Cultura

Las 'Cintas inéditas' de Marilyn: dinamita contra la reputación de los Kennedy

El nuevo documental de Netflix deja claro el papel de los hermanos Kennedy, de los que fue amante, en el turbio encubrimiento de las circunstancias de su muerte

“La verdad y Marilyn Monroe… Es como meterse en la cueva del lobo”. Quien habla es Anthony Summers, autor de uno de los libros de referencia sobre la vida y muerte de la actriz: Goddess (Diosa), publicado en 1985, y traducido al español como Las vidas secretas de Marilyn Monroe. Summers es el protagonista absoluto de El misterio de Marilyn Monroe. Las cintas inéditas, el documental sobre la actriz que acaba de estrenar Netflix y que intenta abrirse paso a machetazos entre una salvaje vegetación de invenciones, errores, datos confusos y relatos interesados.

Hay que dejar claro que el documental de Netflix, el más reciente acercamiento a la figura del mito sexual por excelencia del siglo XX, no añade datos nuevos, ni despeja todos los misterios que rodean la muerte de la actriz. De hecho, recrea, de una forma muy atractiva, eso sí, la investigación que realizó Summers hace cuarenta años, cuando, a propósito del vigésimo aniversario de la muerte de Marilyn, el fiscal de Los Ángeles decidió reabrir el caso de su muerte para acallar rumores y teorías conspirativas. Fue una reapertura en falso -la investigación oficial se cerró sin aportar nada nuevo- pero implicaba el reconocimiento de que había muchas sombras y contradicciones en el relato oficial.

“Mi primera idea era dedicar dos o tres semanas al tema y finalmente fueron más de tres años”, recuerda el investigador irlandés, que llegó a realizar más de un millar de entrevistas, 600 de las cuales las registró en cinta. Escuchar en directo una selección de esos testimonios grabados, que Summers va situando en el contexto de las indagaciones que iba realizando, es el principal aliciente y novedad del documental de Netflix. Ese y ofrecer una buena visión de conjunto acerca de lo que sabemos de la vida y la muerte de la actriz de Niágara. Una mujer sobre la que George Cukor -que la dirigió en El multimillonario (1960) y en su última e inacabada película Something’s got to give (1962)- vaticinó: “Marilyn será la actriz más popular de su generación, probablemente del siglo”. Acertó de pleno. Es indudable que ninguna sigue tan viva y presente.

Teorías conspirativas

La muerte de Marilyn Monroe está recubierta de tantos puntos negros, incoherencias y ocultamientos que ha dado pie a todo tipo de teorías conspirativas. Todavía hoy hay una línea de investigación que defiende con fuerza que la actriz fue asesinada por orden de los hermanos Kennedy, que eran amantes suyos y que empezaron a verla como un peligro para su imagen pública y para sus respectivas carreras políticas. No olvidemos que John F. Kennedy era entonces el presidente de EEUU, y su hermano Bob el poderoso Fiscal General, y que ambos no tenían reparo en realizar a la actriz confidencias sobre asuntos delicados de política internacional, como la crisis de los misiles de Cuba. 

De ambos afirma Summers: “Eran unos chismosos de narices y unos redomados idiotas, porque Marilyn estaba en contacto con izquierdistas exiliados, comunistas, que tenían relación con Fidel Castro. El peligro político era muy alto”. Añadamos que tampoco la actriz era especialmente discreta (de hecho se sabe que llevaba un diario, que desapareció el día de su muerte, donde anotaba todas estas cosas. Si, además, sumamos al cóctel la implicación de la mafia, a través del dirigente sindical de los camioneros Jimmy Hoffa, tenemos los ingredientes perfectos para alimentar a placer cualquier teoría conspirativa. 

Una teoría que resurgió con fuerza el año pasado en el libro Bombazo. La noche en la que Bobby Kennedy mató a Marilyn Monroe, obra del investigador privado Mike Rothmiller, que se basa en su acceso a documentos oficiales de la investigación de la policía de Los Ángeles. Más sutilmente, otro libro reciente La carta secreta de Marilyn Monroe, del español Frederic Cabanas, apunta en esa misma dirección. El libro da cuenta de una carta inédita que Marilyn envió a Truman Capote poco antes de morir, y en la que le traslada sus temores. La carta no llegó nunca a su receptor y permaneció durante más de 50 años escondida en un estuche de bolígrafo Montblanc, que finalmente llegó a manos de Cabanas, quien se encargó de verificar su autenticidad. “En relación a su muerte, la carta debilita la hipótesis del suicidio o del accidente involuntario aportando datos sobre las personas por las que se siente más amenazada. 10 días antes de fallecer, Marilyn revela que teme por su vida”, explica el experto español, que ha dedicado a Marilyn un museo en Sant Cugat del Vallés.

