La tragedia del Windsor acaba de llegar a la mayoría de edad. El coloso en llamas de la zona empresarial de Madrid sorprendió a una España que salía de fiesta la medianoche del sábado 12 de febrero. Fue una de las noticias que se grabó a fuego en la cultura de los primeros dosmiles y estuvo rodeada de misterios. ¿Qué eran las llamas azules que salían por los ventanales del edificio? ¿Y las sombras de la planta 16? ¿Ladrones, agentes del CNI recuperando importantes papeles? ¿Fue un incendio provocado por alguna de las grandes empresas del IBEX? La maldición del Windsor, una miniserie documental de HBO Max recupera la historia del incendio.
Los telediarios conectaron en directo con un edificio que vomitaba llamas en una ciudad todavía tocada por el 11-M, no había pasado ni un año; y en un momento en el que era imposible no recordar las Torres Gemelas de Nueva York. El saldo ileso de víctimas mortales facilitó que el incendio se incorporara rápidamente a la cultura popular a través de chistes. Un monólogo de Buenafuente bromeaba días más tarde sobre pedir en un restaurante un filete poco hecho o a la madrileña. Y la serie más popular del momento, Aquí no hay quien viva recordó la "técnica Windsor" en el final de su tercera temporada, cuando el empresario sin escrúpulos, padre del personaje de Lucía, provocaba un incendio en el edificio con la intención de comprarlo para hacer oficinas.
La magistral serie emitió el capítulo en junio de ese año y bebía del espíritu de su época en el que el incendio estuvo rodeado de misterios y sospechas. "La técnica Windsor: una colilla dentro de una papelera, es lo más creíble" dice el malvado empresario que previamente se ha encargado de desalojar el edificio. En el documental de HBO Max se escucha a uno de los periodistas dudar sobre que una colilla pueda desencadenar y hacer caer uno de los edificios. Al espectador puede que también le surja la duda sobre los conocimientos del periodista sobre el origen, expansión y capacidad destructiva de un incendio.
El descuido de la colilla en la papelera de la jefa de riesgos laborales de Deloitte, ¡vaya ironía!, sigue siendo la versión oficial del origen del incendio. Después se sucedieron una serie de errores personales y fallas en el edificio que volvieron al fuego incontrolable. ¿Cómo una colilla en una papelera de la planta 21 va a provocar todo esto? La mentalidad conspiranoica siempre se alimenta de la incredulidad de que un pequeño elemento desencadene un acto de grandes consecuencias. ¿Un solo loco mata al presidente de Estados Unidos? ¿Llegar a la Luna con la tecnología de la década de 1960? ¿Cómo cuatro matados van a provocar el mayor atentado de la historia?
Pronto aparecieron los primeros elementos que desconcertaban al 99,99% de la población, cuyo nuestro único contacto con el fuego es encender la llama de un mechero. ¿Qué eran esas llamaradas azuladas? No había duda, habían utilizado un acelerante. O mejor, los bomberos habían sido tan ineptos que no habían cortado el gas, se especuló en su momento.
Las sombras dentro del edificio
La aparición de un vídeo en el que se veían unas sombras moviéndose en la planta 16 fue una eclosión en la imaginación de los españoles. Una turista hospedada cerca del Windsor captó con su cámara lo que parecían varias figuras humanas con linternas en un momento de la madrugada en el que el edificio ya había sido desalojado. ¿Espías del CNI rescatando documentos ultrasecretos?, ¿simples rateros que aprovecharon la oportunidad?, ¿los verdaderos causantes del incendio? La verdad nunca se llegó a saber, una vez descartados los reflejos de otro edificio.
Los planes del empresario de Aquí no hay quien viva no salieron como él esperaba y los españoles pudimos disfrutar de los jaleos de escalera durante otras dos temporadas. El resultado del incendio y demolición del Windsor fue la compra a buen precio y posterior construcción de un edificio de oficinas por parte de El Corte Inglés. El cui prodest es otro de los elementos que más refuerzan cualquier mentalidad conspiranoica. Y el hecho de que El Corte Inglés terminara haciéndose con unas oficinas baratas en el edificio vecino que siempre ansió es una nueva carta para la conspiración.
El documental cumple a la perfección la tarea de plasmar las sospechas que surgieron de las llamas del edificio. También dibuja bien el ambiente empresarial de la zona Azca, pero insiste y alimenta demasiado las tramas conspiranoicas. La que más disfrutará el espectador será la protagonizada por el que fuera presidente del BBVA, Francisco González, y el comisario Villarejo.
También es muy probable que las tramas secundarias con los propietarios del edificio terminen desconectando a la audiencia. El documental también se ve perjudicado por su longitud. La necesidad de llenar los catálogos de las plataformas audiovisuales ya destrozó algunas de las mejores series de la historia estirando temporadas. Ahora la saturación de capítulos también ha llegado a los documentales que claramente no dan para tanto.
¿Eran necesarios cuatro capítulos de una hora para contar la historia? La propia serie demuestra que no. Reduciendo a la mitad o a una tercera parte el propio material que ha terminado emitiéndose podría quedar un más que entretenido y riguroso documental. Incluso con la técnica de avivar las diferentes teorías de la conspiración, la serie no logra retener la atención y en varias partes el espectador se olvidará que se había sentado en el sofá para ver un documental sobre el Windsor.
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