Mario Casas se convirtió en un ídolo adolescente con películas como Tres metros sobre el cielo (2010), Tengo ganas de ti (2011) o Palmeras en la nieve (2014), pero su carrera no se construyó a base de ser el guapo de las películas, porque de forma paralela también construyó una trayectoria con algunos de los mejores directores del país, como Alberto Rodríguez, que le dirigió en su thriller Grupo 7 (2012), o Álex de la Iglesia, que encontró una vis cómica en él que nadie más ha sabido hallar.
Siempre tuvo un impulso creativo que iba más allá de la actuación y al que decidió dar una oportunidad durante el encierro de la pandemia. Entonces, comenzó a escribir un proyecto que ahora, tres años después, ve la luz y que supone su debut en la dirección de largometraje. Mi soledad tiene alas, título de su primera película, es un coming-of-age que se desarrolla en algunos de los barrios del extrarradio de Barcelona y también Madrid, y que protagoniza su hermano pequeño, Óscar Casas. En Vozpópuli hemos hablado con el nuevo cineasta sobre su ópera prima (que se estrena este viernes en los cines), los miedos de los inicios y su carrera como actor.
Pregunta: ¿Qué hizo click en su cabeza y cuándo decidió debutar en la dirección de cine?
Respuesta: Llevaba tiempo soñando con ponerme detrás de las cámaras y contar una historia. Yo había escrito algún cortometraje, pero no me atreví a enseñarlo, y cuando llegó la pandemia y vi que el mundo se había parado pensé que era el momento. Tenía tiempo y estaba sumergido solo en eso. La productora pronto vio alma y verdad. Mi familia ahora me enseña vídeos en VHS de cuando era niño y dirigía en el colegio obras de teatro en el colegio o sketches de mi familia.
Vengo de una familia humilde, me he criado en las calles de esas zonas del extrarradio y eso está en mi educación y en mis vivenciasMario Casas
P: Esta película se desarrolla en barrios humildes de la periferia y hay zonas cercanas al barrio en el que vivió. ¿Por qué volver a algunas de las zonas donde se crio?
R: Viví toda mi infancia hasta los 18 años, cuando marché a Madrid, en la periferia de Barcelona. Muchos de los lugares que aparecen los conozco bastante, de pasar tiempo o amigos míos que vivían allí. Vengo de una familia humilde, me he criado en las calles de esas zonas del extrarradio y eso está en mi educación y en mis vivencias. Aparte de eso, he querido meterle algo más de raza y pureza a la película, que es el recuerdo que yo tengo de esos barrios. Hay algo no autobiográfico, porque la historia no tiene nada que ver conmigo, pero hay un detonante por el que dos personajes tienen que dejar todo atrás y escapar a Madrid para buscar una nueva vida. Cuando yo marché a Madrid para ser actor tuve que dejar atrás todo lo que conozco. He vivido ese viaje, he cogido ese bus que cogen para ir a ver a mis padres.
P: Es inevitable pensar en el cine quinqui como influencia. ¿Lo ha sido?
R: Es algo que escuchado desde que salió, pero no tiene nada que ver. Además, es una época diferente en la que se cuenta la historia. Es actual pero en la forma en la que van vestidos los personajes, los lugares o la música es muy de los 2000, casi vintage. La marca de El Niño, las tres rayas de Adidas o la bomber. Es una historia de amistad, los lazos familiares, la educación, lo que te puede aportar dependiendo de dónde naces. Hay algo del cambio del niño al adulto, de empezar a tomar tus decisiones a partir de una edad.
P: Son chavales que roban en joyerías, pero tienen un poso de bondad, incluso de responsabilidad.
