En 2013 el artista plástico Cristóbal Toral hizo un boceto con el tema de un contenedor. Cuando en 2014 estaba realizando la obra y pensó qué elementos seleccionaría para que aparecieran en la composición, se produjo la abdicación del Rey. Juan Carlos I, a su juicio, se había vuelto accesorio e inútil. Y lo metió en el contenedor. La monarquía como desecho. Desde entonces han transcurrido seis años y ahora un destierro. La marcha del antiguo monarca ha marcado el punto de inflexión tras ser investigado en Suiza por presunto delito fiscal.
"Pocos han llegado tan lejos desde unos comienzos tan humildes y difíciles y ninguno ha construido una mitología plástica del éxodo, la partida, el desplazamiento y la mudanza tan rica y tan sugestiva como la que anima sus cuadros", dijo de su trabajo el escritor Mario Vargas Llosa en ocasión de la exposición retrospectiva que celebró hace ya seis años el Centro de Arte Tomás y Valiente de la localidad madrileña de Fuenlabrada.
Un detalle resalta por encima de cualquier otro en esa obra: la orientación del retrato del antiguo monarca. De la acostumbrada verticalidad a una repentina horizontalidad, más del estilo de un trasto que de una fotografía oficial. Más de un lustro después, Toral ha hecho balance de la pieza y ha compartido sus reflexiones con el diario El Mundo. "Esos retratos pasaban de la verticalidad, cuando presidían todas las instituciones de España, a la inclinación y caída sobre escombros y otros desechos. Esa inclinación o pérdida de verticalidad es lo más dramático de esta obra", escribe.
"Naturalmente, con los últimos acontecimientos sobre la vida del Rey, mi contenedor adquiere otras interpretaciones y lecturas que encajan aún mejor que las que se hicieron en 2014. Entonces, el mensaje era que la realidad es ingrata y que el tiempo deteriora a un objeto igual que a una persona, incluyendo a todo un Rey con un servicio de 40 años al Estado. En esas apreciaciones diríase que había cierta sensación de que la política y la sociedad habían sido injustas con don Juan Carlos", apunta Toral.
La reflexión del artista va más allá, asegura, de la obsolescencia. A los seres humanos no sólo los deteriora el tiempo como pasa con un televisor o un sillón, hay otro factor que no afecta a los objetos y sí a las personas. "Me refiero a las conductas", zanjó Toral. El pintor andaluz es conocido por sus cuadros realistas. La mayoría de sus obras pueden observarse en Antequera, en el Museo de la Ciudad de Antequera, situado en el Palacio de Nájera, ciudad de la provincia de Málaga a la que se trasladó su familia a los pocos días de su nacimiento, donde se ha dedicado una sala a la obra de este pintor.
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