A todos tomó por sorpresa la noticia del nombramiento del escritor y periodista Màxim Huerta como ministro de Cultura y Deporte del gobierno de Pedro Sánchez, que había conseguido llegar a la Moncloa tras ganar la moción de censura contra Mariano Rajoy. Lo que resultó todavía más desconcertante es que apenas ochos días después del anuncio, Màxim Huerta haya dimitido por el fraude fiscal de más 200.000 euros a Hacienda en los ejercicios fiscales de 2006, 2007 y 2008. Así salió Màxim Huerta: machacado y en tiempo récord.
Eso sí, nada más conocerse la noticia este miércoles, Máxim Huerta salió a lo María Dolores de Cospedal, a salvar su responsabilidad: "Pagué lo correspondiente y asunto cerrado (…) El presidente Sánchez sabe cómo me muevo y por eso me ha elegido como ministro", dijo para dejar claro que ni pensaba dimitir ni había recibido presiones para hacerlo. Ocho horas después compareció, con una hora de retraso con respecto a lo previsto en un comunicado, para decir que se iba a casa. Tanto nadar para morir en la orilla, y de la peor forma, porque en su comparecencia de dimisión aseguró que había sido machacado como una medida de sabotaje contra "el proyecto de regeneración".
Así salió Màxim Huerta: machacado y en tiempo récord, y de la peor forma...por temas de haciendo y acusando sabotaje contra "el proyecto de regeneración"
No le dio tiempo a Màxim Huerta de designar siquiera jefe de gabinete ni secretarios de Estado. En los días previos, apenas y le dio tiempo de sugerir que el secretario de Estado correspondiente a Deportes sería una mujer. Poco más. Sus apariciones públicas como ministro de Cultura y Deporte le dieron para dos ocasiones: una visita fugaz el pasado sábado a la Feria del Libro de Madrid 2018, un sector que conocía de cerca como autor y periodista y le permitía retratarse cómodo entre los suyos. A ese siguió, el domingo, un viaje a la final del torneo de tenis Roland Garrós, donde dijo que Rafa Nadal era un héroe para España.
A Màxim Huerta lo recibió con frialdad la Cultura y con las uñas el Deporte, debido a sus comentarios en redes como el que hizo por ejemplo, en un tuit del año 2010: "Umberto Eco: 'odio a los deportistas'. Yo, el deporte. Qué manera de sobrevalorar lo físico! Ozu". Una vez en el cargo, aseguró que estaba dispuesto a amar el deporte. En su toma de posesión, el pasado viernes, y para enmendar el entuerto aseguró: "No me gusta practicarlo, pero me gusta el deporte”. En ese mismo acto y tras jurar el cargo, Huerta no asomó mayores ideas ni proyectos para el área de Cultura, apenas y se limitó a tirar del repertorio Marca España, como se llamó a a la campaña de reputación creada por Mariano Rajoy nada más llegar al gobierno en 2012.
"Somos las películas que vemos, los libros que leemos, la música que escuchamos, las canchas en las que jugamos", ha afirmado, añadiendo que "la cultura nos hace libres y más felices", aseguró es día en el que también parafraseó a al escritor André Malraux: "Hay que permitir a los españoles cultivar la capacidad de inventar. La cultura es cultivo". Sus palabras fueron recibidas con frialdad en el sector acaso por eso, al día siguiente, se presentó en la Feria del Libro de Madrid, donde se retrató con distintos escritores y aseguró que devolvería a la Cultura su dignidad.
Sus apariciones públicas como ministro de Cultura y Deporte le dieron para dos ocasiones: una visita fugaz a la Feria del Libro de Madrid 2018 y el torneo de Roland Garros
Al día siguiente de su toma de posición aun no tenía jefa de gabinete ni encargada de prensa, seguía funcionando con la estructura de su predecesor, Íñigo Méndez de Vigo. "Tenéis que darme tiempo, llevamos apenas dos días. Ya tenemos todo a punto, el gabinete, los responsables y secretarios de todas las áreas. Estamos trabajando muy duro y hemos tenido que ponernos a leer el doble, ahora que estamos en Feria del Libro. Pero tratando de comenzar con la mayor humildad y de rellenar un espacio que estaba vacío", dijo en declaraciones a este periódico en el Parque El Retiro. Apenas cinco días después, su suerte cambió de golpe, cuando el diario El Confidencial reveló los detalles de un fraude a Hacienda a través de una sociedad limitada con la que facturaba sus honorarios como presentador en el programa de Ana Rosa Quintana.
Antitaurino, tertuliano y autor de media docena de libros. El perfil de Màxim Huerta(Valencia, 1971) se repartía entre el de personaje televisivo y figura mediática. Comenzó en Radio 5, de Radio Nacional de España, en Utiel y Radio Buñol. Trabajó en prensa comarcal y fue jefe de política en el periódico Valencia 7 Días y colaborador del diario Las Provincias, en Valencia. En 1997 se incorporó a Canal 9, donde trabajó como redactor, enviado especial, editor y presentador de informativos. En 1999 pasó a formar parte de Telecinco; primero en la Comunidad Valenciana y, más adelante, en la redacción central de informativos. De 2005 a 2015 formó parte del equipo de presentadores de El programa de Ana Rosa. Fue justo en esos años cuando dejó de pagar a Hacienda 200.000 euros a través de la sociedad limitada Almaximo Profesionales de la Imagen SL, en la que el titular de Cultura figuró como único accionista y administrador desde enero de 2006 hasta su liquidación, a finales de 2016.
No le dio tiempo a Màxim Huerta de designar siquiera jefe de gabinete ni secretarios de Estado
Ávido de nuevos territorios, dejó atrás Mediaset para buscar su voz literaria. Huerta, de hecho, es autor de siete libros, entre ellos Que sea la última vez..., El susurro de la caracola, Una tienda en París y La noche soñada (Premio Primavera de Novela 2014).Aunque el sector entonces esperaba un nombramiento que proviniese de sus filas -se hablaba de Ana D'Altri-, la opción Màxim Huerta, cuyo calado era más mediático y menos público en el sentido de su contacto y relación con las instituciones e industrias culturales, fue recibido con cierta discreción y un cierto corporativismo por parte de algunos periodistas y escritores. “Veamos qué hace”. Distaba mucho Màxim Huerta del Jorge Semprún que consiguió la firma del acuerdo con el barón Thyssen para la creación del museo o del Carlos Barral diputado que peleó por la legislación editorial, y muchísimo más de ser la Françoise Nyssen del gabinete de Macron.
El entusiasmo justo de su llegada pasó este miércoles al silencio del sector, que evitó criticar los señalamientos por el fraude fiscal. El periodista, escritor y presentador televisivo es un personaje cercano a muchos autores, editores y periodistas, que prefirieron mantenerse al margen, porque los unía a él una relación estrecha de amistad. Era un trago incómodo, realmente incómodo, aunque eso no los eximía de mostrar corporativismo manifiesto, el que mantuvo entre algodones al ministro de Cultura al que no le dio tiempo, ni siquiera, de sentarse en la silla del despacho de Plaza del Rey.
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