Miguel Zugaza ha sido el director más joven del Museo del Prado y el que más ha durado en el cargo: quince años. Desde junio pasado dirige el Museo de Bellas Artes de Bilbao, institución que dirigió entre 1995 y 2001, antes de asumir las riendas de la pinacoteca madrileña. Su llegada a la institución coincide con los 110 años del museo bilbaíno, que se presenta ahora ante el público con un aire renovado vinculado, sin duda, a su forma de entender el arte y la gestión cultura.
Desde su fundación en 1908 hasta nuestros días, el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha reunido una colección de reconocida calidad con un desarrollo enciclopédico y una cronología que se extiende desde el siglo XIII hasta el XX. La colección comprende más de 14.000 obras de arte: 1.621 pinturas, 489 esculturas, 884 piezas de artes decorativas, 11.152 obras sobre papel y, junto a ellas, cerca de 3.000 obras en depósito. En ocasión de su aniversario, la institución ofrece al público una muestra con 110 de las más significativas.
Zugaza llegó al museo del Prado con 37 años. Bajo su gestión se impulsó la Ley del Prado, aprobada en el año 2003 y que dotaba al museo de mayor autonomía económica y programática. Se creó el Campus el Prado. La renovación del sistema de iluminación. Impulsó y completó la obra de ampliación del claustro de la iglesia de los Jerónimos, incluida como parte de la pinacoteca. Su hoja de gestión, además de impecable, reflejan una forma de entender moderna de entender los museos. Sobre ese tema conversa Miguel Zugaza en esta entrevista concedida a Vozpópuli.
Desde junio pasado dirige el Museo de Bellas Artes de Bilbao, institución que dirigió entre 1995 y 2001, antes de asumir las riendas del Prado
¿Cuál diría usted que es el énfasis, el espíritu de la colección?
La colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao es reflejo de la evolución de una sensibilidad hacia el arte en el seno de una sociedad que ha vivido una gran transformación a lo largo de sus 110 años de historia. Cuando lo vio nacer en 1908 Bilbao se estaba convirtiendo en un gran emporio industrial y en este último cambio de siglo se ha dirigido sus esfuerzos hacia el sector terciario a través, entre otras cosas, del arte y los museos. En este proceso el museo ha ido formando su colección, buscando la calidad del arte sin fronteras cronológicas, pero sabiendo identificar al mismo tiempo las formas de modernización del arte en su contexto más próximo.
¿Cómo se encuentran representadas España y el País Vasco en el relato ciudadano que hace el museo de ambas?
La Escuela española es uno de los centros de interés del museo, con muy buenos ejemplos desde la Edad Media hasta nuestra contemporaneidad. Por su parte, la escena artística vasca es una de las más dinámicas del arte español del último siglo y medio, y hoy mismo lo sigue siendo. Lo singular de la colección de Bilbao es que puedes entender el arte local en un contexto global. Por ejemplo, la experiencia impresionista de Adolfo Guiard o Regoyos, al lado de una interesante colección de arte japonés y del único cuadro en España de la pintora norteamericana Mary Cassatt.
"La escena artística vasca es una de las más dinámicas del arte español del último siglo y medio, y hoy mismo lo sigue siendo"
Hay bisagras fundamentales a lo largo de la colección: el Barroco español, también la Generación del 98. ¿Cuáles otros capítulos resaltaría usted?
La revisión del arte clásico español lo inician los pintores modernos antes que los historiadores, tanto los afines al regeneracionismo como al pensamiento del 98. Beruete, Zuloaga, Nonell, Gutiérrez Solana, los hermanos Zubiaurre, entre otros, construyen conscientemente puentes entre la tradición y la contemporaneidad. Algo que seguirán haciendo en la segunda mitad del siglo XX pintores como Saura o Arroyo, entre otros. Lo interesante de la colección de Bilbao es que además de esta tradición española y vasca se encuentra salpicada de buenos ejemplos de otras escuelas europeas. Cranach, Moro, Benson, Vos, Van Dyck, Jordaens, Gentileschi, Bellotto, Gauguin o Bacon, entre otros, son el contrapunto ideal a los maestros locales.
Su llegada desde el Museo del Prado ha supuesto una transfusión de buena disposición -conectar el museo con otras instituciones- y una manifiesta vocación de estudio. Un año después de su llegada, ¿qué balance hace?
Ha sido un año muy intenso dedicado a la reflexión sobre el futuro del museo y, al mismo tiempo, tratando ya de activar nuevas propuestas y apoyos. Es una institución muy interesante para trabajar la relación del arte con la sociedad y al mismo tiempo presentarlo ante una audiencia internacional que se aproxima con curiosidad, después de ver el Guggenheim, a reconocer la calidad y singularidad del veterano museo de la ciudad. El próximo 5 de octubre cuando cumplamos el 110 aniversario presentaremos una primera reforma del edificio antiguo, renovando física e intelectualmente la forma de relación del público con la colección, tanto para propios como para extraños.
"Ha sido un año muy intenso dedicado a la reflexión sobre el futuro del museo y, al mismo tiempo, tratando ya de activar nuevas propuestas y apoyos"
¿Qué le queda por hacer? Mejor dicho, ¿qué es lo más urgente para usted?
El museo debe resituarse urbana y artísticamente en una nueva ciudad como es el Bilbao de hoy, para ofrecer su más efectiva contribución en un contexto tan dinámico como el creado actualmente en torno al arte y a los museos. En el conjunto de la Comunidad Autónoma Vasca se ha construido una red de instituciones relacionadas con el arte en la que nuestro museo juega un papel muy relevante. Eso significa pensar el museo desde dentro, desde sus propias necesidades, pero también desde fuera. Por esto, la reflexión estratégica abierta alcanza al año 2025 y tiene que atender a la demanda de la ciudadanía vasca y de sus instituciones públicas. Entre las cosas que se plantearán están, por supuesto, sus necesidades de expansión futuras.
¿Cómo se puede entender, en un momento como este donde las identidades se representan casi hiperbólicamente, el papel de las instituciones como la que usted dirige hoy?
El arte nos une ante lo diverso, o lo que es lo mismo, nos muestra la diversidad de lo aparentemente unívoco. No hay una sola manera de ver y entender el mundo o la condición humana, y el arte es capaz de delatar desde la mirada propia del artista esa variedad el mundo. Esto vale incluso en contextos culturales con identidades fuertes como es el caso del País Vasco. Por mucha familiaridad que podamos ver entre las obras de Oteiza y Chillida, muy poco tienen que ver sus propuestas artísticas. Los dos escultores vascos más universales nos ofrecen, utilizando muchas veces los mismos materiales y formas, dos maneras de entender el arte y su relación con el hombre y el entorno.
"El museo debe resituarse urbana y artísticamente en una nueva ciudad como es el Bilbao de hoy"
Si la literatura y el pensamiento ordenan una historia o extraen de ella momentos esenciales para crear un discurso, ¿cuál es hoy el papel de los museos?
Hoy los relatos de la historia del arte se han expandido, multiplicado, y esto nos permite valorar la aportación de artistas y escenarios que han quedado hasta ahora fuera del gran relato. Como ocurre en nuestro museo, es muy interesante tratar de desentrañar lo que tienen de calidad y singularidad las experiencias del arte en la periferia de la historia canónica y reconocible, sin caer, por supuesto, en la autocomplacencia. Los museos tienen la responsabilidad de abrir sus discursos y ofrecer puertas de acceso, no solo desde la historia del arte sino desde el pensamiento y desde los grandes retos que se plantea la sociedad actual.
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