Frente a todas estas teorías, Summers opta por lo que podríamos denominar una vía intermedia. Constata que hubo ocultamiento de las circunstancias de la muerte de Marilyn, y que se hicieron desaparecer pruebas, y se muestra convencido de que los artífices de ello fueron los hermanos Kennedy, que no querían verse salpicados políticamente. Pero, en cambio, opina que no hay pruebas sólidas que avalen la teoría del asesinato. Dada la minuciosidad de su investigación, de la que el documental de Netflix da buena cuenta, hay que concederle un cierto crédito. 

Que Marilyn se sintiera espiada en su propia casa, como revela la carta a Capote, es bastante lógico porque efectivamente estaba siendo vigilada. En un momento dado, la espía todo el mundo: el FBI para proteger a los Kennedy, el mafioso Hoffa para encontrar algo con lo que atacarlos, y hasta su exmarido Joe Dimaggio le puso micrófonos en el coche en alguna ocasión. Por lo mismo, los posibles temores de Marilyn por su vida eran comprensibles. Pero el asesinato no era necesario. En aquellos momentos el FBI tenía un gran poder para impedir que la información delicada pudiera llegar al gran público. No hacía falta llegar al crimen. Pero que no fuera necesario tampoco prueba que no ocurriera. Sólo revela que, por ahora, no hay evidencias suficientes.

El documental Las cintas inéditas es, sin embargo, demoledor en lo que se refiere al funcionamiento ‘sexual’ de Hollywood y a la imagen de los Kennedy, que salen extraordinariamente mal parados. Empezando por el patriarca Joe Kennedy. 

En la época dorada del cine, los agentes tenían una lista con las chicas aspirantes a actriz accesibles sexualmente, aquellas dispuestas a acostarse

El veterano agente de Hollywood Al Rosen le cuenta a Summers que en los comienzos, en la época dorada del cine, los agentes tenían una lista con las chicas aspirantes a actriz accesibles sexualmente, aquellas dispuestas a acostarse. “Desde entonces el negocio ha cambiado. Ahora lo que cuenta es el dinero; antes era el sexo”, explica. En esa época, Joe Kennedy tenía un despacho en lo que luego sería oficina de la RKO “y lo usaba para follar”. Rosen recuerda haberse quedado fuera esperando mientras el padre de los Kennedy echaba un polvo. “Su padre era mucho más depredador que ellos”, asegura. Joe era conocido por decirles a sus hijos: “Hacedlo siempre que podáis, con todas las mujeres que podáis”. Y ellos intentaron estar a la altura.

Robert Kennedy, Marilyn Monroe y John F. Kennedy.

Encuentros sexuales de los Kennedy

El lugar clave en el que se producían buena parte de los encuentros sexuales de los Kennedy era la casa de su cuñado y actor Peter Lawford, situada junto a la playa de Los Ángeles. Allí se organizaban fiestas y encuentros en los que Marilyn era una visitante habitual. También allí había micrófonos y se realizaron grabaciones de los encuentros sexuales entre la actriz y JFK. John Donoff, investigador privado contratado por Fred Otash, el artífice de los pinchazos telefónicos, le reconoció a Summers haber escuchado aquellas grabaciones, muchas de las cuales fueron supuestamente borradas por agentes del FBI. “Había muchas cintas de Marilyn y Jack en la casa de la playa (la de Lawford) haciendo el amor”, le corroboró Fred Otash.

Lo que ocurría en aquel recinto es capítulo aparte y aquí la pieza clave es el testimonio de Jeanne Martín, actriz y esposa de Dean Martin, que también frecuentaba aquellas fiestas. “Las cosas que pasaban en aquella casa no eran nada agradables, pero es que los Kennedy tampoco tenían nada de agradables. Evidentemente Peter (Lawford) hacía como de proxeneta para ellos. Y aquello pasaba delante de todo el mundo. Y las esposas igual estaban en la habitación de al lado”. Jeanne Martin recuerda que a ella le tocó un pecho el mismísimo JFK. “Eran vulgares y groseros, como su padre Joe”. Se entiende bien que el FBI tuviera tanto interés en ocultar este lado tan poco embellecedor de dos primeras autoridades del Estado. Y se intuye también por qué una parte de la prensa pudo contribuir al ocultamiento de las miserias de dos auténticos mitos de la izquierda norteamericana de la época.

