Todas las etapas de la evolución humana y la Historia Universal podrían medirse por generaciones. De hecho deberían medirse de esta manera, porque sólo así sería evidente que la Historia, eso que se dibuja como una herencia fortuita, imprecisa y temporal, es algo que se debe conservar para que todo el mundo se refleje, de vez en cuando, en ella. Y es que todos saben cómo fueron los primeros fuegos que iluminaron las cuevas en la Antigüedad. Todos conocen la derrota de Napoleón en la Batalla de Waterloo. Se han reído con las hostilidades entre Góngora y Quevedo y admiran a algún soñador romántico de la Generación Perdida. Rememoran el París del mayo del 68, veneran a Kennedy, a Luther King y rinden pleitesía a los Dire Straits, Velázquez y Andy Warhol.
Las nuevas generaciones también conocen todos los vicios y virtudes de los citados personajes, pero no son como ellos. Ahora se rinden a lo visual. Al tweet de última hora. Son el futuro, los postmillenials, y tienen nombre de patrulla que ha sido llamada para poner patas arriba la tradición y convertirse en el nuevo target de cualquier serie de moda.
No andaba desencaminado Mark Zuckerberg cuando definió los inicios de las redes sociales como “la era del fin de la privacidad”. No conviene darle un valor excesivo y apocalíptico a esto de las redes, pero sería práctico llegar a un término medio para que la bandeja de Gmail no marque el ritmo vital y el palpitar de los corazones de Instagram no sea el único que se escuche.
De redes sociales y realidades hiperconectadas sabe mucho el escritor Manuel Ríos. Su última novela, Círculos, ahonda de manera inquietante en la oscuridad y los efectos en las personas de una sociedad tecnológicamente avanzada. El autor presenta el lado más peligroso de la unión entre la televisión y las redes sociales. Por eso, cuando le preguntan cómo vendería su novela a un lector futuro, Manuel Ríos prepara un escenario digno de cualquier episodio de Jessica Flecher y explica que:
“Todo sucede en la prueba final de un concurso de televisión. El premio es un apartamento en Miami y para conseguirlo, el participante tiene que bucear en una pecera con dos tiburones para coger la llave que abre la casa. No tendría que suceder nada malo, porque es una prueba que se ha hecho muchas veces y los tiburones están sobrealimentados. Pero en esta ocasión, cuando el concursante sube ya con la llave y la prueba parece que ha sido superada, uno de los tiburones le ataca y entre los dos se lo comen en directo”.
Y el concursante pasó a la historia.
Lo que importa y se convierte en trending topic mundial es el hecho en sí mismo. Todo el mundo que está viendo la televisión se pone a tuitearlo. Todos menos un inspector de policía que sospecha que la noticia no tiene nada de casual y decide investigar qué puede haber detrás de todo esto.
Qué puede “enganchar” al lector, ¿la trama de tu novela o la posibilidad de que esta historia suceda en un futuro cada vez más próximo?
Aunque se dice que transcurre en un futuro inmediato, 'Círculos' es una novela muy actual. A la gente le interesan todos estos temas, las redes sociales, la televisión, la inmediatez, la realidad que vivimos. Eso, junto con unas personajes muy trabajados y una historia dinámica en la que suceden muchas cosas, son los ingredientes necesarios para que los lectores se queden hasta el final.
¿Hasta dónde va a llegar la necesidad de que los usuarios de Twitter tienen de compartirlo todo minuto a minuto? ¿Tiene 'Círculos' alguna moraleja?
A mí Twitter me gusta mucho. Con 'Círculos' intento que los lectores hagan una reflexión hacia ellos mismos porque se puede criticar a las cadenas de televisión, a las redes sociales, etc. Pero es más inteligente que nos miremos a nosotros por individual, a cómo utilizamos las redes. En el fondo, no todo el problema es de las cadenas de televisión. A nosotros el morbo nos gusta y muchas veces buscamos en las redes imágenes que la televisión no emite. A eso voy, a que reflexionemos y pensemos hasta dónde nos podemos obsesionar con las redes sociales.
A nosotros el morbo nos gusta y muchas veces buscamos en las redes imágenes que la televisión no emite
No cabe duda de que las redes sociales son una herramienta. Y de nuestro uso depende que el resultado sea positivo o negativo. ¿Cómo valoras tú el peso de Twitter o Facebook en todo lo que hacemos?
Creo que está igualado. Mitad bien y mitad mal. Yo sigo cuentas en Twitter muy variadas. Una de ellas, por ejemplo, es la de un periodista que está en Mosul y que va contando el minuto a minuto en ese lugar del mundo. Eso está muy bien y antes no teníamos esta opción para estar informados. Pero otras veces Twitter también puede ser un arma arrojadiza. Cuando alguien dice un comentario desafortunado se hacen auténticas campañas de chistes y mofas hacia la persona en cuestión. Eso no debería pasar. No puede ser que 400.000 usuarios pongan a parir a una persona que ha hecho un mal chiste. Es una cosa desmedida y eso es lo que me preocupa. Pero también soy consciente y sé que es muy difícil evitarlo.
