pelayo con Doctor Castello. En sus páginas, el novelista utiliza sus años de estudiante en el Colegio Militar Leoncio Prado de Lima para retratar las historias de un grupo de muchachos que pierden la inocencia a la vez que se adentran en un mundo de castigo y humillación. Gracias a ella obtuvo el Premio Biblioteca Breve y el Premio de la Crítica en 1963. Un debut literario que tomó por sorpresa a la crítica y al público.
La casa verde (1965) Es una novela ambiciosa, escrita durante sus años parisinos. Con una clara influencia de la narrativa de William Faulkner, Vargas Llosa cuenta la historia de La casa verde, un prostíbulo ubicado en la ciudad selvática de Piura y desde ahí se mueve por diferentes espacios para también contar la historia de un sargento rebelde y de un contrabandista de origen japonés que sufre una penosa enfermedad. Este libro le valió a Vargas Llosa el Premio Rómulo Gallegos en su primera edición, en 1967.
La tía Julia y el escribidor (1977) Es la más personal de su novelas, por no decir que es completamente autobiográfica. En sus páginas, Vargas Llosa narra la historia de un adolescente y aspirante a novelista, Mario Vargas, quien se enamora de su tía política Julia, una mujer divorciada y 10 años mayor que él. Es una novela de iniciación que a su vez hace las veces de sátira de la literatura rosa y de la novela popular, reflejadas en las radio novelas en las que trabaja Mario Vargas. El libro desató la respuesta de Julia Urquidi, su primera mujer y tía además tanto del novelista como de su actual esposa, Patricia. Urquidi publicó Lo que Varguitas no dijo, un libro publicado en Bolivia y del que el mismo Vargas Llosa compró casi toda la tirada, para evitar su difusión.
La guerra del fin del mundo (1981) Basándose en la masacre de Canudos, Brasil, sucedida en 1896, Vargas Llosa construye una galería de personajes alrededor de los enfrentamientos entre los yagunzos -campesinos- y los soldados que representan el poder. En el centro de esa trama, surge el Consejero, personaje mesiánico y enigmático, cuyas arengas prenderán la insurrección. Brutal, desbordante, casi enciclopédica y llena de personajes de un cierto aire bíblico, es la primera novela que Vargas Llosa ambientó fuera de Perú.
La fiesta del Chivo (2000) En este libro, Vargas Llosa narra el asesinato del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Lo hace desde tres puntos de vista. El primero es el de Urania Cabral, que está de vuelta en la República Dominicana, después de una larga ausencia, para visitar a su padre enfermo, y que termina recordando los incidentes de su juventud y revelando un antiguo secreto a su tía y primas. La segunda historia se centra en el último día en la vida de Trujillo desde el momento en que se despierta en adelante, y nos muestra el círculo interno del régimen, al que el padre de Urania perteneció. La tercera historia describe a los asesinos de Trujillo, muchos de los cuales habían sido leales al gobierno, mientras esperan el coche del Presidente tarde esa noche. Es, para muchos, la mejor de las novelas de Vargas Llosa.
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