Cultura

'Disco. Ibiza, Locomía', una mirada fresca a las fiestas y lucha de egos del grupo de los abanicos

Jaime Lorente y Alberto Ammann protagonizan la película dirigida por Kike Maíllo: "Esto no es un homenaje", señala el cineasta en una entrevista con Vozpópuli

En el torrente audiovisual de los últimos años tiene una cabida excepcional en las propuestas que llegan a las salas y a las plataformas la mirada, a veces nostálgica y otras solo crítica, de la cultura popular de los años 80 y 90. Mirar al pasado, ya sea a las creaciones musicales y otros hitos como a los sucesos, se ha convertido en una moda, y de esta tendencia han salido proyectos prescindibles, pero también otros que, como ocurre con Disco, Ibiza, Locomía, ofrecen una mirada fresca, festiva, alejada de la nostalgia y novedosa.

Kike Maíllo, director de películas como el drama de ciencia ficción Eva (2011), la cinta de acción Toro (2016) o el thriller psicológico Cosmética del enemigo (2020), desembarca en el biopic con un tono más alegre que sus anteriores trabajos, con el que persigue la lucha de egos de Xavier Font, líder de la banda Locomía, y José Luis Gil, el productor que descubrió a la banda que se hizo famosa por su vestimenta estrafalaria y colorida y su baile con abanicos gigantes. Jaime Lorente y Alberto Ammann interpretan, respectivamente, al cantante y productor, mientras que el resto del elenco se completa con Blanca Suárez, Iván Pellicer, Albert Baró, Eva Llorach, Javier Morgade o Gonzalo Ramírez, entre otros. Con motivo de su estreno este viernes en los cines, y tras su presentación en la pasada edición del Festival de Málaga, Maíllo ha hablado sobre este proyecto a Vozpópuli.

P. ¿De qué manera esta película obedece a esa sed de nostalgia, por recuperar ciertos mitos de la cultura popular española? ¿Qué cuentan de la actualidad?

R. Esto surge hace cuatro años cuando la coguionista, Marta Libertad, y yo leemos unos artículos en prensa que revitalizan ese mito. Para nosotros había caído en el cajón del olvido, pertenecía a algo que tenía que ver con esta niñez, y sí que en eso hay cierta sed de recuperación, de nostalgia. Nos fascinan cuatro o cinco anécdotas que nos parecen muy sorprendendes y merecen ser contadas y, por otro lado, analiza la lucha que existe entre esos dos personajes egocéntricos, y esa historia tiene una universalidad suficiente como para que ahondemos en ella. Empezamos a entrevistarlos, a sacarle punta al tema y decidimos sacar adelante la película.

P. ¿Crees que existe la sed por la nostalgia?

R. La sed nostálgica creo que nunca se ha perdido. Cuando hacíamos películas sobre la Guerra Civil tenía que ver con lo que los autores del momento habían escuchado a sus padres. Hay eventos más importantes o menos que son más fáciles de evaluar desde la contemporaneidad para poder saber en qué hemos cambiado, para poder tomar la temperatura.

"Lo que había en ese momento era mucha sed de libertad"Kike Maíllo, director

P: Disco, Ibiza, Locomía muestra a un grupo de personas libres de prejuicios, al menos en una zona geográfica que en ese momento lo permitía. ¿Se ha exagerado desde el presente?

R: Lo que había en ese momento era mucha hambre de libertad. Estamos en los coletazos del destape y de la movida y sí que había mucha necesidad de demostrar lo modernos que éramos. La Bola de Cristal era algo muy moderno. Eso pasaba esencialmente en Madrid, Valencia, Barcelona e Ibiza, los lugares en los que había esa ansia por demostrar. El país se estaba liberando de muchas ataduras, era un país profundamente católico -en las formas, al menos-. Siento que este grupo de personas del que habla la película encuentran en Ibiza un lugar en el que poder expresarse con bastante libertad. Ese lugar se termina en cuanto dejan de estar en Ibiza y entran en el mainstream, vuelven a Madrid. La industria, que es más conservadora, les coloca en el sitio en el que estaba el país.