En tu novela, un programa de televisión se convierte en trending topic “gracias” a la muerte de una persona. Aunque no hemos llegado a ese límite, las cadenas en España también buscan un tipo de público a través de Twitter…
Eso es indudable. Ahora todos los productos intentan buscar su público de la manera que sea. Pero no es fácil. Ahí es donde empiezan las segmentaciones, el Big Data… Yo no puedo hacerlo con mi libro para llegar a más autores, pero las grandes empresas invierten grandes cantidades de dinero en este tema. A todas las cadenas les importa muchísimo el poder crear comunidades con su público. Ahora también se han puesto de moda los grupos de WhatsApp con fans de determinadas series de televisión. Es una idea que todavía no ha trascendido del todo pero que se está desarrollando. Como ves, la tecnología lo cambia y lo revoluciona todo.
Como tu novela, que es de las pocas que mezcla el papel con lo digital. ¿Cómo puede ser esto?
Antes de publicar la novela me pareció buena idea dar a los lectores material extra más allá del papel y puse a disposición del lector una página web muy interactiva (www.circuloslanovela.com), dos booktrailer y un montón de documentación extra. Además, en la última página del libro también hay un usuario y una contraseña para quien quiera entrar a una zona privada donde hablo de una documentación un poco más delicada y unas fotos más atrevidas.
¡Hay hasta una cuenta de Instagram!
Sí, Patrizia es uno de los personajes más particulares de la novela. Se hace unas fotos un poco especiales y las sube a su cuenta de Instagram. En su perfil, @patriziacirculos, están colgadas las imágenes que se va haciendo a lo largo de la novela.
En un futuro próximo, ¿será habitual encontrar esta combinación en el panorama literario?
Yo creo que sí tiene sentido avanzar hacia ese lado, pero no conozco más novelas que a día de hoy hayan combinado estos elementos. A mí me da la sensación de que a las editoriales les gusta mucho el papel. Es lógico porque los libros digitales están bastante estancados, pero me parece muy interesante que cada vez más personas se animen a hacer estos experimentos.
Las redes nos hacen ser más individualistas. ¿Cómo te has inspirado para crear los personajes tan dispares de tu novela?
En general son personajes bastante intuitivos. Una de las protagonistas, Jellineck, es, por ejemplo, políticamente incorrecta hasta el extremo. Le gusta y podría protagonizar todo lo que se censura en Internet y en Twitter. Yo quería que este personaje en concreto no tuviese límite en el humor más negro. Y en general he querido que todos los personajes sean incoherentes con ellos mismos.
Las redes sociales también alimentan nuestro ego. Supongo que el nombre de 'Círculos' no es casual.
El nombre también es intuitivo. No surgió de una reflexión. Hace años preparé un corto que llevó ese mismo nombre. Yo creo que hay algo endogámico en todo esto de la televisión. En su día dibujé a un tipo viendo la televisión y grabándose al mismo tiempo. De manera que lo que veía continuamente en la televisión era a él mismo. Y parto de esa idea. Me parece que hay algo obsesivo y circular en torno al egocentrismo de las redes sociales y la televisión.
Me parece que hay algo obsesivo y circular en torno al egocentrismo de las redes sociales y la televisión
De momento, la historia de tu novela es ficticia. Pero hace pocos días un concursante sufrió el ataque de un pez en directo. ¿Hay límites para los reality shows?
La realidad todavía no es tan extrema como lo que yo cuento en la novela. También es cierto que no hay que ser injusto, porque el que te pique un pez no es algo que estés buscando como cadena. Sin embargo, hay otros ejemplos de programas, como un caso en Dinamarca que es real y en el que mujeres desnudas tienen que enfrentarse a cualquier comentario que hagan sobre ellas, que me parecen desmedidos. En el caso de España, yo creo que, de momento, sí hay límites.
Tú que te dedicas a escribir guiones, ¿cómo han cambiado las cosas en los últimos años en el mundo audiovisual? ¿Sería posible adaptar esta novela a la televisión?
Creo que sería relativamente sencillo. Cuando empecé a escribir la novela, en el 2006 aproximadamente, era impensable adaptarla. En ese momento se producían contenidos mucho más light, más para todos los públicos. Ahora el panorama ha cambiado muchísimo. Existe Movistar+, HBO, Netflix, etc. Por eso ahora sería más fácil adaptar esta novela.
En este caso, las cosas han cambiado para mejor.
Las cosas están bien. La irrupción en el mercado de estas cadenas ha sido positiva. Movistar+, Netflix y HBO van a producir varias series. Eso también ha hecho que Antena 3 se modernice un poco más y ha animado a Telecinco a abrirse a series como Sé quién eres. La llegada de las cadenas de pago es positiva, pero veremos a ver qué sucede, cómo va a cambiar todo y cuál será el impacto final.
¿Quedarán relegadas las cadenas generalistas?
Está por ver si todo el mundo cabe en esta nueva realidad. Pero, en general, creo que todo va a ir a mejor. Es posible que las cadenas generalistas produzcan menos series, porque es cierto que el directo en televisión sigue teniendo sentido. Creo que son cosas que hay que ir viendo poco a poco, pero sería conveniente pararse a analizar cómo se van a pagar las series en el futuro, cómo va a ser su consumo y qué papel van a tener las cadenas de toda la vida.
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