De la misma forma, Summers revela que poco antes de la muerte de Marilyn los hermanos habían decidido romper relaciones con la actriz, conscientes del peligro que podía suponer para su carrera política esa relación. Ella se siente despreciada, humillada y “usada como un trozo de carne”. Hay pocas dudas de que si el presunto suicidio tuvo un elemento desencadenante probablemente fuera éste. 

El documental El misterio de Marilyn Monroe. Las cintas inéditas ofrece también una semblanza suficientemente compleja de uno de los grandes mitos del séptimo arte. Uno por el que no termina de desaparecer nunca el interés, pues desde que falleció no han dejado de aparecer fotos inéditas, entrevistas nunca publicadas, testimonios y todo tipo de libros en un ejercicio de necrofilia sin parangón en la cultura contemporánea. 

Todos los muchos fotógrafos que retrataron a Marilyn (incluso los de los comienzos, cuando todavía no era alguien célebre) han encontrado un filón en desempolvar aquellas viejas imágenes, especialmente las menos conocidas. Y se trata de recuperaciones del máximo interés, pues una de las claves más relevantes de Marilyn era el modo extraordinariamente seductor como se relacionaba con la cámara. Si, como tantos opinan, su condición de niña desamparada -pasó por diez hogares de acogida- le había dejado un poso de vacío afectivo, la cámara era su antídoto. Se sentía querida por ella y, a través de ella, por todos esos fans y espectadores que la habían convertido en una estrella. Siempre vio que la cámara era una ventana con la que mostrarse al mundo, incluso cuando era una mera aprendiz de modelo. Marilyn siempre parece estar coqueteando con ella, cálida, cautivadora, seductora, dulce y expresando sexualidad por cada uno de sus poros, incluso sin buscarlo conscientemente.

El icono sexual del siglo XX fue vista por muchos inicialmente como una rubia tonta pero ahora es reivindicada como una mujer que luchaba por su independencia personal.

Y es que el misterio de Marilyn no se circunscribe a su muerte, sino también a su vida. El icono sexual del siglo XX fue vista por muchos inicialmente como una rubia tonta -ella misma jugó con ese estereotipo- pero ahora es reivindicada como una mujer que luchaba por su independencia personal. Hoy se valora como merece el atrevimiento de fundar su propia productora de cine para asegurarse papeles que le permitieran crecer como actriz.

"Marilyn era muy inteligente"

Frente a la imagen que la vincula con la frivolidad, se ha impuesto otra que la muestra como una mujer obsesionada por aprender y mejorar como actriz. Jane Russell, su compañera en Los caballeros las prefieren rubias (1953), lo confirma en una de las cintas del documental de Netflix: “Marilyn era muy inteligente y quería aprender. Estaba interesada en todo lo que pudiera ayudarla a controlar su carrera. Todas las noches, después de trabajar, iba a clases de interpretación. Yo, en cambio, estaba agotada y me iba a casa”, recuerda su compañera, que la acompañó en el rito de imprimir sus huellas en el Paseo de la Fama del Hollywood Boulevard de Los Ángeles.

Durante mucho tiempo se impuso la imagen de la actriz como una mujer insegura, que llegaba tarde a los ensayos, olvidaba sus diálogos y resultaba problemática en los rodajes. Todo eso es cierto, pero oculta la otra parte de la historia: que, pese a todo ello, era una actriz extraordinaria. Lo reconoce el mítico Billy Wilder, quien la dirigiera en dos de sus películas más célebres La tentación vive arriba y Con faldas y a lo loco: “Siempre parecía confusa, pero cuando buscabas en las 30, 40 o 50 tomas que hacías con ella, siempre encontrabas algo único e irrepetible. Yo no tenía problemas con Marilyn Monroe; los tenía ella consigo misma”.

También hoy sabemos que la relación de Marilyn con la sexualidad no era tan gratificante como ella misma parecía dar a entender. Era extraordinariamente promiscua y, ciertamente, no tenía ningún problema con su cuerpo, pero su relación con el sexo era, a menudo, poco satisfactoria, si hemos de creer a las confesiones que le realizó a su último psiquiatra, Ralph Greenson, con quien tuvo mucha relación. Tanta que es una de las figuras presentes (y borradas) en el episodio de su muerte.

Sobre estos y otros aspectos de su figura encontrará el espectador mucha información de interés en El misterio de Marilyn Monroe. Las cintas inéditas, de Emma Cooper, un trabajo que parece concebido, al menos en parte, para ir calentando motores de cara al próximo estreno en Netflix del biopic sobre Marilyn que ha rodado Ana de Armas y que, tras una accidentada trayectoria, parece que al fin verá la luz este año, aprovechando el 60 aniversario de la muerte de la actriz.

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