R: Eso era un detonante para construir en ellos tres esa sensación de creerse los reyes del mundo, parece que no tienen miedo y lo único que hacen es caminar hacia adelante. El protagonista es alguien con una sensibilidad aplastante y artista. La gente puede tener una imagen, pero yo vengo del barrio y allí hay todo tipo de chavales. Había un ejemplo muy claro cuando Óscar empezó a preguntarme sobre el personaje: Morad. Es un chaval que ha vivido en la calle y es artista. En una secuencia del programa que le dedicó Salvados, está tumbado encima de su madre y ella le toca el pelo. Hay una sensibilidad ahí que fue un punto de partida.
Mario Casas, hermano mayor
P: ¿Ha sido difícil dirigir a su hermano?
R: Ha sido de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Mi hermano se ha abierto en alma y corazón. Él es mi hermano pequeño, tiene 24 años y yo 37. Yo era su hermano mayor en nuestro día a día y de repente nos sumergimos en un rodaje en el que nos hemos visto las costuras reales. Te abres a mucha gente, al miedo, y hemos conectado y nos hemos abierto más. Pero le traté como a todos, nunca tuvo un privilegio. No le vi fuera del rodaje.
P: Candela González y Farid Bechara no son actores profesionales y sin embargo la química que consiguen en su trabajo con Óscar Casas sorprende.
R: Estuve un año y medio haciendo casting a miles de chavales en Madrid y Barcelona. Consiguen una frescura, pero no hacen de sí mismos, sino que interpretan sus personajes. Han hecho un trabajo muy bonito y sensible.
Cuando interpretas, llegas cuando la casa está construida, la comida ya está en el plato. En este caso, son tres años y medio antes de su estreno. Hay mucha gente detrás que ha luchado para que la película salga adelante, esperas que esté orgullosa del trabajo y te das cuenta de lo que es el cine realmente
P: El hecho de ser un actor con muchos rodajes a sus espaldas que se coloca en el otro lado, en la dirección, ¿qué inseguridades despierta? ¿Tiene miedo?
R: Miedo tengo. Cuando interpretas, llegas cuando la casa está construida, la comida ya está en el plato. En este caso, son tres años y medio antes de su estreno. Hay mucha gente detrás que ha luchado para que la película salga adelante, esperas que la gente esté orgullosa del trabajo y te das cuenta de lo que es el cine realmente. Todo es vertiginoso, pero a la vez no quiero que llegue, hay mariposas todo el rato porque no se ha estrenado. He hecho la película que quería, me he atrevido a hacer lo que he querido, lo que me ha dado la gana. Mi soledad tiene alas bebe del cine que he vivido desde niño, supongo que hay algo inconciente de mi educación cinematográfica, pero es que yo he tenido una educación cinematográfica como actor, que creo que ha sido más grande, y he hecho guiños a otras películas. El público que me ha seguido se dará cuenta. Hay algo de Grupo 7 o de Tres metros sobre el cielo. Tiene que ver con mi vida como actor.
P: Haber sido un ídolo adolescente durante muchos años, con un rostro agraciado, ¿ha sido una etiqueta difícil de eliminar? ¿Podría ser un obstáculo para que le tomaran en serio?
R: No pienso en eso. Cuando era más niño, estaba empezando mi carrera y algunos proyectos sonaban más y llamaban más al mainstream -como Los hombres de Paco, El barco o Tres metros sobre el cielo-, pero en ese proceso yo estaba haciendo películas como Carne de neón, La mula o Ismael. Sabía que mi carrera también eran otras cosas. No me veo con esa imagen. Para mí, mi carrera es otra cosa.
P: Hay quien dice que nadie le dirige como lo ha hecho Álex de la Iglesia, capaz de sacar una vis cómica que nadie ha visto antes. ¿Hay algo que le gustaría explorar desde la actuación?
R: Acabo de rodar Escape con Rodrigo Cortés como director y Martin Scorsese como productor. Me he redescubierto como director, había algo de búsqueda y de repente me encuentro con Rodrigo Cortés. Mi sueño es ser actor, es lo que llevo en la sangre, pero con la dirección se abre un mundo precioso.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación