Rigo Pex, alías Meneo, es un jugón de la noche. Lo mismo te lo encuentras prendiendo fuego a la cabina del coqueto bar Amor Voodo de Lavapiés (Madrid) que hipnotizando a varios miles de personas en el paseo marítimo de Cartagena durante el festival la Mar de Músicas. ¿La receta que le ha llevado donde está? Electrónica latina, 'mashups' musculados y un sentido del humor desarmante. Su último trabajo se titula Maracas Forever (2019), pero no estamos ante un artista con el que hablar solo sobre sus grabaciones, sino que puede contarnos mil cosas sobre tendencias y carencias de nuestra vida nocturna. También cultiva una faceta de comunicador en el podcast Latinator de Radio 3 Xtra.
¿Cuál es su impresión general sobre cómo se divierten los españoles?
La gente española encuentra en la fiesta un punto sano de liberación personal, pero con algunos atavismos aún. Cabe decir que yo vengo de otro extremo: en Latinoamérica el 90 por ciento de la gente joven se muda directamente de la casa de sus padres a su residencia matrimonial, con lo cual no existe ese espacio para meditar sobre la independencia y la identidad social. Así que bravo porque dedicáis más tiempo a conocer vuestro ámbito colectivo. Sin embargo, la gente no suele experimentar con su ocio, lo que conlleva a tener un circuito bastante predecible. También veo que la relación entre público y artista es más impersonal que en otros países, lo que apunta a que la música se queda en una forma de entretenimiento y no expone tus formas de pensar o vivir. Salvando esto, España por lo general está conformada por personas majas, grandes anfitrionas que suelen intercambiar afecto sin necesidad de sacar tarjetas de presentación como en Francia o Estados Unidos, donde cada vez hay una cultura de competencia e interés más arraigadas en los clubes y espacios de esparcimiento… lo cual crea un clima hostil que termina siendo una razón por la que se deja de salir por la noche.
Su canción “San Día” trata de esos jóvenes que viven demasiado encerrados en su mundo tecnológico y narcisista. El estribillo dice “Tú no sabes pasarla bien”.
Fueron varias las premisas que respondí con esa letra. Durante un evento de presentación de un bebida nueva, me sentaron con varios influencers: en el apartado de los artistas veía cómo charlaban, mostraban su último trabajo, intercambiaban referentes, etcétera. En cambio del lado de los instagramers, luego del obligado selfie, la charla era nula. Así que cantar esta letra desliga el concepto de persona interesante con famosa, dando peso a ese discurso de 'ser antes que parecer'. Por otro lado, también hace alusión a la invasión de imaginería de lujo y ostentación que se acostumbra en los videoclips del trap; es decir: ¿no te parece ridículo que niños de veinte años quieran ir todos vestidos de Luis Vuitton y mostrando coches de lujo? Comprendo que cada generación tiene sus propios códigos, incluso di una charla en TEDx Madrid sobre mi teoría de cómo predecir el futuro de la música por medio de los ciclos generacionales, pero este tipo de exhibición de poder tan prefabricado e impersonal me aburría en ese momento. Hay peña que justifica esta raison d’être porque señalan que es el zeitgeist del fin del capitalismo, o que son anhelos de barrio etcétera. Tampoco estoy pa' darle más vueltas: mi música es pa' bailar: voy a tope con el autotune y el cumbiatón, pasando de la retroalimentación entre artisteo y 'branding'.
Su música tiene un aire retro, tanto por el uso de la tecnología ‘vintage’ como por algunos referentes sonoros.
Supongo que me preguntas por mi uso de una Gameboy como instrumento sonoro, que es por lo que mucha gente me identifica. La verdad es que me gustan los cacharros: crecí tocando piano y pienso que hay máquinas maravillosas que definen una era o un estilo: por ejemplo la Roland 808/909 con el techno o el hip-hop con los samplers Akai etcétera. En el caso de la Nintendo, justo coincidió que en el 2005 inventaron el LSDJ, un secuenciador capaz de grabar tu propia información en los cartuchos, así que a partir de ahí surgió un movimiento retro del cual yo fui parte, aportando mi 'flow' de tropical 'lo-fi' (movimiento musical basado en el 'hazlo tú mismo' con grabaciones en baja fidelidad). El resultado fue algo que tal vez me pedía el cuerpo a los diez años al jugar al 'Donkey Kong', pero que he dejado de interpretar en pos de establecer una identidad sonora con más cacharros que me rodean; interactuar con nuestros tiempos a través de otros generadores de sonido es hoy en día un lío porque con tanta variedad de instrumentos compitiendo en el mercado del audio, pues los lenguajes tienen poco tiempo de asimilación y se presentan difíciles de asimilar o digerir... pero es apasionante. Ahora estoy haciendo un tema con sensores Arduino, que es un lenguaje de programación básico que te permite personalizar sensores y demás hardware a tus ideas caseras.
"Queda mas apetecible decir que pinchas house de Chicago que seguiriyas, aunque para mi tengan mucho parecido", explica
Me interesa su proyecto Peinetta, basado en música española. Sobre todo porque llama la atención que esto se te ocurra a ti antes que a alguien nacido aquí.
Definitivamente hay un complejo hacia disfrutar las raíces ibéricas pero estamos justo saliendo de esta fase de imperialismo global. Suena feo declararlo, pero es verdad: queda mas apetecible decir que pinchas house de Chicago que seguiriyas, aunque para mi tengan mucho parecido. ‘Anyway’, yo ya venía haciendo fusiones desde Guatemala así que se me ocurrió samplear temas que sonaban en mis reuniones sociales pero no en los festivales: colgué un remix de Lole & Manuel hace ya nueve años, en el momento en que había muerto ya el nombrado “mestizaje” de bandas como Ojos De Brujo o Chambao... a quienes les faltaba ese componente club que me interesa. El asunto es que luego de tocar el año anterior en el Primavera Sound -Aphex Twin y yo fuimos los únicos artistas de electrónica de ese jueves-, pues sentí la urgencia de trasladar esos sonidos íntimos a los escenarios. Curiosamente la primera vez que presenté este trabajo lo hice en clave de guasa, en una sesión allá por el 2014 durante el festival Periferias en Huesca, aupado por Estefanía Serrano. La cuestión es que al salir del camerino, un par chavales buscaban al artista para recriminarle el atrevimiento; yo previamente había contemplado la escena a sabiendas de lo purista que podría llegar a ser el público flamenco, así que designé una peineta más mantilla como mi atuendo de puesta en escena, cubriendo así mi rostro para no evidenciar rasgos extranjeros. Así que pude tranquilamente indicarles el camino hacia el camerino vacío entretanto yo marchaba con mi equipo hacia la otra dirección. Y es que ya veía yo que el camino hacia la apertura del flamenco iba ser difícil por parte del las comunidades que lo han conservado y transmitido. Mi tesis es que se está globalizando el sonido de la muñeira, la jota, el mapalé, el dembow... así que no veo imposible reinterpretar el folclore ibérico, un trabajo de reinvención no es fácil, pero los ingredientes están ahí: la zarzuela, el pasodoble, los ritmos de procesión y más.
Recuerdo una antigua entrevista en Mondo Sonoro donde señalaba una cosa evidente, pero que muy poca gente comenta: me refiero a que los españoles necesitamos algún tipo de aprobación externa (casi siempre, anglosajona) para sentir que nuestra música popular es realmente valiosa. ¿Por qué ocurre esto?
