El cineasta mexicano Michel Franco rueda en orden cronológico, se toma su tiempo en observar a los actores para decidir cómo y dónde colocar la cámara y recibe las críticas -buenas y malas- como una guía para saber si está electrizando al espectador tanto como se lo ha propuesto. Con su última película, Memory, que llega esta semana a los cines, consigue tejer una historia de amor apasionada y tierna demasiado atípica pero más real y auténtica que cualquier otra película que se proponga llegar al mismo destino.
En su nuevo largometraje, que se presentó en la pasada edición del Festival de Venecia, dirige a Jessica Chastain y Peter Sarsgaard, dos personas imperfectas que viven una historia de amor imposible. Sylvia (Chastain) es una trabajadora social y madre de una adolescente que acude regularmente a las reuniones de alcohólicos anónimos. Un día, tras una fiesta de antiguos compañeros de instituto, un hombre la sigue hasta su casa y ese encuentro les obliga a enfrentarse a sus respectivos traumas. Michel Franco ha visitado Madrid para presentar la película y en Vozpópuli hemos tenido la ocasión de hablar con él sobre esta película, sobre el amor y sobre el riesgo de su cine.
Pregunta: ¿Es esta película algo novedoso y extraño en tu filmografía, una historia de amor imposible?
Respuesta: No es lo que me había propuesto originariamente, pero a la hora de escribir dejo que sea el guion el que se descubre, no persigo ideas o historias. Cuando entendí que había una historia de amor ahí y que termina siendo lo central, entendí el reto. Las buenas historias de amor no son las que obedecen al género y le toman el pelo al espectador de manera artificial y usan los trucos convencionales. Las que recordamos saben a algo más real y conseguir esa química en pantalla es bien difícil, y llegar a ello sin que sea sin artificios. Respecto a lo diferente que es de mis películas: si hago una película al año e invito a los espectadores a que regresen, más vale que sean experiencias diferentes.
P: ¿De dónde nace esta historia de dos personas con un trauma que se encuentran?
R: Empezó con una secuencia sin diálogos en la que un hombre empieza a acercarse más de la cuenta a una mujer en una reunión escolar, un lugar en el que siempre hay un pasado en común, en esos años formativos, donde tantas cosas pueden haber sucedido. Sin palabras la incómoda hasta que ella se va, la sigue en el metro, en la calle y termina por quedarse fuera toda la noche. Eso le hace preguntarse muchas cosas al espectador: quiénes son y qué le hizo. Las mismas que yo me hice como escritor y que me fui respondiendo a la hora de escribir. Mi primera sorpresa tuvo que ver con el hecho de que al terminar la escaleta entendí que todo tenía que ver con la memoria, algo que no perseguía. La segunda fue tener que decidir si era culpable de lo que ella le acusa, y ahí empieza la historia de amor. Esas son las películas que hay que hacer, no las que te salen cómodamente. Ahí es donde los directores con mucha experiencia pueden caer en las fórmulas que ellos mismos han inventado y limitarse de una manera en la que ya es un despropósito hacer una película.
P: Esta película se cuenta como una historia de suspense en la que se dosifica la información para conseguir que el tono sea casi de thriller en algunos momentos. ¿Fue su propósito?
R: El entretenimiento para mí tiene que ver con la cantidad de capas que una película tiene o un libro, y si en lugar de ir descubriendo algo más interesante y profundo, siempre es lo mismo o, como ocurre en Hollywood, en los primeros diez minutos te apuntan adónde va todo y te dicen quién es bueno y quién es malo, y todo es blanco y negro, ¿para qué sentarse durante dos horas a ver una película? Los buenos libros son así, no sabes cuando pasas la página con qué te vas a encontrar y eso es lo que te mantiene interesado. Eso es más difícil de hacer, por supuesto.
"Me incluyo en la categoría de gente rota. Me interesa más quienes abiertamente pueden mostrar que son vulnerables y que están lidiando con cosas difíciles, con traumas, con todo lo que involuntariamente nos topamos en la vida"Michel Franco, director
P: ¿Por qué te interesan estas personas tan rotas, que arrastran traumas?
R: Me incluyo en la categoría de gente rota. Me interesan más quienes que abiertamente pueden mostrar que son vulnerables y que están lidiando con cosas difíciles, con traumas, con todo lo que involuntariamente nos topamos en la vida, y detesto lo contrario, la gente que quiere mostrar en la pantalla que es perfecta, a través de las redes sociales o de estar predicando el ejemplo y diciendo a la gente cómo tiene que vivir. Eso es falso y es la gente que se desploma de la peor manera. Sin embargo, admiro a gente como Sylvia, que elige vivir en sobriedad y que habla de sus problemas, lo contrario a lo que el cuñado busca. Vivimos en un mundo perfecto, y él cree proteger a sus hijos cuando hace justo lo contrario. La gente rota me cae mejor.
P: ¿Tampoco existen entonces las familias perfectas?
R: Lo mejor y lo peor viene de la familia. La sociedad está edificada en la familia, es donde todo empieza y todo acaba si tenemos suerte, si no estamos solos. Por lo general, los conflictos mayores vienen de ahí. Por eso Bergman también suele atacar película que tienen que ver con padres, hermanos o parejas.
P: ¿Se buscan también las relaciones perfectas en el amor hoy en día?
R: También los libros que muestran historias trilladas y simplistas, y sobre todo las películas, y la manera en la que los influencers y esta tendencia de mostrar a la gente cuál es la vida ideal ha mostrado lo que una historia de amor debe ser. Tristemente, la gente joven a veces ve eso como el ideal y todo eso que se representa de manera falsa es algo que nunca nadie va a alcanzar y que no significa nada. Es algo vacío que nadie debería nunca ni siquiera perseguir. En mi película hay una historia de amor genuina pero que está lejos de ser perfecta y por eso hay más belleza e incluso estética, porque viene como sucede en la vida. Siempre es algo único que ni debería tratar de ser perfecto.
"Siempre me pareció aburrido el cine hollywoodiense condescendiente que te explica todo y te quiere educar y lanzar el mensaje"Michel Franco, director
P: ¿Te consideras un cineasta arriesgado y, por lo tanto, valiente?
R: Desde que hice mis primeras películas me preguntaban si no me daba miedo abordar temas tan fuertes, en referencia de Lucía, o ser tan extremo y llevar la película hasta el final de las consecuencias, ser tan frontal con el público, y mi respuesta era que mi miedo estaba en hacer una película sin sustancia. ¿Cómo se llenan esas dos horas de manera interesante para el público? Justo lo que quiero es crear puntos y contrapuntos y generar provocaciones fuertes. El cine que crecí viendo y que me hizo volverme director fue el cine de Buñuel, con Los olvidados, que cuando se estrenó en México fue muy controvertida, o Las alas del deseo. El cine que nunca te da respuestas, sino que te genera preguntas. Siempre me pareció aburrido el cine hollywoodiense condescendiente que te explica todo y te quiere educar y lanzar el mensaje. Eso me parece un despropósito.
P: Nuevo orden ha sido quizás tu película que más opiniones viscerales ha despertado.
R: La polémica, la controversia y la cantidad de atención que provocó esa película en muchos países, en México desde luego, demuestra lo necesaria que era esa película. Al final la gente, cuando se queja, se enoja y más que eso, no habla de la película sino de la realidad que estamos viviendo. Esa película habla de la disparidad social y de esa brecha que es muy injusta y que nadie trabaja por cambiar. Hablar de eso es provocador, me da mucho gusto y me parece muy halagador.