Cultura

Martín Cuenca estrena 'La hija': "Se ha instalado la escuadra y el cartabón en las películas"

Manuel Martín Cuenca puede presumir de ser uno de los directores más independientes del panorama cinematográfico español. Cuatro años después de estrenar El autor, la película basada en un relato

Manuel Martín Cuenca puede presumir de ser uno de los directores más independientes del panorama cinematográfico español. Cuatro años después de estrenar El autor, la película basada en un relato de Javier Cercas con la que compitió por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, vuelve este viernes a los cines con La hija, un thriller cargado de incógnitas y que tarda en calmar la sed del espectador con el que aborda algunas de las cuestiones que centran los debates sociales en la actualidad.

En esta película, un trabajador de un centro de menores, a quien da vida Javier Gutiérrez, decide acoger en secreto a una joven de 15 años (Irene Virgüez) que huye, a cambio de que les entregue a él y a su mujer (Patricia López Arnaiz) al bebé que espera. La maternidad, la necesidad de ser padres, la gestación subrogada o las buenas intenciones como motor de injusticias son algunos de los asuntos que aparecen en este filme de suspense que se narra lentamente pero que consigue mantener el interés.

Martín Cuenca (El Ejido, Almería, 1964) ha charlado con Vozpópuli sobre las motivaciones de esta película, las diferentes formas de entender el amor materno, el presente y futuro de los cines o el estado del audiovisual en el momento de mayor oferta de películas y series.

-Pregunta: Este thriller invita a dudar de todas las buenas intenciones. ¿Es un estado anímico de nuestro tiempo, querías buscar dobles intenciones?

-Respuesta: Las buenas intenciones las carga el diablo, el infierno está lleno de buenas intenciones. A veces, quien se ha sentido víctima puede ser el peor de los verdugos. De alguna manera, lo que cuenta la película es un viaje a la contradicción del ser humano y a la ambigüedad moral, y una advertencia de que esas buenas intenciones no son nada en sí mismas. Al final lo que cuentan son los actos, y precisamente los que muchas veces cometen las barbaries más grandes pueden personas o sociedades que se sienten legitimadas para hacerlo, por el dolor o por ser víctimas. La gente declara la guerra pensando que están haciendo algo bueno, que lo necesitan y están legitimados, y eso es lo terrible.

-P: Sin quererlo o sin pretenderlo, hablas también sobre las diferentes maternidades, diferentes maneras de entender el amor materno.

-R: No había otro tema, es el primero, que es la vida, la maternidad como generadora de la vida. Es el hecho más impresionante. A partir de ahí, hay muchas maneras de enfrentarse a ello: no querer ser madre, querer ser madre y no poder serlo. La película plantea ese momento y me parecía interesanta plantear ese encuentro: una desea fervientemente ser madre y no puede; otra que no sabe si lo quiere. Son el germen de esa historia. Me interesaba la maternidad y cómo lo puede vivir cada uno.

-P: Aunque aquí se lleva al extremo, de alguna manera entras en el debate de hasta qué punto ser padre es un derecho y abordas el dilema de la gestación subrogada. ¿Te había pasado esto por la cabeza?

-R: Los derechos son algo que nos otorgamos, y tienen que ver con el amor, la compasión y el respeto al otro. Ahora mismo, vivimos en una época de expansión de los derechos. Lo que plantea la película es hasta dónde tu derecho no aplasta el derecho del otro. Ellos sienten que tienen derecho a ser padres, y en un momento en el que el ser humano desafía la naturaleza. ¿Cómo reparar esa injusticia sin provocar otra mayor?

El arte tiene sentido cuando cuestiona y te pone frente al espejo, explora las contradicciones del ser humano", afirma

-P: Te gustan los dilemas morales. ¿Hasta qué punto el arte tiene que ser incómodo?

-R: El arte esencialmente tiene que ser incómodo. No es que me gusten los dilemas morales. En el cine, mi deber como cineasta es plantear. El arte tiene sentido cuando cuestiona y te pone frente al espejo, explora las contradicciones del ser humano, si no para mí no tiene sentido como arte.

-P: ¿En qué faceta de la naturaleza humana está el lado más atroz, donde se esconde la capacidad de cometer el mayor daño?

-R: El mayor daño se comete en el momento en el que pensamos en nosotros mismos, en el que perdemos la referencia del otro, y dejamos de escuchar, dejamos de pensar que el otro puede tener también razón. Todo lo bueno del ser humano tiene que ver con el otro: el amor, la compasión, el encuentro, y todo lo malo tiene que ver con cuando uno se coloca en el centro de todo. En una violación, alguien considera que un cuerpo es una cosa para su placer, mientras que lo contrario es un acto de amor, procurando el placer y satisfacción del otro. La diferencia está en que en el primer caso el otro no importa, y en el segundo, el otro es el que más importa.

-P: En este thriller es muy importante la complicidad entre Javier Gutiérrez y Patricia López Arnaiz.

-R: Me gusta mucho que los actores trabajen en el encuentro, en lo que vamos buscando y desarrollando. Elijo a los actores y ellos van a encarnar personajes de una manera inconsciente, viendo qué les pueden aportar. Al final es contar un cuento alrededor de un fuego y transmites, dosificas la información, hay misterio, suspense y sorpresa. El entretenimiento es una herramienta, pero el objetivo es conmover a quien lo escucha.

Espero que no perdamos el contacto y la humanidad. Como se instale la tecnología y la distancia social va a aparecer la barbarie", advierte el director

-P: La taquilla del cine español pasa por un mal momento. ¿Confía en su película en las salas? ¿Estás desencantado con este asunto?

-R: Es un momento muy triste para las salas y para la experiencia cultural. Lo que más me preocupa como cineasta y como persona interesada por el arte es que el conocimiento siempre está en la emoción y en el encuentro, en lo físico. Una de las cosas más maravillosas de ir al cine o al teatro está en que la experiencia física es el contenedor de la emoción y del conocimiento. Al conectarte con comodidad, con la posibilidad de cambiar o parar, uno mira pura información y, como no hay experiencia física, no deja huella. Más que el cine, espero que no perdamos el contacto y la humanidad. Como se instale la tecnología y la distancia social va a aparecer la barbarie. Es más fácil matar dando un botón. La tecnología nos separa de la realidad.

-P: La oferta audiovisual hoy es casi inabarcable. ¿Te abruma? ¿Es una burbuja a punto de estallar?

-R: Hay de todo en la cartelera, hay películas ahora mismo maravillosas. Pero en general la corriente mayoritaria es muy uniforme, muy de fórmula. Se está instalando la escuadra y el cartabón diseñando las películas, y eso me parece bastante triste.

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