Cultura

Máximo Huerta: “A Sánchez le recomendaría ‘Basada en hechos reales’, a Feijóo 'Número dos', a Díaz 'Caperucita en Manhattan'”

El escritor y exministro de Cultura publica ‘París despertaba tarde’

Estuvo seis días al frente del Ministerio de Cultura y Deportes en el primer gabinete de Pedro Sánchez y dimitió después de que se conociera que había defraudado a Hacienda más de 200.000 euros entre 2006 y 2008. Desde su renuncia ha tenido programas de televisión, ha escrito libros y ha abierto una librería en un pequeño pueblo de Valencia, uno de los proyectos de los que se siente más orgulloso. Máximo Huerta confiesa estar fascinado en la labor de librero viendo las obras que eligen los clientes y recomendando novelas. Se anima a hacerlo también con los principales líderes políticos. A Sánchez le recomienda una tragicomedia sobre la condición humana, a Feijóo una obra que relata la vida del niño que quedó segundo en el casting de Harry Potter.

En su última novela, París despertaba tarde, Huerta traslada al lector al París de 1924, capital de la cultura a la que peregrinaban los artistas mundiales en busca de inspiración y de fiesta. "Una novela de ascensión", explica el escritor a los pies de la basílica de Sacré-Coeur en París. Dentro del templo desvela el origen de una de las tramas de la novela, en una vidriera aparecen representadas dos falleras que se postran ante Cristo. El París que grabó a dos valencianas al lado de asiáticos e indios americanos era la ciudad que “despertaba tarde, con las sábanas pegadas en la cara, marcada de maquillaje malo; y los adoquines sucios de restos de verduras, porquería, lluvia y barro”. Una ciudad que como la efímera cartera de Huerta aunó cultura y deporte durante la celebración de los Juegos Olímpicos. Vozpópuli entrevista y acompaña al escritor a los principales escenarios de la novela.

Pregunta: Al final de la obra dice que la atracción de la nostalgia ha sido un imán ¿Por qué es tan importante para usted París?

Respuesta: Porque París, sobre todo en los años veinte, era deslumbrante, ingeniosa, insolente. Y los años veinte son una parte excepcional de la historia, después de una guerra. Era un tiempo en el que había un deseo loco de crear un nuevo mundo, y París tiene y ha tenido siempre ese imán.

P: Ha vivido temporadas en la capital francesa, ¿Qué hay del París de los años veinte en el 2024? ¿Queda algo?

R: Quedan los Juegos Olímpicos que van a hacer ahora, cien años después exactamente. Yo creo que queda la forma de vivir entre los franceses, el orgullo de haber sido los creadores de un tiempo de paraíso creativo, de un tiempo de vanguardia. Lo que queda es el recuerdo, fundamentalmente. Dar pasos adelante gigantescos en lo cultural, en la música, en la pintura, en la moda… Todo lo que queda lo avanzaron entonces.

P: Era la capital mundial de la cultura.

R: Fue la ciudad más cosmopolita, todo lo que pasaba, pasaba en París. Todos los pintores, escritores que querían hacer algo se iban a París. El cine, la moda… todo se convirtió en el sitio adecuado, en el momento adecuado para todos. Convirtieron a París en la ciudad de la cultura por delante de Londres, Berlín… Y no fue gracias al talento nacional, sino gracias a los inmigrantes. No eran franceses, pero eran parisinos

P: Precisamente ahora en Francia, el tema de la inmigración es uno de los más importantes en la política.

R: Sí, es el primer punto en la agenda de muchos países, pero a mí me gusta mirar lo que ayudó en la cultura. Lo que ayudaron los negros de Harlem que se vinieron a París, en su país estaba el Ku Klux Klan, en París se sentían valorados, mezclados. París era refugio para todos los que llegaban, inmigrantes italianos, polacos, españoles, judíos… Modigliani, Kisling, Picasso… todos buscando el éxito. La mezcla de todo es lo que hizo la vanguardia, cuando se mezcla la cultura aparecen vanguardias.

P: ¿Cree que hay alguna ciudad similar ahora?

R: No, no creo. Unos presumen de Londres, otros de Nueva York, otros dicen que Berlín… Pero no hay una capital cultural en este momento del mundo como fue París.

P: Tenemos esta imagen del París que era una fiesta, pero realmente, ¿quién vivía esta fiesta?

R: Todos no, ni mucho menos. Lo que estaba pasando en esos años no es la realidad. No era todo París. La gran fiesta, la experimentación, la locura no era de todos, muchos ni se enteraron de esos años locos. Esa es la paradoja, fueron unos años locos de unos cuantos porque obviamente también había olas conservadoras, olas de racismo. Había otros miedos que venían de la Unión Soviética, Italia con Mussolini naciendo. Pero muchos parisinos ni se enteraron de esta ola de libertades y para los que no se enteraron a toda esa pandilla de artistas les llamaban degenerados, apátridas, provocadores terroristas, estrafalarios, profesionales del escándalo. Un puñado de locos.

P: Este puñado de locos, de bohemios también convivía, como reflejas en algún pasaje con carboneros, con trabajadores, con ovejas por las calles…

R: En este momento hay mercados llenos de pobreza, de barro, de patatas podridas, de olor a pobreza Es un tiempo muy pobre en el que todo se mezcla pero que casualmente hay un tiempo de alegría porque ha habido 1.700.000 muertos en la guerra mundial y todos tienen ganas de olvidar. Todos quieren olvidar y eso es lo que les une.