Esto es algo que realmente me toca el alma: tengo amistades viendo ‘streamings’ de gente de equis parte del mundo y pasan de ver el talento que hay alrededor. Esto termina en gente de acá copiando estilos heredados de fuera para interesar más y empieza a destilar un postureo que al final hace que la música pierda su sentido personal. Y es que no lo comprendo: si se cultiva un sonido como el 'french-touch' en Francia o el minimal en Alemania, pues no me salen las cuentas para que no haya una escuela ibérica. Concuerdo pues con el refrán de "nadie es profeta en su propia tierra" en el sentido que apunta al miedo a medirte con el que tienes al lado, ya sea a través de un diálogo o de una comparación positiva. Por eso he relegado mi propia carrera para hacer de promotor y ya van más de 120 fechas que he programado de manera independiente en varias salas de Madrid, que no tienen nada que ver con las veces que me contratan. En estas celebraciones invito a talento local a subirse al escenario y cabe la casualidad que he programado a peña en sus inicios que ya han dejado huella en el panorama musical como Nathy Peluso, Putochinomaricón, Esteban & Manuel…. Toda esta gente confió en mi en sus primeros bolos y sin ánimo de lucro: nos repartimos el dinero entre iguales. También se agradece a salas como El Sol, Caracol, Café Berlín y La Palma: ellas me dejan montar fiestas bajo nombres como SubRosa y La Fosa Común, alentando a que otros artistas salgan y comuniquen de una forma desenfadada y sin ínfulas.
Te han hecho varias entrevistas sobre las mejores actuaciones de tu carrera, en webs modernas como Vice o Red Bull. Por eso me gustaría que nos explicara cuáles fueron los dos o tres donde todo salió peor y por qué. Supongo que de eso también se aprende.
Pues depende de lo que llames mal. Primero están los imposibles: en Lausana se me desconfiguró el cartucho de la Gameboy, así que no pude tocar. Lo mismo con una noche vieja masiva en Murcia: los pinchos USB fallaron; éstos son los peores porque te quedas con las ganas. Luego están los que técnicamente son un rollo: en Albacete no había sonido y preferí hacer un show 'acapela' que sorprendentemente la gente coreó sin parar. Otro en Barcelona: toqué en un hueco minúsculo dentro de una pared como escenario pero la gente lo dio todo también. Mal también podríamos llamar a lo que pasa "luego" de un concierto: tuve el honor de participar en el primer 'Boiler Room' de Latinoamérica y resulta que no se grabó nada del 'streaming'... una pena. Otra fue en las fiestas del 2 de Mayo en el barrio de San Fran en Bilbao: terminamos desnudas cuatro personas y la gente dándolo todo, la mar de felices. Al día siguiente querían denunciar a los organizadores por uso indebido del espacio urbano pero creo que al final no pasó nada... es una ciudad con una perspectiva de libertad peculiar.
"Cuando empecé a hacer música con la gameboy, a sentir esas frecuencias distorsionadas pero inocentes, pues mi cuerpo entraba en trance", explica sobre las pinchadas donde termina desnudo
Es obligado hablar del nudismo en sus espectáculos. Lo ha practicado tanto en sesiones festivaleras de tarde como a altas horas de la madrugada. ¿Qué función cumple?¿Va cobrando sentidos diferentes según la situación?
Tuve algunas influencias: previamente a Meneo, hice teatro musical varios años y mientras iniciaba el proyecto también programé un espacio de La Fura Dels Baus durante un tiempo, así que el tema desnudo no me era algo transgresor sino solamente una herramienta. El tema es que cuando empecé a hacer música con la gameboy, a sentir esas frecuencias distorsionadas pero inocentes, pues mi cuerpo entraba en trance. Esto ocurre sólo cuando toco las canciones con la Gameboy, por ello los espectadores ni se inmutan con que vaya desgarbándome hasta terminar a pelo de nula manera sensual. Y es que ellos también sienten esas ondas en los oídos y comparten ese momento de liberación y entrega, lo cual no sucede cuando pincho mis temas de rancheras con trap, por decir algo. Obviamente me ha tocado escuchar cosas feas por gente que no ha estado presente: que lo hago por llamar la atención, etcétera… Pero las críticas y los escenarios siempre van de la mano, creo que son la pareja más estable que conozco. En contrapunto, los organizadores de Ciudad Bailar me invitaron a una mesa redonda en Matadero Madrid que trataba sobre políticas del baile; ahí escuché como la asistencia decía que yo había ‘invitado la tolerancia a la pista’, un discurso que no se me había pasado por la mente pero que ciertamente me hace recordar que la libertad es algo que hay que usar para que no quede sólo como un discurso decorativo. Curiosamente, últimamente he pillado un gusto especial por la vestimenta: el año pasado me encargué una docena de conjuntos a medida para mis presentaciones, las cuales quedan tiradas por el suelo si se trata de un concierto de gameboy.