P. Esta película es también un retrato de la voracidad del mercado musical. Hace no tanto se estrenó la película de Mili Vanilli, que habla de la difícil relación que existe en ocasiones con los productores.

R. Era una época en la que la industria musical era realmente potente, mucho más que ahora, donde todo el mundo compraba música, había programas musicales en todas las cadenas, y donde había una manera de hacer que tenía que ver con el laboratorio, es decir, se fabricaban. En el caso que nos ocupa, tenemos a unos chicos que no tienen ningún conocimiento musical ni saben cantar. Saben bailar un poco pero vienen de la moda y de la diversión, de ser gogos en discotecas. Hay alguien sagaz que ve en eso un caldo de cultivo, en la forma en la que se mueven y se visten, en el tipo de música que suelen bailar. Hay ahí una conjugación de elementos que les puede traer el éxito.

Locomía y las luchas de egos

P: ¿Habéis hablado con Xavier Font y José Luis Gil para abordar el rodaje?

R. Claro. Queríamos saber de primera mano cómo veían ellos lo que se estaba escribiendo en la prensa, cuánto había de maquillaje y cuánto de realidad. Evidentemente, hay asperezas y tensiones entre ellos. Es interesante ver cómo tantos años después las espadas siguen en alto. Además, les quisimos conocer porque queríamos pedirles favores, que te expliquen cómo bailaban, cómo movían los abanicos, y que te cedan la música.

P. No han sido asesores oficiales pero, ¿han estado cerca del proyecto?

R. Han estado muy cerca del proyecto y, dado el tono de la película, que no es un homenaje y juega a mirar por encima del hombro y también con ternura porque marca una distancia, han tenido que comerse el tipo de proyecto que es. No es un homenaje y hay muchas cosas que no les han gustado. Cuando hablamos bien de Xavi le sienta muy mal a Gil, y cuando hablamos bien de Gil le sienta muy mal a Xavi. Los egos siguen siendo los expuestos en la película.

P. Disco, Ibiza, Locomía llega unos años después del estreno del documental Locomía, que estrenó Movistar+ hace dos años, así que el espectador que no vivió aquella época llega preparado. Ahora estrenas una película sobre los protagonistas de esta fiesta. ¿Juega en contra o suma puntos?

R. Cuando estábamos desarrollando el guion para el largo nos propusieron hacer el documental y estábamos muy enfrascados en hacer algo un poco desatado y vivir la ficción, por lo que no nos interesaba mucho. Sin embargo, veo con muy buenos ojos que se haya hecho porque pone encima de la mesa al grupo. Va a haber un tipo de espectador que conozca las anécdotas cuando vea nuestra película. Nosotros aspirábamos a intentar que el viaje de la ficción no solo viviera de las anécdotas, sino que tuviera todo, trabajara la comedia, que la emoción respondiera a una emoción fílmica y ese tipo de cosas.

P: ¿Cómo se han construido los personajes principales? ¿Habéis huido de la tentación de mimetizarse?

R. Puesto que nosotros habíamos construido personajes que bebían de la realidad, les hemos dado la oportunidad a los actores de que tuvieran conocimiento de cómo eran. En el caso de Alberto Ammann, él tenía mucha necesidad de pegarse físicamente y formalmente al personaje, aunque luego la construcción psicológica es otra, más tierno, menos duro y menos malvado que el que se construye por ejemplo en el documental. En el caso de Jaime Lorente, nosotros lo que queríamos era que agarrara el máximo carisma posible, que esa idea de padre de familia o tío que era un poco invisible con su familia biológica, pero que de pronto encuentra un lugar en esa Ibiza como tío alrededor del cual, junto a Lourdes, gira la familia. Le dimos muchas alas para que construyéramos algo que no tuviera por qué estar sometido a la realidad. Después es verdad que se parece al Xavi Font real de la época, pero no queríamos que la imagen actual perturbara de alguna manera la imagen más limpia del pasado.

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