Cuando se mezcla la cultura aparecen las vanguardias
El escritor Máximo Huerta. JAVIER OCAÑA
Pregunta: ¿Se bebía tanto como pensamos?

Respuesta: Pues, para que haya llegado el recuerdo hasta hoy, 100 años después, sí, mucho. La fiesta, la danza, la música, la creatividad, las terrazas, las casas llenas de gente. Ligando, buscando inspiración.

P: Documentándose sobre este periodo, ¿le consta que también hubiera otras drogas que ahora ni se nos pasa por la cabeza?

R: Experimentaban con todo. Con cocaína, hachís, que le llamaban mermelada verde, era el combustible de las fiestas. El ron, que es lo que tenían, cuando llegaron los norteamericanos también whisky y la absenta. Todo eso era combustible de esas noches.

P: De los Chanel, Scott Fitzgerald, Hemingway, Weissmuller, Monet, Kiki de Montparnasse que llegan a cobrar vida en su libro. ¿Quién le parece más fascinante?

R: La personalidad de Scott Fitzgerald siempre me ha gustado mucho. Pero claro, imagínate a dos amigos, Hemingway y Fitzgerald, que vienen a París a divertirse porque de pronto les dicen que es en esa ciudad uno se lo pasa bien y no hay ley seca, y uno escribe 'Adiós a las armas' y el otro 'El gran Gatsby'. Y en esa pandilla están cerca pintores, escultores, músicos... Debería ser un lujo sentarse en una mesa y escucharlos a todos, pero a mí la personalidad de Scott Fitzgerald siempre me ha gustado y todo lo que ha escrito.

P: En su novela hay una trama muy importante con las vidrieras y el pasado diciembre Macron anunció que sustituirá unas vidrieras del siglo XIX que se salvaron de Notre Dame por unas modernas. ¿Qué le parece acciones así?

R: Que cuando pusieron la pirámide en medio del Louvre sorprendieron mucho. Cuando tiraron el barrio que era un mercado gastado y construyeron el Pompidou, también hubo muchas críticas. Y que cuando levantaron la Torre Eiffel, la quisieron tirar abajo. Cada tiempo siempre tiene momentos de provocación que gustan a unos y a otros no. Siempre está la gran duda de mantenerlo tal cual está y de no reformar, y hacer de otra manera. No creo que crezca la polémica, pero siempre hay en todos los periodos de la historia, siempre hay cosas que llaman la atención y que a lo mejor se hacen para eso, para dejar huella.

P: Es muy de presidente francés hacer alguna gran obra cultural que quede como legado.

R: Los presidentes tienen una vanidad tremendísima. Entiendo que todos quieren que les recuerden, como recordamos a Pompidou. En el fondo todos quieren pasar a la historia.

P: Da vida a Monet en su último año, cuando estaba ya medio ciego. Otro de los padres del impresionismo, Pissarro, ha sido noticia en España porque un tribunal de Estados Unidos decretó que el Thyssen, es decir, el Estado, es dueño de la obra a pesar de que es fruto de un expolio nazi. ¿Cree que ha actuado bien el Estado aquí?

R: Yo no voy a entrar en opiniones que no me competen, no voy a entrar en decisiones que son polémicas, hace tiempo que dejé de hacerlo.

P: En este París que refleja en su novela, mezcla cultura y deporte. Es inevitable pensar en su ministerio y viendo todo lo que le ha sucedido desde un punto de vista personal y todos los proyectos profesionales en estos cinco años, ¿cree que le vino bien el cese de ministro?

R: No lo sé. Ojalá tener una bola de cristal y saber qué habría pasado, o cómo habría sido la vida de otra manera, no lo sé. Nunca hago futurología y no tengo ni nostalgia ni en ese caso puedo adivinar qué habría pasado.

P: Uno de estos proyectos ha sido la apertura de la librería.

R: En medio de todos los errores que yo haya podido tener en mi vida, la librería es un gran acierto porque ha revitalizado la vida cultural del pueblo. No había librería, atrae a muchos lectores, atrae a turistas, atrae a escritores, a escritoras. A mí me da todos los días una alegría… El otro día había un grupo de miembros de la ONCE, que vinieron a elegir lecturas, a que les recomendaran qué libros deberían llevarse para casa. Me da alegría y a mí me da una mirada de literatura desde otro lugar.

P: Como autor, viendo que su libro es uno más en medio de tantísimas publicaciones, ¿no le da cierto vértigo?

R: Cualquier atisbo de vanidad desaparece porque hay muchas historias y muy buenas. Yo encantado de que cojan libros, y como los que tengo los he elegido yo, me atrae qué libro cogerán. Me interesa saber qué es lo que escogen, qué es lo que está gustando.

P: ¿Puede dejar un par de recomendaciones?

R: Estoy leyendo ahora 'Vivir es lo mejor', un libro de relatos de Kay Boyle; 'De Viaje' de Virginia Woolf; y recomendaría 'El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes', de Tatiana Tîbuleac o 'Número dos' de David Foenkinos.

P: ¿Se atreve a dejar una recomendación para Pedro Sánchez para esta nueva legislatura?

R: Uf, ¡qué difícil! Pues mira 'Basada en hechos reales' de Delphine de Vigan.

P: Para el resto de líderes, ¿Feijóo, Abascal, Díaz?

R: A Yolanda Díaz, 'Caperucita en Manhattan' de Carmen Martín Gaite. A Feijóo le iría bien el 'Número dos' de Foenkinos y Abascal, 'Verso suelto' de Use Lahoz.

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