Me parece tronchante el vídeo DJ Aerobics, donde explica la estandarización de los gestos de los pinchadiscos (en mi opinión, paralelos a la estandarización de sus sesiones). ¿Vivimos tiempos de homogeneidad en las cabinas? ¿Cómo cabe resistir?
Me alegra que de una parodia hagas una pregunta seria. En el mundo de la música hay mucha copia; es un hecho que todos nos influenciamos de algo pero también es evidente que cuando hay una moda la gente se monta al carro. Pasa a todos los niveles: David Bowie quiso ser Björk con Earthling, Bunbury quiso ser Earthling en Radical Sonora, etcétera. No me malinterpretes: mola experimentar pero no mola hacer el mismo experimento. Esto lo sufrimos cuando Spotify te pone veinte canciones iguales en nuevos lanzamientos y nadie dice nada. Yo como artista quedaría muy feo quejarme, así que estoy constantemente evitando hasta mis propias fórmulas, así es como me di cuenta que debí llamarme Mareo en vez de Meneo: porque toco en un club de electrónica y la gente me pide mis ‘mashups’ que pinché en la post-party de Los Goya; estoy en un festival campestre y yo dándole a mi propio merengue-juke.. esto es un suicidio marketiniano, fatal para construir públicos. Pero supongo que con el vídeo de “Dj Aerobics” se ve que me tomo la música y el arte como un juego, de lo contrario deja de ser sólo una representación y pasa a ser más importante que lo que has vivido para llegar a querer decir eso. Esta visión la expando como actor en The Mystery Of The Pink Flamingo, una película que íbamos a estrenar ahora en el festival South By Southwest en Austin pero que se canceló por la pandemia. Este documental es un viaje en el que descubrí, a través de entrevistas con otros creadores, que todo se puede considerar kitsch o cursi según cómo lo veas... lo cual te libera de expectativas y te da energías para hacer cosas más arriesgadas; como aquella fiesta Forever In Loop, donde pusimos la canción "África" de Toto durante tres horas y…¡todo el mundo disfrutó como un enano de tener un punto en común! Este año la haremos en varias ciudades jejeje…
Me gustaría saber su opinión sobre la creciente hegemonía de la música latina, encarnada en artistas como Balvin, Bad Bunny y Maluma. ¿Qué te gusta y que te causa rechazo de ellos?
Pues juzgar otros artistas es complicado: no me gusta meterme en la relación entre un artista y su público, porque supongo que están ahí porque les claman. Sin embargo, noto que ahora que están en la cima, ambos artistas han caído en intelectualizar un género de calle, que se hizo famoso por hablar explícitamente sobre sexualidad, algo que evidentemente es necesario hacer desde el momento en que te das cuenta que tienes una. Podría darte más datos porque me han invitado varias veces a debatir sobre la validez de este tipo de música, ya que desde hace cuatro años llevo un podcast semanal en Radio3 Extra llamado Latinator, un espacio inicialmente diseñado para sellos de sonidos de extrarradio como el global bass o el dembow, pero cuyo contenido hoy en día ha sido absorbido por el pop, así como ocurrió en su momento con el reggae o el hiphop, ambos ritmos que no habían sido globalmente 'mainstream' y que musicalmente funcionan para adaptar tanto baladas como temas bailables.Por otro lado, está el hecho de que este año el Super Bowl nos haya brindado al tándem Jénnifer López & Shakira, no sólo porque los latinos son el 17% de la población estadounidense en comparación con el 12% de afroamericanos, sino porque habla de una historia aspiracional: no perder tus raíces, aunque seas de una etnia minoritaria, es una narrativa holística que equilibra y confirma estos nuevos tiempos de glocalización.
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